lunes, 16 de junio de 2014

Tella Y Sus Ermitas 2 Ermita De La Virgen De La Peña

Cuando uno se toma la molestia de subir al apartado pueblecito de Tella, es poco más o menos preceptivo, so pena de excomunión estética y viajera, que el caminante haga con tranquilidad el recorrido conocido como “ruta de las tres ermitas”, indicado de un modo aceptable y que, pasando ante la iglesia del lugar, sale del pueblo tomando a mano derecha y se interna por un breve recorrido boscoso, muy grato, llevándonos a topar, cuando la espesura se abre, con la primera de las anunciadas ermitas: la de Juanipablo, de la que ya hablé, con el embeleso que la cosa merece, en una entrada anterior.

Una descripción del itinerario
 
De aquí accederemos, siguiendo un a modo de recorrido circular, por un corto (y algo empinado a trechos) sendero de ladera, a un punto de los más altos del monte donde Tella se asienta. Diez o quince minutos deberían bastar, si conseguimos cerrar la boca y dejar de mirar extasiados alrededor.

Así la ves desde abajo
 
La segunda ermita, a la que ahora llegamos, ha sido investida con el nombre de Virgen de la Peña. Es de menor interés artístico y arqueológico que la de Juanipablo, pero no deja de tener su encanto y el paraje en el que está continúa siendo asombroso. El pequeño desnivel que hemos subido nos deja a la vista un panorama circular de montañas con algunos pesos pesados como el Castillo Mayor, la Peña Montañesa, Punta Llerga, el macizo de Monte Perdido, pareciendo hallarse todos al alcance de la mano.

Fachada principal (al Este) de la ermita

Impresionante, la Peña Montañesa desde aquí

Han instalado un mirador de 360 grados, con un precioso (y gigantesco) panel informativo horizontal que no sé cómo aguantará las inclemencias del tiempo.

Con esto te orientas por (casi) todo el Pirineo Central
 
La ermita de piedra, pequeña y rectangular, con añadidos pero sin ábside, mantiene de momento, la secular costumbre, antes generalizada a todos los templos, de permitirnos, sin más, franquear la entrada y penetrar en un interior muy sobrio, donde los afortunados poseedores de fe pueden murmurar una plegaria para que aquello en lo que creen y esperan, les sea favorable y benigno. Los demás vemos una curiosa y amplia hornacina a mano izquierda y una pequeña cabecera con una imagen moderna de la Virgen. Toda la edificación está muy pulcra y recientemente restaurada. Procede del siglo XVI y sufrió los consabidos daños durante la Guerra Civil.( País poco ecuánime, éste: pasamos de Torquemada a la “quemada” de torres y campanarios y es que parece disgustarnos el comedimiento y la falta de pasión, o integristas o milicianos, o reaccionarios o sectarios, los tibios concitamos la malquerencia unánime).

La cabecera con la Virgen de la Peña

La curiosa hornacina lateral
 
Éste aparenta haber sido un enclave de mucha fe, cuyas edificaciones pueblan densamente las abruptas y escarpadas tierras. Por los nombres de estos oratorios, parecen haber ido encaminados a lograr la intercesión de personajes muy principales del cielo. Sin embargo este piadoso interés por hacerles la pelota, no manifiesta haber obrado, no ya el don de la abundancia material y la vida sin estrecheces, sino ni siquiera el milagro de la supervivencia. Hoy son territorios casi despoblados. En su día, antes del despecho manifestado durante la Guerra Civil, creo, se hizo la tentativa de suplir con la brujería la manifiesta desatención de las fuerzas del bien, pero ni por esas: el destino de los hombres en parajes tan duros no hay Más Allá que lo cambie.

La puerta del Cielo
 
De todas formas, este tranquilo rincón es la atalaya de un entorno apasionante (y con vacas), al que pienso volver, porque me falta una ermita, otra iglesia, un dolmen y más montañas…Si no fuera porque aborrezco la palabra, diría que es espectacular.
 
Montañas hasta que te hartes
 
 

jueves, 12 de junio de 2014

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 26

16         TARDES DE VINO Y ROSAS EN “EL ARCÁNGEL”
No recuerdo en qué momento exacto, el bar de Serafín se convirtió en nuestro hogar, sala de estudio, biblioteca, oficina, bodega, salón recreativo, auditorio musical y excusado. Pero hacia el final del quinto curso de bachillerato, pasábamos allí todas las horas del día, excepción hecha de las de clase, que continuaban siendo en el instituto, las cada vez más desordenadas de las comidas y las cada vez más breves del sueño.

Nuestra ocupación fundamental en aquella temporada fue buscarnos una amada, cosa bien extraña si hubiéramos reparado en que, en aquel local sucio, ruidoso, mal iluminado y peor ventilado, apenas se dejaban caer chicas. Muy de tarde en tarde, un grupito dejaba asomar con indecisión la incipiente belleza de sus cutis, que se arrugaban en un mohín de rechazo y sus poseedoras se los llevaban, erguidos a respetable distancia de sus hombros, con viento fresco. No toda la culpa la tenía el ejemplar desaseo del bar “El Arcángel”: éramos la parroquia los que no dábamos la medida de sus prístinos y acendrados gustos. Además la asimetría de libertades y obligaciones entre ambos sexos que imperaba entonces, hacía que, siendo varones, nuestra disponibilidad de tiempo para pendonear fuera absoluta y la de las jóvenes objeto de nuestros suspiros fuera, más que relativa, muy limitada, casi inexistente. Incluso se les enseñaba (y durante mucho tiempo no lo olvidaron) que una muchacha que se aventura sola en un bar es una fresca y le puede pasar cualquier cosa.

Bebíamos vino blanco, un chato, una peseta con cincuenta. Lo hacíamos mesuradamente debido, más que a ninguna contención, a las estrecheces económicas de que éramos sujetos y que, en mi caso, me llevaban a alargar el chato durante horas. Fumábamos cigarrillos de humildes marcas nacionales: ”Jean”, “46”, “Lola” y otras labores cuyo nombre no recuerdo ni me voy a esforzar en hacerlo. Para Chus y Josemari, fumar era, además de un rito de iniciación en la vida adulta, un reto de desobediencia filial. “Imagínate”, decía Josemari, “que mi padre el dentista, el médico apóstol de la salud y de vida sana, se entera de que fumo; de la hostia que me arrea, me deja colgando por los cojones de la cruz de Oroel. Antes de ir a casa, tengo que mascar chicle un buen rato, para quitarme el olor del aliento. Al llegar, escondo el paquete, en la bola del barandao, que es hueca y cuando vuelvo a salir, lo recojo”. Cosas similares contaba Chus, recreando sus argucias con todo lujo de detalles, pero, para mí, el problema era distinto: desde que mi padre me vio una vez fumando, me acosaba con su gorronería. “Pásame un cigarrillo, chaval, que leer la novela del oeste, sin echar un poco de humo como el protagonista, es muy desaborido”.


También matábamos el tiempo con las cartas, echando el pago de la consumición al azar de una inocente escoba o de un inacabable juego de rabino, otras veces, disponíamos de numerario y la máquina del millón servía para determinar quién de entre nosotros era el macho alfa de nuestra exigua horda, pero nuestra ocupación principal era, como ya queda dicho, hablar de chicas, ponderar, durante horas seguidas, sus apetitosas cualidades físicas (y las más inciertas  espirituales o anímicas) y buscarnos una depositaria platónica de los amorosos anhelos juveniles, una diana para nuestros arrebatos..

Durante casi dos años, no llegaríamos a tener prácticamente nada de que jactarnos. Sólo Jezú utilizaba la palabra follar, los demás hablábamos de besos, caricias o abrazos. Más tarde llegaríamos a soecizar nuestro lenguaje de confianza, hablando de magrear o darse el lote, apetencias estas que eran, fueron, el techo de nuestras aspiraciones en aquellos remotos días en la espiral represión-masturbación-represión. Pero estos son los términos que uso ahora. Por increíble que parezca, el romanticismo fue el primer polo de atracción de nuestra incipiente educación sensual y, ante todo, sentimental… Vamos, que había que fijar un objetivo para los apetitos y anhelos y encarnarlo en una persona de carne y hueso, ante la cual boquear, tartamudear, insinuar y hacer el ganso.


Mi elección, como no podía ser menos, recayó en una compañera de clase, Cheles Giral, a quien de forma gratuita (y casi aleatoria) pasé a considerar mi Dulcinea (Sí, habíamos leído el Quijote, en los primeros cursos de Literatura, era obligatorio por aquel entonces). Me pareció además la indiscutible destinataria de la intención arrobada con que fueron escritas las Rimas de Bécquer y, para mí, estaba adornada de todas las supremas perfecciones menos una: no me hacía el menor caso; el mismo que yo hubiera hecho de un grillo afónico.

Mis compañeros saludaron mi elección, de la que les hice partícipes inmediatos, con bulliciosas carcajadas:

 - Hala, la Cheles Giral, si es más plana que el cartapacio que lleva.

 - Y más recta que un compás. Las farolas del Paseo tienen unas formas mucho más apetitosas. Vete allí, Pinchaúvas y frótate, con alguna que esté apagada para que no te dé un garrampazo, que te saldrá más a cuenta que ligarte a la Cheles.

 - Además saca una pinta de estrecha que no la querrían ni las monjas del convento de las Benitas.

 - ¿Os habéis fijado que tiene una cara como la de la ratita presumida del cuento ese que oíamos en la radio de pequeños?

 - Para pequeños, los ojillos que lleva ahí perdidos en la cara de mosquita muerta, si no se le ven de tan hundidos… Y son así, como huidizos…

 - Y esa melena tan lacia, que también parece como de pelo de ratón desnutrido. Tampoco digo que sea un coco, pero tiene menos atractivo que este paraguas. Fijaos en la Lupe, la hija del comandante de la Guardia Civil, esa sí que está buena, está como para parar un tren.

Chus, Josemari y algún otro compañero se quitaban la palabra de la boca, haciendo esta catarata de comentarios en tono enardecido. Al cabo de un rato, ni me sentía molesto ni los escuchaba. Me había ido, mi imaginación prendida del vuelo de una falda escocesa plisada, de cuadros rojos, amarillos y tostados, con un imperdible muy grande adornando la tabla frontal de la prenda que le caía muy bien a la preciosa Cheles, porque las piernas, al asomar, mostraban unas graciosas rodillas y esas pantorrillas tan finas, tan suaves…

Tomado de jacaenlamemoria

 - ¡Pinchaúvas, que te estás durmiendo! – Este rebuzno de Chus me sacó de mi ensoñación y, para arreglar las cosas, el bueno de Jezú, remachó:

  - Sus habéi fijao en el Pinshaúva éste, que desde ca dao el estirón y se le ha afinao más asín la cara, es clavadito, el cabrón, a Serafín, parese su gemelo chiquitiyo.

Más risotadas. Aunque llovía a cántaros y no tenía paraguas ni impermeable, me fui a casa. No estaba cabreado con aquellos bicharracos. Estaba enfermo de amores.


miércoles, 11 de junio de 2014

Alicia En El País De Las Maravillas - Lewis Carroll

Lo mío debe ser vocacional. En el periódico de mi pueblo, hacia 1980, y con un alias anterior a éste que gasto ahora de Himphame, ya dispensaba, a quien quisiera leerla, la pacotilla intelectual que ahora acostumbro a desparramar por las entradas de este blog. Transcribo íntegro un artículo que dediqué a promover, entre mis paisanos, la ojeada a un libro que siempre me ha hecho tilín (aún no se llevaban los grupos de lectura):


«Lo debí leer siendo crío, cuando iba a la escuela, y sí, era interesante y divertido, un cuento un poco loco, en el que nada tenía ni pies ni cabeza, una historia más bien “para niñas”. No, no era blando y empalagoso, pero era “para niñas”. Por supuesto, no se trataría de una versión fidedigna del texto literario original, sino de un “condensado” en veinte o treinta páginas, al estilo del Selecciones del Reader’s Indigest. He de confesar que no era de mis cuentos favoritos: prefería entonces las aventuras de Simbad el Marino.


Hace poco tiempo, con la excusa de que la viera el niño de unos amigos, fuimos a ver la versión que hizo Walt Disney en dibujos animados en 1951. Reconozco que las películas del inefable americano son, vistas con la sensibilidad de hoy, un pelín ñoñas; sin embargo, me gustan un montón y ésta en particular la considero sin paliativos una obra maestra. Me quedé, pues, absolutamente fascinado, y ya sólo pensé en hacerme cuanto antes con una traducción adecuada del célebre relato infantil.

Y bastante adecuada parece ser la ofrecida por Alianza Editorial que va ya por la onceava (sic) edición, ¡cinco en los cuatro últimos años! No es de extrañar, pues la obra hace furor en nuestro panorama cultural de los tiempos recientes, aunque no se trata de ninguna novedad, qué va, si está más vista que el tebeo, pero la frescura y el encanto que aún hoy tiene esta narración, que ha resistido 120 años al tedio de críticos y comentaristas, hace que siga sabiendo a nueva, a inesperada y mágica lectura que se devora en pocas horas. Ramón Tamames dice que es el libro más citado en la bibliografía económica, pero también aparecen abundantes citas en obras de matemáticas y astronomía, no me resisto a transcribir la más célebre:

“ … - ¿Me podrías indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?

 - Eso depende de a dónde quieras llegar - contestó el Gato.

 - A mí no me importa demasiado a dónde… - Empezó a explicar Alicia.

 - En ese caso da igual hacia dónde vayas - interrumpió el Gato.

 - ... Siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación.

 - ¡Oh! Siempre llegarás a alguna parte – dijo el Gato – si caminas lo bastante.”


En efecto, se trata de “Alicia en el país de las Maravillas”, de Lewis Carroll, y contar ahora el hilo argumental de una obra tan célebre y celebrada, me da un poco de reparo, perdería gracia y sorpresa todo lo ocurrido a Alicia “cuando de golpe saltó corriendo cerca de ella un conejo blanco de ojos rosados”, que se sacaba “un reloj del bolsillo del chaleco, miraba la hora y luego se echaba a correr muy apresurado”.

“Alicia…” Narra un sueño, una experiencia onírica trasladada a la vigilia del lector con un hechizo tan fuerte, tan hipnótico, que el lector acaba confundiendo este sueño con uno propio, porque el lenguaje y la evocación de la obra están hechos con la sustancia de los sueños. Esto es difícil de explicar porque Carroll no cuenta simplemente el sueño de Alicia, sino que nos lo hace vivir; no cuenta una fantasía, sino que crea la atmósfera propicia para que nos sintamos dentro de ella. Nos sitúa frente a una gigantesca oruga azul, sentada en el centro de una seta fumando un narguile, que nos dice cómo hacerse más grande o más pequeño a voluntad.


Y vale la pena hacerse más pequeño de la mano de Lewis Carroll, un clérigo inglés de mediados-finales del siglo pasado, que destacó como matemático y lógico y consagró toda su vida a la labor docente en un college británico.

Además tenía especial predilección por las niñas, pero esto, si leen el cuento, ya lo notarán.»

He volcado literalmente el texto, respetando su antiguallez y sus errores analógicos y conceptuales. Sólo quiero añadir dos cosas, que se combinan en detrimento de este inmortal cuento moderno:

Una es que es demasiado “conocido”. Todo el mundo cree haberlo leído, o saber de qué va, o haber visto la película (la última, heterodoxa y reciente de Tim Burton, o las clásicas). Nos pilla tan “enterados” que no consideramos oportuno echar un vistazo al texto original. Y ahí es donde nos perdemos algo, de verdad, muy nutritivo.

Otra es que he dicho “texto original” con la más alegre frivolidad, como no dándome por enterado de que fue escrito en un victoriano inglés, lleno de alusiones, juegos de palabras, vocablos inventados, chistes absurdos, poemas parodiados… La traducción de semejante guiso hace que algunos de sus condimentos más picantes y sabrosos se pierdan, aunque hay muy buenas versiones. La que yo leí de Alianza Editorial, hecha por Jaime de Ojeda, es verdaderamente notable.


Como lo considero un libro “obligatorio” para Primero de Lector, pruebo un enlace a una página donde hay una magnífica versión en PDF:



lunes, 9 de junio de 2014

Un Multicolor Muestrario De Razas

Usando y abusando de las láminas de mi vieja enciclopedia, me acerco hoy a este espacio para traer un singular Facebook, donde se muestran un repertorio de fotografías de variados tipos étnicos: no son aptas para añadir a una lista de contactos o buscar pareja, porque las imágenes ya tienen sus añitos, incluso dudo que te reconozcas si te tomaron una imagen como certero referente de tu grupo étnico y orgullo para tu raza.

 
El caso es que apenas voy a comentar estas imágenes: mi ignorancia se extiende a los más diversos campos, pero en éste de los grupos raciales, concretamente, podría optar a un premio, si lo dieran, al más inculto en el tema. Limitareme a transcribir algunas citas ilustrativas del desorden que atesoro en estos en estos saberes. Comenzaré por la Enciclopedia Álvarez, que construyó los cimientos de mi magra alfabetización antropológica:

“Se llama razas humanas a ciertos grupos de hombres que tienen análogas características físicas y espirituales.

Para clasificar a los hombres en grupos o razas, se ha tomado como punto de partida ciertos rasgos característicos: color de la piel, forma del cráneo, forma de la nariz, etc.

Pero, con todo, la clasificación de los hombres en razas es muy difícil, porque la raza pura no existe; a través de los siglos nos hemos ido mezclando unos con otros y hoy, para hacer una clasificación perfecta, habría que establecer muchas razas intermedias.

A pesar de todo, el criterio de clasificación más extendido, es el que divide a los hombres en cinco razas, teniendo en cuenta el color de su piel: blancos, negros, amarillos, cobrizos y aceitunados o malayos.”

 
Bueno, creo que no sería justo hacer un comentario a un texto que establece una aproximación tan ruda y rudimentaria al tema. Pero la cuestión se ha convertido en tabú, como antes la sexualidad. Si echamos un vistazo a los textos escolares actuales, veremos que, en Primaria, el tema no se toca. Se fía todo al aprendizaje empírico de los propios alumnos en su más o menos diversificado grupo.

La corrección política establece una especie de penitencia para el etnocentrismo europeo imperante durante siglos. Cualquier escritor progresista parece asumir el deber de mortificarnos con comparaciones desventajosas. Por ejemplo, selecciono dos pasajes de la popular autora Donna Leon, donde se pondera la superioridad estética de las etnias de color:

“Lentamente, se volvió a mirar a los dos hombres, y Brunetti, al verla, ahogó una exclamación, sorprendido tanto por su belleza como porque Mingardo no la hubiera mencionado.
Era una mujer de veintitantos años. Tenía la cara y el cráneo alargados, la nariz finamente arqueada y los ojos almendrados; la armonía y delicadeza de sus facciones recordó a Brunetti el busto de Nefertiti que había visto en Berlín muchos años atrás. Las ojeras, más oscuras que el moreno encendido del resto de la cara, acentuaban el blanco de los ojos y de los dientes. «Ay, Dios -pensó él instintivamente-, ¿cómo nos verá a nosotros esa gente? ¿Mazacotes de patata con ojos redondos? ¿Pedazos de carne mal curada? ¿Cómo soportarán vivir rodeados de pálidos fantoches, y qué será contemplar desde esa belleza tanta birria descolorida?”

 
Y en un pasaje de otro libro dice:

“Cuando se daba por satisfecho con su exposición, el hombre enderezaba el cuerpo y se situaba detrás de la mercancía, generalmente, hacia un lado, para poder seguir charlando con el vecino. La mayoría eran altos; y todos, delgados. La piel que la ropa dejaba al descubierto, la de la cara y las manos, tenía el lustre del ébano propio de los africanos cuya negritud no se ha diluido con el contacto con los blancos. Tanto quietos como en movimiento, aquellos hombres daban impresión no sólo de buena salud sino de buen humor, como si no pudieran imaginar algo más divertido que estar plantados en medio de la calle, de noche, con aquel frío, tratando de vender bolsos de imitación a los turistas.”

 
En el otro extremo de este eje polémico, se sitúa un autor como Michel Houellebecq, al que cito:

“Por otra parte, tenía pinta de árabe, lo cual facilitaba las cosas; el único contenido residual de la izquierda durante esos años era el antirracismo, o más exactamente el racismo antiblanco.”

Y en otro pasaje: “Desde el momento en que los blancos empezaron a considerar a los negros sus iguales , estaba claro que tarde o tempranos los considerarían superiores.”

Pero yo no venía a enredarme en tales cuestiones, ni a intoxicar, sino a mostrar estas curiosas y pintorescas láminas, leñe.
 
  

sábado, 7 de junio de 2014

Protege Tu Planeta Del Calentamiento Global (Ponlo A Refrescar)

El pasado día 3 de Junio fue el Día Mundial del Medio Ambiente y un servidor, en su modestia, quería hacer una entrada, para recomendar a los lectores más despistados, que cerraran el grifo por la mañana, mientras hacen saludables gárgaras, o que no vayan a poner, estos primeros días de altas temperaturas, el aire acondicionado a demasiada potencia, una cosa intermedia estaría bien, ni frío, ni calor: cero grados... De lo contrario, los nietos de nuestros monarcas corren el riesgo de no poder ir a cazar elefantes a Botswana, pues se habrán extinguido (¿los elefantes? ¿Los monarcas? ¿Los nietos?) Es igual, no cuesta nada mantener el planeta limpio, pasándole un paño de vez en cuando y financiando los yates de Greenpeace y otras bravas oenegés, dispuestas a defender a los calamares de los malvados submarinistas sin escrúpulos.

En estas elucubraciones estaba, cuando mi amigo el Resentido me dijo: “déjame escribir a mí, tú no sabes nada de ecologismo, no sabes nada de proteccionismo, no sabes nada de conservacionismo y a ti todo te da lo mismo”. Su ferocidad me indujo a dejar despejado el paso a sus chocarreros juicios pero, como es tan vago, hoy que ya pasan cuatro días de la efemérides, le he echado la bronca. “Es que no lo he acabado…” Me dice. Y me pasa una hoja de cuaderno manuscrita, que transcribo íntegra, para que veáis lo babieca que puede llegar a ser.

 
«Yo me hice ecologista antes de la Marcha Verde. Concretamente, pero vamos, mucho antes de que estuviera de moda, yo ya había hecho un curso de ecologista por correspondencia y llevaba en el errecinco, con el que daba vueltas por todo el pueblo, así que todos la han visto, una pegatina que decía: “¿Nuclear? No, gracias.” Y es que siempre había procurado, dentro de mis modestas posibilidades, devastar el planeta lo menos posible: no fumo, no leo prensa para no matar los bosques, así que fue de casualidad que leí la noticia el otro día, bueno la leí porque el tío que me prestó el periódico, me dijo que estaba hecho con papel reciclado y así la conciencia se me quedó más tranquila, ¿no? Pero luego, vaya sobresalto, va y me entero de que a un industrial que yo conozco, le hacían una interviú, en plan “ésta es su vida”. El hombre, que invertir en Aragón, que es lo nuestro, lo nuestro por aquí, lo nuestro por allá, las competencias y las transferencias y las reverencias, el amor a su tierra, que se ha comprado una parcela en la montaña y eso, lo que ha luchado y ha trabajado para poner en marcha la planta nueva, los camiones cisterna, o sea, las cubas de la empresa y tantos miles de toneladas de producto al año, competitividad, el reto de Europa y, como de pasada, en el tema de los vertidos, polémico sí, polémico no… Resulta que el control sale muy caro, los filtros salen muy caros y, echando cuentas, sale más barato pagar si te multan, que hacer instalaciones que no tienen ninguna rentabilidad, productividad cero, mejor asumir el coste de las sanciones.

Cochambrose Earth
¿Seré capullo? Pensé, no fumo y me trago las bafaradas y tufarreras de este desalmado. Yo venga a recoger vidrio, las pilas, el papel, no compro un espray ni para matar los mosquitos de por aquí, que son como helicópteros que, en vez de picarte, se te llevan en volandas a donde tienen ellos la mesa puesta, con cuchillos y tenedores… Venga gasolina sin plomo, detergentes sin fosfatos, alimentos sin envases de plástico, que estoy sensibilizado, lo que se dice sensibilizado y concienciado, para que venga este mamón y me llene la biosfera de mierda, con el rollo de que así es competitivo, porque los filtros son muy caros y, en tiempos de crisis, bastante ha hecho con no hacer un ERE fraudulento como todos.

Mefitic Wood
Pues así ha sido como me he apuntado al comando “Represalias Tóxicas” del que soy fundador, socio, presidente y único integrante por ahora: la primera acción ha sido enterarme dónde tiene el fulano éste su parcela en la montaña y, aunque la rodea con una valla, alta como la de Melilla, y la adorna con dos perrazos como vacas lecheras que se hubieran puesto los cuernos de colmillos, salto intrépido al interior de su muy bien protegida y conservada parcela, que dan ganas de preguntar qué Parque Nacional es ése que se ha comprado… Y le entierro allí toda clase de pilas: alcalinas, de litio, recargables, de manganeso, baterías de móvil, amén de filtros de cigarrillos, esprays de lubricante medio llenos y algún residuo radiactivo, si un lector tuviera la bondad de mandármelo. Si va a ser que esto no tiene remedio, pues que la pringuemos todos, ¿no?

No fumo, ni mato ballenas, protejo a los pingüinos del bulling, entierro por el campo los huesos de melocotón, de aceituna y de cereza, las pepitas de sandía y las bellotas; no abandono, en cambio, neveras, televisores, microondas, ni otros electrodomésticos no biodegradables, no…»

Pollution County
Y aquí se acaba la historia de Pepito Zanahoria. Yo no sé qué pretendía el Resentido con esta destartalada ficción. Y si no se la publico, me hablará, dos meses seguidos, del Poder de la Censura cuando uno la convierte en autocensura. Si lo agarro, lo escamocho.
 
 

jueves, 5 de junio de 2014

El Futuro Está Pasado De Moda

Tirando documentos y papeles viejos, ocupación a la que nos entregamos los pocos jubilados que no somos aficionados a jugar a las cartas, he topado con un texto que escribí en 1981, para hacer reír a un amigo con el que me carteaba por aquel entonces. Me ha parecido de un humor tan obsoleto, que no he podido renunciar a digitalizarlo. Hay que advertir que, en la época en que fue escrito, nos invadía, como en ésta, el más negro pesimismo y para colmo se habían puesto de moda las predicciones del futuro, las centurias de Nostradamus y mentecateces por el estilo. Sin más comentarios, lo transcribo y que el Cielo me perdone.

«Del libro del eminente futurólogo polinesio nacionalizado monegasco, Profesor Leopoldo W. Castradamus, publicado en España por la editorial Higiénico Estraza y Cuñados, con el título de “Su futuro no vale un duro” (El título original en francés es “J’ai perdu ma plume dans le jardín de ma tante et il faut être un cocu pour la retrouver”), plagiamos escrupulosamente los párrafos finales, relativos a las previsiones para 1982.

Enero. El Papa Juan Pablo II será asesinado por un obispo de una iglesia rival, el cual, después de golpearle repetidas veces con un incensario del nueve corto, se dará a la fuga disfrazado de guerrero Mandinga y pidiendo asilo político en El Corte Inglés. El cónclave, reunido en torno a la garrafa de Oporto, decidirá, tras largas libaciones, nombrar sucesor de san Pedro al Orfeón Donostiarra.

Febrero. Comercialización de armas nucleares portátiles y venta masiva de las mismas; armas atómicas en miniatura para broches, collares, llaveros y souvenirs. Fuerte apoyo de las mismas, con vallas publicitarias y “spots” en televisión del estilo de “¿Qué haría usted si un submarino ruso saliera de su bidet? Proteja a los suyos con misiles de plutonio enriquecido con vitamina C. Más de ciento diez expertos militares los recomiendan. El capitanísimo general Golpando de la Esvástica en persona reconoce haberlos usado para incinerar huelguistas.”

Marzo. El Comité Olímpico Internacional elegirá definitivamente el Polo Sur como sede de los Juegos Olímpicos de 1984.

Abril. Inglaterra devolverá Gibraltar a Marruecos.

Mayo. Los representantes del Alto Volta triunfarán en el festival de Eurovisión con la canción: “Awo Ditumé kili mânturé Toâla uko Gälombetsi yé miytú are’are Caliqueño”. La decisión de los jurados será fuertemente contestada por la representación de la República de San Marino, que acusará a los altovoltaicos de plagio, en letra y música, de aquél célebre: “Blanca y radiante va la novia…” En último término, el fallo de los jurados recaerá en los niños del Colegio de san Ildefonso, que obtendrán así el primer premio.


Junio. La esposa del celebérrimo acuarelista académico, pintor de batallas y decorador/interiorista español Antoni Tàpies, suegro ilegítimo del no menos célebre cantaor Copito de Nieve, se fugará con el heredero del trono de Singapur. Declarará a la prensa del miocardio, que se vio obligada a tomar semejante decisión, al haber adquirido su marido la muy occitana costumbre de entonar vigorosos cantos gregorianos al tiempo de cenar fideos, con lo que ella quedaba cubierta con un a modo de alimenticio mantón de Manila.

Julio. Un mulato de Costa Rica violará a la criada del psiquiatra de la esposa de un senador norteamericano. Como represalia, el Octógono planeará la invasión del citado país caribeño, mandando tres compañías de paracaidistas, a bordo de sendos submarinos. Los paracaidistas se ahogarán todos sin excepción, al arrojarse por las escotillas de los submarinos. El alto mando militar norteamericano acusará formalmente a la Unión Soviética de infiltrar pulpos adiestrados en aquellas aguas, con el fin de impedir salir a la superficie a los infortunados paracaidistas.

Agosto. Don Leopoldo Calvo Tejero, Presidente del Gobierno, y los cuarenta ministros ucedeos serán secuestrados por sus sobrinitos de Fuerza Nueva y obligados a posar, brazo en alto y mano extendida, para una foto colectiva que se remitirá al Parlamento Europeo, con la siguiente nota al pie: “Nos hemos arrepentido y volvemos a ser los de antes, la reserva espiritual de Occidente. Cerdos, rojos, ateos, masones, demócratas, liberales… ¡Temblad!”

Septiembre. Una epidemia desconocida se declarará violentamente en todos los países desarrollados. Será bautizada con el nombre de Eructo Putrefacto. Los aquejados comenzarán a eructar con incontenible violencia y pestilencia creciente, hasta un punto en el que los fétidos truenos epiglóticos serán tan brutales que los enfermos se vaciarán de tripas y vísceras, de dentro a fuera por la boca, envueltas en unas fumarolas sulfhídricas y unos líquidos viscosos de hedor insoportable.

Octubre. La Academia sueca concederá el Premio Nobel de Literatura al polígrafo español Fernando Vizcaíno-Casas, a raíz del impacto de su última obra: “La España que yo quiero: de Torquemada a Tejero”.

Noviembre. El anciano Presidente de los USA, Donald Reagan, morirá de un empacho al intentar devorar su segundo potito Bledine de hamburguesa con frambuesa y corn flakes.


Diciembre. Se producirá el Fin del Mundo, del modo y manera descritos con todo detalle en el Apocalipsis de San Juan. Si bien con un poco de retraso, debido a que no todos los Arcángeles pudieron proveerse de las reglamentarias trompetas de bronce, habiendo de aparecer algunos de ellos, a última hora, con matasuegras; también hubo que abastecer el evento con extras adicionales, al no ser suficiente el número de bienaventurados titulares con plaza, para dar el adecuado lucimiento y la conveniente majestad a la venida del Cordero, tan esperada como inoportuna.»

Tal como éramos. Y todo gracias a la Paleografía y la Arqueología. Un poco más “progres”, aunque menos alcanzados por la corrección política. Un humor entre gótico, rancio y post punk. Qué cosas.


martes, 3 de junio de 2014

La Desesperación De Espronceda

-¡Qué vergüenza! - dice en un episodio de "Los Simpson", Marge - Las únicas canciones que sabemos cantar, son las de los anuncios de la tele.

- Antes, - me contaba una vez un agricultor de Tarragona, - los tractores no tenían cabina con aire acondicionado, o ni siquiera había tractores, pero oías cantar en los campos.

El sociólogo amateur que me habita a la que me descuido, dice que éste es un simple, feo y triste fenómeno de aculturación, en el que, en pocos años, han perecido muchas de las facetas del acervo cultural del grupo humano en el que estoy inmerso. La dominación se ha ejercido a través de la publicidad, el mercado, el desarrollo económico, el bienestar... Y ahora resulta que nos van a sacar de allí y nos habremos quedado sin nada: sin la canción, sin el gusto por las palabras, sin la capacidad de recitar, atender a un discurso, leer críticamente o estar de tertulia con los vecinos y paisanos en el patio de luces, en una terraza, frente a un puesto del mercado... Como decía Finkielkraut en el libro que comenté meses atrás, nos hemos convertido en zombies satisfechos (y, con suerte, mileuristas)... Pues marchemos todos y yo el primero por la senda (constitucional) de los zombies felices.



Mi padre, que en paz descanse, se complacía en recitar, de memoria, largos poemas de orientación bizarra. Cuando éramos niños, nos atemorizaba con éste, que atribuido a Espronceda, compendia en clave autoparódica todos los excesos de la poesía Romántica. Como a mi señor padre le gustaba mucho y hoy lo he leído en un libro que creía extraviado, lo escaneo y lo cuelgo aquí.

Es un poema largo, campanudo y rotundo, sus heptasílabos están llenos de deliciosos ripios y opino que cuadra muy bien en un blog orientado a una edad que ya frisa la tercera. Disfrutemos de sus caricaturescos excesos, convirtiéndonos por cinco minutos en unos bicharracos.





Por si te da pereza, también he encontrado un vídeo donde es recitado de un modo muy gallardo. con un audaz crescendo e imágenes apropiadas. Pongamos que funciona el enlace:
http://youtu.be/In1WIt-ayfU