lunes, 30 de diciembre de 2019

Entusiasco 2.0, El Regreso

En el año y medio que llevaba aparcado este blog, casi he llegado a olvidarlo. Sin embargo, el otro día tuve la ocurrencia de mirar el escritorio de blogger y, ¡sorpresa! las visitas habían ido manteniendo su ritmo y ahora pasaban de 200.000, ¿navegantes despistados que no saben lo que buscan o espías de Putin? 

Cuando lo dejé, fue debido a que se me estaban apagando las luces y la ceguera me hacía casi imposible enfrentar la tarea de configurar una página con texto, imágenes, vídeos, musiquillas y el resto de martingalas con que trataba de enriquecer la presentación, para hacerlo más visual y más atractivo. 

Eso ha quedado fuera de mi alcance: ahora deberé limitarme a la escritura pura y dura, así pues, prometo aburrimiento sin tasa al desdichado usuario que, a partir de ahora, verá el blog convertido en una acumulación de párrafos y párrafos apilados con lo que, calculo, lo cerrará horrorizado en 169 milisegundos. Bueno, no se perderá gran cosa. 

Para paliar la insoportable matraca de la letra sin aderezos, me propongo hacer párrafos más breves y entradas más cortas, trescientas o cuatrocientas palabras y a chuflar. Más de eso sospecho que no va a leer nadie. O, a secas, nadie va a leer esto, con lo que aspiro a convertirlo en un blog secreto y, habiéndome adueñado de semejante libertad, podré decir lo que me salga de los cojones. 

Con unos cuantos colaboradores a los que he conseguido engañar, puedo prometer además que las entradas serán más frecuentes que en la versión Entusiasco 1.0 y aún menos interesantes, en todo caso, ya se irá viendo. En fin, justo lo que este país necesita, otro mentecato escribiendo insensateces para acrecentar la polución digital, no me hagáis ni puto caso. 

La de porquerías que almacena Google.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Una Campaña Navideña Genial

Gonzalo Pecia era rubio antes de ser calvo. Era gordo antes de ser obeso. Tenía un ojo de cristal y el otro de alabastro., o de jade, no me acuerdo. Había sido un abogado de familia católico y adinerado con bufete en la Rambla de los Caracoles, la arteria principal del ghetto barcelones conocido como ZOCO (Zona Constitucionalista).

Era además un fanático practicante de la virtud de la Caridad, la hermanita pobre de las virtudes teologales, caída en desgracia con la implantación del Estado del Bienestar.

Las campañas de Navidad impulsadas por Gonzalo languidecían: los pobres eran muy desconfíados y preferían un subsidio, una prestación social, una pensión por mísera que fuera, a las generosas limosnas patrocinadas por nuestro hombre. Los ricos donaban casi todo lo que conseguían evadir de una asfixiante fiscalidad, que solía ser mucho, pero nadie reclamaba las latas de anchoas, de zamburiñas, de ventresca, los paquetes de garbanzos, de alubias pintas, de arroz integral... Los juguetes clásicos, peonzas, combas, juegos de damas, muñecas de gutapercha, eran rechazados por los niños pobres que desembarcaban de las pateras.

Claro, donar efectivo hubiera tenido los mismos problemas burocráticos que saturaban y estancaban a la Administración: ¿quién era más pobre? ¿Quién estaba más necesitado de la ayuda?

Entonces Gonzalo tuvo una idea "genial" para la Campaña del presente año. Idea que ha llenado de polémica y de céntimos sueltos el ágora de nuestras ciudades. Propuso que, todo aquél que quisiera participar mitigando la miseria de sus semejantes, se deshiciera, arrojándolas en aceras y plazas durante tres semanas, de todas sus monedas de uno, dos, cinco y diez céntimos de euro.

De este modo, se mataban dos pájaros de un tiro: se combatía la miseria que afecta a capas crecientes de la población, golpeadas por la crisis, sacudidas por la precariedad y machacadas por la carestía del transporte público, del recibo de la luz y del teléfono, en fin, depauperadas por la avidez de los ricos y de los políticos.

Y no sólo se remediaba la necesidad y el peligro de exclusión social: al tenerse que agachar para recoger los óbolos, mendigos, vagabundos, pordioseros e indigentes eran mantenidos en forma por las reiteradas flexiones.

Que no todo el mundo puede pagarse un gimnasio.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Odio La Navidad

Ignoro a qué es debido que las fechas del 24 y 25 de diciembre sean, para mí, as más temidas y aborrecidas del año. No se debe a una cuestión de creencias: mi fe católica caducó, más o menos, cuando yo contaba trece años y, tanto tiempo después, carezco de la inquina antirreligiosa de tantos compatriotas. Ni siquiera soy anticlerical. Es un tema que me la suda.

La morbosa exhibición de consumo asociada a las fechas tampoco es lo que me molesta. No me conmueven los regalos ni las comilonas. Al ser un rivilegiado del primer mundo, como bien y bebo a gusto siempre que se me antoja, cada vez con menos excesos por mor de la edad. Como ciudadano de un país desarrollado, cualquier ocasión es buena para comprarme todas las chucherías útiles o inservibles que se me antojan. De niño, inmerso en un ambiente económico de mucha mayor escasez, por supuesto que me ilusionaban los mazapanes y turrones, por supuesto que me deleitaban los juguetes y obsequios. Entonces me jodía bien: no había recursos para tanto deseo. Ahora que tengo más medios, me falta el deseo, así que me vuelvo a joder bien.

No, no es nada de esto. De niño yo apreciaba las festividades que daban lugar a reuniones familiares: ahora es esto mismo lo que me horroriza. No voy a descubrir aquí el declive de la institución familiar en este lamentable país de 1'3 hijos por pareja y bajando. Un explicable suicidio colectivo, si a la peña le intranquilizan tanto las reuniones familiares como a un servidor.
Y es que son incómodas, turbulentas, agobiantes y fatigosas. Siempre se acaba discutiendo. Siempre termina uno con mala conciencia por lo que dijo o por lo que calló, por los malentendidos acumulados, por el dolor de un pasado huido e irrecuperable, por la certificación del paso implacable del tiempo.

Sin contar con la generosidad sin recompensa, con el trabajo sin agradecimiento de los anfitriones, que se ven invadidos y enjuiciados por una turba impaciente de jóvenes que, como es característico, siempre desean estar en otra parte, de mayores intolerantes y gruñones como yo y de niños latosos e impacientes. Yo derogaría la Navidad para todos menos para estos últimos. Los más pequeños son los únicos que, si no están muy pervertidos, saben disfrutarla y apreciarla.

Una vez, cuando vivía en Barcelona, me fui a comer el día 25 a un modestísimo restaurante de la calle Tallers, donde el resto de comensales eran viejos solitarios o desfavorecidos. Es la única comida de Navidad que me ha dejado huella.

miércoles, 30 de mayo de 2018

La Uruguaya - Pedro Mairal

Pedro Mairal, no lo digo en broma, con ese nombre y apellido, pensé que era un escritor de Huesca, y no, se trata de un escritor nacido en Buenos Aires en 1970, un hombre que ya tiene cierto reconocimiento y que, con esta novela, "La uruguaya", parece haber alcanzado un grado de consagración importante a nivel de crítica y público.

Mi afición a los hit-parades me llevó a tropezar en el suplemento "El cultural" del diario "El mundo" con este título en el apartado "mejores novelas" en español de 2017. He leído unas cuantas que me han parecido poco interesantes y luego me he topado con "La uruguaya" de Mairal que, por fin, me ha dado un buen pelotazo en la cara, muy estimulante, te la recomiendo al 100%.



Con este texto tan sugestivo, podrías establecer un forcejeo de, como mucho, entre dos y tres horas que te va a dejar extenuado. Es breve y se agradece, no por la dureza ni  por la pesadez de un relato ágil y vivaz, pero sí por la intensidad emocional de un pasaje, de unos aconteceres, que relatan un cosmos en apenas un día en la vida del protagonista.


Un personaje/narrador tan temerario e incoherente, tan embrollado e irreflexivo, que tanto tú como yo, incautos lectores, no tenemos escapatoria: estamos atrapados en una identificación, en un reconocimiento que nos llevará a sufrir, sintiendo las ambiciones, infortunios y desaciertos de Lucas Pereyra como propios.


Un relato contado desde una vehemencia que nos hace partícipes del destino del tal Lucas, un apasionado e irresponsable cuarentón casado, un escritor sin blanca, que se dispone a un periplo de una sola jornada que lo llevará de Buenos Aires a Montevideo, de donde regresará siendo otra persona mucho más aperreada y algo más... ¿sabia? ¿madura? Yo qué sé.



El porqué de tal viaje lo explica Mairal en este pasaje:  «Había abierto en abril la cuenta en Montevideo. Recién ahora en septiembre me llegaban los anticipos de España y de Colombia de dos contratos de libros que había firmado hacía meses. Si me transferían los dólares a la Argentina, el banco me los pesificaba al cambio oficial y me descontaban el impuesto a las ganancias. Si los buscaba en Uruguay y los traía en billetes, los podía cambiar en Buenos Aires al cambio no oficial y me quedaba más del doble. Valía la pena el viaje, incluso el riesgo de que me encontraran los dólares en la aduana a la vuelta. Porque iba a pasar con más dólares de los que estaba permitido entrar al país.» Aun en este párrafo (y es uno de los más densos de la novela), se ejemplifica el estilo con que está escrita: frase corta, económica, clara y contundente, simple y ágil, efectiva. Debe haber podado de lo lindo para explicar el corralito argentino y sus consecuencias con tan poquísima paja.


Si eres hispanohablante de este lado del Océano, debo prevenirte de que el libro está escrito en el español de Argentina. Poco o nada dificultoso si de joven leíste Mafalda, entonces ya sabes lo que es la heladera o el lavarropas, así que sólo necesitarás un poco más de contexto para saber lo que es cogerse una mina en un telo, pero bueno, sobrevivirás (con el interés intacto, creo).



Hace muchos años, para señalar que una película tenía lo imprescindible y lo esperado, decíamos: "emoción, intriga y dolor de barriga". En esta breve novela, la emoción viene de la mano de amores con giros imprevisibles, el de la esposa, o el de la joven uruguaya (una pasión pujante, inmadura y arrolladora); la intriga la pone el asunto del dinero, ¿logrará Lucas hacerse con los dólares y ponerlos a buen recaudo? Y el dolor de barriga también surge, casi al final, pero esto no te lo chafo. Rotunda y poliédrica, esta historia que más bien tendría que ser triste y deprimente, me ha hecho reír a carcajadas... sin dejar de conmoverme. Ah y me ha iluminado en sutiles diferencias que ignoraba, entre Uruguay y Argentina, algo que a miles de kilómetros piensas que no vas a entender ni te va a interesar, pero te acaba cautivando, qué cosas.

jueves, 17 de mayo de 2018

Unión Europerra

"¿Justicia belga, eh? Menudo oximoron, en un país donde se escapan los terroristas, los pederastas y los golpistas, en el mismo tribunal, haciendo peinetas y pedorretas a jueces, fiscales y otros carcamales". Observaréis, por la afición a la rima fácil que, el que así habla, es mi amigo el Resentido, que se ha rapado la hirsuta pelambrera que rodeaba su rotonda y se ha tatuado en la nuca la cruz de Santiago. Está horrible y decrépito, igual que siempre.

Como lleva cuatro o cinco cervezas en su panza desmesurada, continúa hablando, o sea, pontificando: "¿Tú te acuerdas de aquél miserable descerebrado que mató en Cuenca a su novia y a otra pobre chica, las enterró en un descampado y se fue en coche, huyendo hasta Rumanía, donde lo pillaron gracias a que el muy idiota no había desactivado el localizador del móvil? Lo reclamó la justicia española y, a las pocas semanas lo entregaron." "Claro tío, fue un suceso muy sonado." "Hombre, hubiera sido más sonado si las feministas hubieran armado uno de sus habituales alborotos, pero a lo que yo iba es a que el impresentable aquél se equivocó." "Joder macho, un delito tan grave es ya una equivocación muy funesta ¿no?" "Bueno, pero lo que yo quería decir es que el maromo equivocó el rumbo de su huida: imagínate por un momento que se va a Bélgica. Se cursa la orden de detención, la euroorden, que dicen los pijoteras y el tío, tan tranquilo, que si las garantías jurídicas, que si el delito de doble asesinato no está tipificado en Bélgica del mismo modo que aquí, que si defectos de forma. Igual que en Rumanía lo entregaron en tres semanas, en Bruselas llevarían más de treinta meses toreándonos y es que se creen autorizados a todo, piensan que somos un país de mierda, que aquí solo hay camareros y limpiadoras y que nos pueden ningunear sin problema. Pero a esos giliflautas esta vez les va a salir el tiro por la culera: aquí van a descuartizar España de gratis, pero a continuación la comunidad europeorra se irá a tomar por culo en cuatro temporadas de otoño."

Apoyo atómico a la causa independentista

Me muestra el periódico, el de la Brunete mediática, claro y al fin sé a qué se refiere: "Bruselas ha denegado la extradición de los golpistas por un defecto de forma en la solicitud que han tardado cinco meses en detectar, eso es dislexia, sí señor". Para aplacar su cólera, le pago las cervezas mientras le digo sin mucha convicción:  "bueno, pero estos no han matado a nadie..."


"Dales tiempo", me contesta, se levanta y se va. Siempre se va con la última palabra, pero me deja pensando, ¿qué es más grave, un doble asesinato o promover un conflicto civil que puede llevar, Marta Rovira dixit, a "un baño de sangre"?


El éxito editorial que conmocionará Europa

Bueno, yo no considero que lo de la justicia belga sea para tanto, a mi modo de ver, la untuosa y prepotente Comunidad Europea no va más allá de una unión monetaria, por eso escribo en el título Europerra, porque solo está referida a la cosa de las perras, por lo demás, a mí no me resulta ni más ni menos ajeno un belga que un marroquí, o sea que mucha comunidad tampoco hay. El antieuropeísmo del Resentido no va más allá de otra de sus poses: no se va a renunciar a esta unión de comerciantes y mercaderes que parece haber traído un cierto bienestar material (y una buena dosis de anestesia), por un quítame allá estas pajas jurídicas. ¿O sí?


Fake flag 1. La quise diseñar ¡y ya existía! Los EUC

¿Alguien piensa seriamente que el euroescepticismo puede prender en España como ha prendido en Italia o Francia?¿Que hay por ahí un Juan Marino El Pene capaz de aglutinar el descontento que nos produce tanto intervencionismo, tanta chorrinormativa y tanto sinvergüinepto colocado con un momio de dietas, viajes, sinecuras, prebendas y disfrute de gabelas, por no hacer aparentemente nada en Bruselas, en Estrasburgo o en Eurodisney?


Fake flag 2. La futura bandera de la CEE

Eso por un lado, y por otro, tanta inanidad, tanta desidia, tanto camelo, tanto fraude... Yo, hace un mes, no lo hubiera creído posible. Ahora lo creo altamente probable: cuando las potencias que quieren desestabilizar a la muy insustancial CEE sepan cuál puede ser, aquí en Expaña, la otra pata de la pinza, igual pueden financiar y sacar de la nada a la vieja autarquía... Cosas veredes, amigo Sancho.

sábado, 12 de mayo de 2018

This Was Euskadi

Quizá, en el futuro, tengamos presente al 2018 como el año de la desaparición de ETA. Yo personalmente lo dudo muchísimo, considerando que no se han cercenado, ni de lejos, todas las cabezas de la funesta hidra.

Hidra que, con singular tesón, dio por saco a dos generaciones de españoles, mató al librero de mi pueblo y a 900 personas más, capitalizó la vida política mucho más allá de lo que habrían deseado los ciudadanos decentes, de haberlos habido en este aporreado país, y creó uno de los más siniestros focos de violencia gratuita, malestar público y argumentación vomitiva.


Por desgracia, disiento absolutamente de todos los que afirman que este horrendo horror "no ha servido para nada". Y es que lamento constatar que no es así: a mí me queda la sensación de que han ganado.



Han conseguido sus objetivos políticos: ellos o sus arteros padrinos, testaferros y beneficiarios gobiernan en el País Vasco y Navarra. Con su última simulación, han logrado que, en los medios, se hable más del acercamiento de los presos (que, en meses, pueden verse alojados en el Astoria 7 o en el Domine Bilbao) que de las víctimas (de las que, en TV3, se reían sanamente, mano a mano, "¡eso dice la policía! Je, je" presentadora y asesino. En la SER, el día del fatuo, ridículo y no patriarcal comunicado de los de la caperuza kukluxklánica, a las víctimas ni se las mencionó, hablaron, eso sí, con el juez Garzón, que dijo tener "mal sabor de boca por lo de los GAL", el juez Halazón, eso es honestidad, sí señoría, en vez de ensañarse con los ¿300? criminales que se están descojonando, inmunes a togas y pelucas, porque no los han pillado ni se les espera)...


A los fiambres, que les frían un paraguas, al fin y al cabo casi todo eran maketos y txakurras. Y me tomo tiempo si no acaban en la memoria "histórica" como "enemigos del pueblo" (no "vasco", del "pueblo" a secas, ¿verdad, Pablo Manuel? Y es que los demás también lo vamos entendiendo.



Sin embargo, no creo que se haya ido ETA para siempre: el día que necesiten acelerar algún "proceso", o configurar un nuevo "escenario", ¡Pum! aquí tendremos a ETA auténtica, o reconstituída, o escindida, y los de Ciudadanos caerán como conejos (ojala me equivoque, me pongo la mano en la frente y así toco madera).


Bueno, tenemos el comunicado solemne... pues voy yo ¡y me lo creo! Los etarras se han vuelto buenos y, a partir de ahora, van a dedicarse a combatir el maltrato global y el calentamiento animal, al misticismo sufí, a las prácticas veganas y a formar unidades familiares no patriarcales, estilo comuna anticapitalista suiza, aunque, ay, en una noche de añoralgia pueden echar de menos la opulencia que les traía el "impuesto revolucionario", o la sublime sensación de poder divino, que debe dar apoyar el frío cañón de un arma en el occipucio de un individuo que, con el miedo, se lo está haciendo encima; el paintball no es lo mismo, supongo, aparte de que te pueden saltar un ojo, cosa que jamás haría un prisionero maniatado en un zulo.



Lo que sí será el 2018, es el año de la desaparición de Interviú, institución algo menos lamentable que la citada en el comienzo, pero que parecía igualmente imbatible; llegó a vender cerca de dos millones de ejemplares semanales en el último cuarto del pasado siglo, combinando una fórmula que parecía imperecedera: culos y tetas, con amarillismo político disfrazado de rebeldía progresista, antifascista y alarmista...


Guardo, desde hace casi 20 años, estas repugnantes páginas tituladas "This is Euskadi", están escaneadas con pocos medios, así que si tratas de leerlas te pueden sangrar los ojos; sin embargo yo te recomiendo el esfuerzo, porque la bajeza con que pueden ser tratados algunos temas en los medios y la inanidad del público sometido al aplanamiento intelectual y moral, que parecen tan actuales, son de hace 20 años, de hace 40, de hace 80, vamos, desde que poblamos el planeta las masas inermes y ávidas de inmundicia.


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Ah, y ¿ves como han ganado? hoy se titularía "This is Euskal Herria"; hoy, además, sin culos ni tetas, cuya exhibición responde a gustos y preferencias netamente patriarcales (y obsoletas). Ya predijo Dalí  (en TVE, lo juro) que se avecinaba una era de puritanismo y castidad.


Concluyo con una perla encontrada ayer en la edición digital del Periódico de Catalunya:


Urkullu: "No es ético hacer sufrir a las familias de presos de ETA".


Me pregunto qué significará "ético" para este albacea de los  depredadores... ¿Y qué es ético para las familias de los muertos? ¿Escuchar en TV3 que eran unos "chivatos"? Ah, empatizar con los terroristas y la ética del "todo vale desde nuestra superioridad moral", ya te capto.



No pidáis perdón, chicos, yo tampoco lo pido cuando me descojono de risa, cada vez que me acuerdo del graciosísimo incidente en el que a Olaia Castresana se le fue la olla. Desde luego, tampoco es como para empatizar conmigo, la gente, en ocasiones, somos himphames, hinpresetavles y bomiti boss.

miércoles, 18 de abril de 2018

Humanidades Y Digestión

Estoy en una especie de caverna de Platón, con las paredes empapeladas con titulares de periódicos y tengo la sospecha de que la realidad política, social y económica, aquella de la que se ocupan las mal llamadas ciencias, mal llamadas humanas es, en nuestros días, de una complejidad rayana en lo inaprehensible, yo ni la aprendo ni la aprehendo; todos mis esfuerzos encaminados a estudiar, a informarme, todos mis esfuerzos orientados a la comprensión básica de estos fenómenos, tropiezan, puede que debido a mi escaso talento, puede que debido a la poca fiabilidad de cualquier fuente actual, con un muro de confusión e impenetrabilidad que me arroja, una y otra vez, como un Sísifo iletrado, a las tinieblas del no saber. Parece mucho más sencillo, por poner un ejemplo, resolver el cubo de Rubik con los ojos vendados, que desentrañar la política de subvenciones a la cultura de cualquier gobierno regional.

Por eso me llama tan poderosamente la atención, casi todos los días, el empeño de muchos de mis compatriotas de acogerse a interpretaciones sencillas, a soluciones simples y a valoraciones superficiales, altamente teñidas de filtros ideológicos.



Yo que dudo sistemáticamente, de una manera tanto o más radical que Descartes: en ocasiones me parece que estoy como pensando, luego tal vez exista a ratos inciertos... Así pertrechado, no comprendo las seguridades ajenas, “sí hombre sí, esto es así, porque lo digo yo y tú eres un puto imbécil, como todos los tuyos”. Pienso que si supiera quiénes son los míos, ahora mismo los llamaba y te ibas a enterar... Determinados grupos políticos, mediáticos, determinados entes sociales, van de certeza en certeza (y de cerveza en cerveza) con una naturalidad que nunca se desgasta, sin preocuparles prueba o testimonio de una verdad que poseen desde que el mundo es inmundo; a veces, desde mi posición de enseñante, he tratado de filtrar algún compromiso de verificación con conformidad a hechos y me han mandado a tomar por el culo: las evidencias de según quién no necesitan someterse a demostración. Con harta frecuencia me quejo de que la lógica parece haber retrocedido 2600 años y haber regresado al vetusto argumento de autoridad, aquél que acredita los libros sagrados, o el programa electoral de Podemos.


Como muchas personas, tengo un fuerte complejo de inferioridad frente a gentes más asertivas: algunas de las que se manifiestan entre aquellos de mis contemporáneos que han accedido a algún tipo de altavoz, rayan en el autoritarismo mental y ni siquiera parecen respetar mi derecho a sentirme perplejo.



Centraré mi atención, hoy, en el montón de yihadistas laicos que me acobardan desde su superioridad moral autoproclamada. Este es un fenómeno exclusivo de las sociedades libres y plurales. En las sociedades cerradas y sometidas, como la España de hace 60 años, no cobra ningún sentido, ya que el grupo dirigente se arrogaba, no solo la superioridad moral, sino todas las demás: económica, lingüística, étnica, jurídica y física (o sea, la fuerza).


Por lo tanto, sólo tiene sentido interrogarse por qué, en una sociedad abierta, un grupo consigue establecer unas pautas a las que debe atenerse todo lo políticamente correcto. Después vienen las lecciones de ética, las consideraciones estéticas, las descalificaciones globales, las sensibilidades acordes con nuestro tiempo y los linchamientos en las redes sociales.


Señores del jurado: no me gusta la ópera (con más gusto escucharé “El muerto vivo” de Peret), no me interesa la gastronomía (prefiero un Burger King, también son expertos en la deconstrucción de la ternera), no simpatizo con la causa palestina, catalana ni antitaurina, no adoro las mascotas, es más, ningún animal me atrae lo más mínimo fuera de la hondonada circular del plato, no reconozco haber jamás ejercido discriminación por razón de sexo (salvo al follar), de raza, de confesión religiosa o de grupo cultural o lingüístico (solo entiendo dos o tres idiomas y bastante mal)...  En este momento, advierto con alarma que las doce miembras del jurado levantan la vista de sus móviles, fruncen el ceño y, no sé cómo, me doy cuenta de que todas han remitido el mismo WhatsApp al magistrado. “Culpable”. De inmediato, el magistrado se remueve en su sitial, llama a los guardias judiciales y susurra el veredicto. “Empalado público al amanecer. Sin lubricante”.


Voy a quejarme de la judicialización de la vida onírica y me despierto bañado en sudor: miro el reloj y son las dos de la madrugada. Me prometo a mí mismo no volver jamás a cenar pizza siciliana, ni barbacoa, ni napolitana... A mi edad, un puré de calabacín, o de puerros, seguido de una cuajada o un yogur, me harían soñar con las verdes praderas y los arroyos cristalinos de mi infancia, que luego mi adolescencia pobló de ninfas y náyades con uniformes de colegio, en vez de esta enojosa e inconsistente alucinación que he transcrito antes de que, con las luces del alba, se me extravíe para siempre.


"Dancing Queen" 1, 2 y 3, photos by Himphame.