lunes, 19 de febrero de 2018

La Chopera De Monzón En Invierno

Se llega a una fase en la que el marco donde uno pulula y se airea queda constreñido a tres calles de un vecindario o a dos caminos del campo, gratos para recorrer, observar y detenernos en sus repetidos y variadísimos detalles. 

El inexistente jardín de mi casa se prolonga en esta chopera de la que he tomado posesión en comandita con mis convecinos aficionados al running, a pasear el perro, a tomar el sol, o incluso a caminar en las indecisas mañanas de invierno.


En mi pueblo, el invierno es suave, no intimida el paseo matinal, además debo añadir que cada año es más corto y menos pródigo en vidriar los charcos con heladas o adornar las ramas con encajes de escarcha. Voy a tener que darles la razón a los cenizos pregoneros del cambio climático, pronto tendremos que mudarnos todos al Canadá, a Siberia o a las doradas playas de la Antártida, territorios que me consta que ya están situándose en el punto de mira de los especuladores inmobiliarios.



Pero, mientras tanto, el invierno desprovisto de sus gélidos temporales de viento, de sus fieras rosadas del amanecer, casi se disfruta a la incierta luz matinal de estos días, cuando ya las nieblas se disipan muy pronto y un sol tentativo acaricia con una luz lechosa los troncos de los chopos.



La luz, como de brumas coaguladas, era muy misteriosa en esas horas ya no tan tempranas. Me da la sensación de haber perdido el pulso fotográfico y no ser capaz de reflejarla en estas imágenes que comparto. La última, incluso, es una HDMI (a 1920 x 1080) que he puesto en el escritorio de mi ordenador, en previsión de que pueda surgir, uno de estos días, una mañana más turbia o menos atractiva.



miércoles, 14 de febrero de 2018

Huelga De Poetas En San Valentín

Esta madrugada había conseguido escribirte el poema definitivo. Todo el mundo sabe que resulta difícil escribir un poema de amor adulto sin que resuenen ecos de ñoñería, o cursiladas sonrojantes, o las más manidas frases sobre el corazón, las flores, la primavera, los atardeceres y otros recursos por el estilo, pero te prometo que lo había plasmado en el papel.

Con un tono sosegado y levemente elegíaco, había conseguido eludir el de aquellos versos tan relamidos que te envié el mes pasado y que, a su falta de originalidad, sumaban algunas carencias plásticas, descriptivas y estilísticas, respecto al amor que te profeso, que es mucho más de lo que en esas pobres líneas supe transmitir.


Un sentimiento tan intenso pide algo más novedoso que las rosas, algo más vital que los crepúsculos, algo más alegre que las gaviotas, algo más reciente que los arroyos, algo más sensual que los suspiros. Y me había esforzado en pulir la forma, en acomodar doce grupos de doce versos, en singularizar las emociones, en adaptar el tono lírico a la realidad de nuestras existencias cotidianas y sus anhelos.


Eliminé algunas rimas demasiado fáciles, canción con ficción, dictado con amado, vino con destino, después volví a revisar el ritmo de los versos, ajusté la acentuación para redondear algunos cuartetos y, finalmente, traté de eludir algunas influencias demasiado transparentes, el magisterio de Neruda en algunas imágenes, el de Luis Cernuda en el tono lírico general, la vena bombástica de Campoamor que, a veces, me sale por sorpresa.


Y esta mañana, a punto de dar las siete, gracias a un insomnio pertinaz y tras cinco horas de corregir, tachar y reelaborar, puse el punto final. Lo leí con incredulidad y di gracias, esta vez sí, a las musas que se habían acomodado a aquello que pretendía decirte y me habían permitido escribirlo tan diáfano y bello, que dolía el pecho y se humedecían los ojos... Pensé que, por fin tenía el poema que merecías.


Lo dejé sobre la mesa, mientras decidía si leértelo hoy por la tarde cuando estemos dando un paseo o reservarlo para el mes de octubre, cuando tenemos decidido celebrar los votos nupciales. 
Llamaron a la puerta y, mientras consideraba qué hacer me incorporé para abrir, extrañado ante quién  podría ser el que se permitía turbar el descanso del vecindario a una hora tan temprana.


Abrí la puerta sin excesivas precauciones y me topé con tres individuos malcarados, que llevaban pegatinas en el pecho “U.G.P”, leí, Unión General de Poetas, pensé, y el suelo se abrió bajo mis pies.

 - Compañero, sabes que hoy hay huelga de poetas en todo el ámbito estatal, formamos parte de un piquete ejecutivo.


 - Querrás decir informativo – contesté al que había tomado la palabra, un sujeto  fornido, con rastas y perilla teñidas de añil.


 - He dicho lo que he querido decir, listo. Que algunos reventáis las huelgas, escribiendo de tapadillo, y así la patronal y las fuerzas reaccionarias siempre se salen con la suya. Si esta vez no conseguimos un convenio de treinta céntimos por verso, cuarenta si incluye metáfora, siempre seremos unos explotados y unos pringaos. No hay que escribir una sóla línea hasta que nuestras justas reivindicaciones sean atendidas. Y a tí ya te tenemos calado de los paros anteriores, que escribes a tu aire, a tu puta bola, como si te hubiera venido aquello que llamaban la inspiración, y nunca respetas las necesidades y exigencias de la causa...


Mientras me endilgaba este rollazo, uno de sus camaradas se había introducido en la única pieza que constituye mi domicilio, la poesía no da para más, el lavabo y el váter son compartidos para todo el rellano, de sobra lo sabes.


 - ¡Aquí lo tenemos, compañeros! Este puto esquirol ha estado escribiendo un poema y bien largo, aún tiene la tinta fresca. ¿No nos irás a decir que esto es la lista de la compra?


El tipo enarbolaba orgulloso mi poema, comprimiendo y arrugando los folios. Exhibiendo su trofeo ante el de la barba añil que debía de ser el jefe, porque ordenó tajante:


 - ¿A qué esperas, Virgilio? Destrúyelo; las directivas son bien claras, hoy no sale ni una línea de poesía, va contra los acuerdos en firme de los comités del sector. Además éste está fichado y lo vamos a joder.



Intenté protestar dócilmente, aunque sabía que no había nada que hacer. El sujeto que no había intervenido hasta el momento, trató de consolarme:


 - Has tenido suerte de que no viniera el piquete de la "C.N.P.", ésos se hubieran presentado con una barra de acero en la mano y, con los antecedentes que tienes, te hubieran atizado un par de caricias en la crisma.


No tuve más remedio que darle la razón, los de la Confederación Nacional de la Poesía hubieran aprovechado de paso para destrozarme la habitación... Tampoco me esforcé en dejar claro que no era un sabotaje deliberado de la huelga, sino un poema de carácter personal, ¿para qué?


Cuando se fueron, dando un portazo y recalcando sus imprecisas amenazas, me quedé trastornado y con la mente en blanco. Pensé que podría haber sido capaz de memorizar el poema y esto me hizo sentir tan culpable como desvalido.


Para no presentarme sin nada en una fecha tan señalada, he bajado al Mercadona y te he comprado esta caja de bombones sin azúcar, tiene forma de corazón y me hace sentir un poco ridículo.


viernes, 9 de febrero de 2018

Ocho Apellidos Catalanes. La Comedia Plurinacional

Me hubiera gustado ver la gala de los "Goya", pero aquella tarde tenía que ir a entrecavar ciruelas y me la perdí, igual que el año pasado que estaba en el proctólogo y el anterior, por un compromiso inaplazable con las avutardas... Bueno, de este modo no sé qué novedades de nuestro cine merecen la pena, pero a mí me gustó mucho "Ocho apellidos catalanes" de Emilio Martínez-Lázaro, espero que le dieran un montón de premios, pues la disfruté casi tanto como "Las Autonosuyas", dirigida en 1983 por Rafael Gil y de orientación temática y estilística similar.


"El problema lo tenemos con los cuatro
funcionarios de siempre"

Debo agradecer la recomendación de verla al dirigente político y acreditado cinéfilo, don Pablo Manuel Iglesias, el cual tras su visionado, declaró con entusiasmo: "Creo que es la primera película que veo en la que hablan en catalán, español, euskera y gallego. La mayor parte de los ciudadanos han entendido ya que la grandeza del país es su diversidad y su plurinacionalidad" Ver en prensa. No te digo más, en cuanto me he topado con semejante joya fílmica en el catálogo de Netflix, me he lanzado a verla con el ánimo de convertirme en un ciudadano entendido en grandeza y plurinacionalidad.



"He tenido una pesadilla: volvíamos a ser españoles"

Cosa que, honestamente, no he conseguido. Me lo impidió un cierto tedio que, como si fuera un ruido de fondo, se apodera de la cinta de un modo creciente conforme el metraje avanza... No sé si Esteso y Pajares hubieran inyectado un poco más de credibilidad en los estereotipos comunes a las comedias que factura nuestra fláccida industria. Nuestro cine cómico rara vez busca una identificación con las vivencias de un espectador al que desprecia. Más bien basa su efectividad en proponer unas risas a costa de los adictos de todo tipo, los física o moralmente deformes, los pobres, los mariquitas, los tartamudos, los cegatos o los retrasados. En este caso, el blanco de las burlas son los alienados por cuestiones de identidad nacional y es de agradecer que lo haga con bastante ecuanimidad: vascos, catalanes y el resto de los españoles son reflejados como sujetos de una alienación igualmente perturbada y risible.


Peinada con rastrillo

No obstante, pese al horrendo peinado de la Lago, la rutinaria actuación de todo el reparto (a excepción de la Sardá, que compone un personaje verdaderamente gracioso), la carencia absoluta de gags notables (se quedaron todos en su antecesora) y el guión de una inconsistencia manifiesta, cuajada en peripecias sentimentales muy endebles (no, no está basado en Molière), pese a todo lo apuntado, digo, el filme tiene un valor inesperado en su haber: es premonitorio, pura anticipación.



Visca la república

Me explico: fue estrenado en noviembre de 2015 y casi no me cabe duda de que ha servido de inspiración a los artífices del "procés" que se han basado en aquél de manera milimétrica. 


En la película, Pau tiene una abuela muy rica y, para alegrar a la anciana señora en sus días postreros, finge la existencia de una república catalana independiente, que abarca a su localidad, a la boda del propio Pau y a todos los extras convencidos de una manera u otra; me recuerda a la indispensable "Goodbye Lenin!", solo que aquí sería "¡Goodbye Borbón!"

Indepes de buen rollito

Y el caso es que el "procés" en su materialización real ha ido, paso por paso, siguiendo el modelo de la película: hay una abuelita, llamémosla en clave "la madre superiora", a la que sus nietecitos, para heredar la masía, le han construido una república de fantasía y ensueño, también llena de figurantes, que se desviven por complacerla y que se vaya al otro mundo feliz y realizada. En vez de "basada en hechos reales", debieron poner en la pantalla: "basará hechos reales". Los hechos reales han sido más torpes y risibles aún que los de la pantalla, pero en eso no me meto.

Lo que pasa es que el libreto, que malamente valía para llenar una película de cien minutos de equívocos y chascarrillos, no alcanza para una serie de alto presupuesto en escenarios de lujo, Parlament, Palau de la Generalitat, Bruselas, Waterloo, con un episodio diario, que amenaza con perpetuarse ¿cuántas temporadas? Ya cansa, ¿verdad? Y lo que nos queda... ¡Y estos actores están todos muy por debajo de la Sardá! ¿Quién ha hecho el casting?




Bueno, pues cansemos todos y yo el primero por la senda inconstitucional: acabo con un "meme" actual, de elaboración propia, que tiene bien poca gracia, claro, como todo el asunto.


martes, 6 de febrero de 2018

Oryx Y Crake - Margaret Atwood

Ha ocurrido. Tenía que llegar y se nos ha llevado a (casi) todos por delante. Un mundo estragado por la desigualdad, la superpoblación y el deterioro medioambiental no sobrevive a la enésima revolución, esta vez la biotecnológica, que termina produciendo lo que la autora designará en una obra posterior como el "Diluvio Seco", una versión particularmente fulminante y cruel del Apocalipsis, el Armagedón, el exterminio masivo de los seres humanos...

Para tema de una novela, no parece en exceso entretenido, tierno,  optimista, humorístico, apasionante ni sutil, pero la escritora logra un sabio combinado de todos estos matices, añadidos al sabor principal del relato: lo desgarrador.



Te lo recomiendo

Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es una escritora canadiense que, en la actualidad, nos muestra la apariencia de una persona mayor frágil, sonriente y con un punto de coquetería, vivaz y activa, como comprobamos a través de este enlace: 

https://elpais.com/cultura/2018/01/16/actualidad/1516091421_335382.html.
Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (actualmente Princesa) en 2008, por lo cual debería ser mínimamente conocida por lectores de estos pagos, cosa que me temo que no ha ocurrido hasta, sí, por supuesto, el triunfo de una serie de televisión, "El cuento de la criada", basada en su novela homónima, la primera de las suyas que yo tuve ocasión de leer, quedando tan impactado que me he propuesto no ver un solo capítulo de la serie, prefiriendo lo construido en mi propia imaginación, antes que las imágenes televisivas, destinadas a decepcionarme sí o sí.

Margaret Atwood publicó "Oryx y Crake" en 2003 y, aunque en España salió casi enseguida, yo no me enteré hasta el año pasado y tú no sé a qué esperas.



Portada en español

Colindante con la Ciencia Ficción, el relato de Fantasía o el Terror, es o me ha parecido, muchísimo más que una novela de género, Literatura con mayúsculas diría, si no fuera pedante (el calificativo favorito de Crake).


En el libro, se nos traslada a un futuro, que parece cercano pero es bastante chungo: un planeta abarrotado habita en dos espacios diferentes, el de los "complejos" y el de las "plebillas" (lo que ahora llamamos ciudades). Los complejos son bastante guays, hay de todo en abundancia y los trabajos parecen mazo interesantes. Las plebillas, pues ya te puedes figurar, pobreza, inseguridad, basura, masificación y todo sucedáneos. De cerca, los complejos no son tan flipantes: sobra control y falta autonomía personal. Las sofocantes medidas de seguridad, protegen de los peligros exteriores pero, sobre todo, fiscalizan el desempeño interior (ay de los disidentes, los desertores y los traidores). Los complejos más avanzados se consagran a la manipulación biológica: cerdos donantes de órganos, pollos con doce muslos y sin cabeza, cosas así.



Portada 2

Como el asunto se les acaba yendo de las manos, o eso parece, por culpa de "una bioforma hostil" que deja al ébola a la altura del acné, el relato está construido desde la memoria de un superviviente, Jimmy "Hombre de las Nieves" un ser humano física y moralmente estragado por la desnutrición, los recuerdos y la culpa. A través de él conocemos a los otros dos protagonistas, su amigo, el megabrillante, todopoderoso e impenetrable Crake, y a la amada de ambos, la cautivadora Oryx que fue vendida en un pueblo del sudeste asiático a los traficantes y ha sido actriz porno infantil.



Premio Principe de Asturias

De la mano de estos tres personajes - ¿tres seres mitológicos? - vamos asomándonos a los secretos del fin del mundo; de sorpresa en sorpresa, nos explicarán este "borrón y cuenta nueva" con el destino del género humano, en una especie de refundación y, al cabo de más de 400 páginas, nos acabaremos de quedar patidifusos con un final abierto y sin habernos aburrido durante una sola línea.



Margaret Atwood hacia 1970

Una novela compleja, o puede que incluso ligeramente enrevesada, que requiere un pequeño esfuerzo, sobre todo al principio, hasta que uno supera la extrañeza y se sumerge en el mundo propuesto por la autora. Para empezar está lleno de neologismos originales y, desde luego, no es facil hacerse a los paisajes físicos y humanos posteriores a una hecatombe global, más aún si se construyen con un mosaico de flashbacks que no siguen una secuencia temporal lineal. Así que comenzamos bregando un poco y, a partir de cierto momento, fluye la buena literatura y el interés del relato es absorbente, quedamos hipnotizados por el frío espanto de una distopía que conocemos muy bien, que podemos anticipar a la perfección, que está quizás a la vuelta de la esquina. Las pesadillas son tan verosímiles y tan atroces que, aunque tengas un pulso apto para el robo de panderetas, podrías acabar temblando.



La autora en una imagen reciente

El horror y la esperanza se entretejen en las líneas de ésta, en mi opinión, cumbre de la fantasía científica. Ah y tiene secuelas, si como yo, no has tenido bastante, puedes continuar con "El Año Del Diluvio", donde explora puntos de vista complementarios que, sin darte el porrazo sorpresivo de esta obra, sí que completan y amplían el panorama (devastador) de la misma.