jueves, 7 de noviembre de 2013

Las Piedras Preciosas

Estaba en el Instituto, jugando a ser un alumno aplicado con moderación, haciendo mis primeros pinitos en la apasionante disciplina de la Química, cuando la noticia devastó mis sesos a medio cuajar: un diamante y un trozo de carbón tenían exactamente la misma composición química, la misma fórmula, estaban hechos de la misma materia y sólo variaba su aspecto exterior. Venga, pensé, obséquiale a una chica una piedrecita de carbón y gástale la broma, si te atreves, de asegurarle que, ni más ni menos, has puesto en su mano una piedra preciosa disfrazada de mendiga.

No me atreví a explotar semejante “gracia” y hoy pienso que tampoco es tanta la diferencia: los Reyes regalan carbón a los niños malos, mientras otros reyes regalan diamantes a las niñas malas, total que viene a ser lo mismo.

Dentro de cada uno de nosotros se esconde una urraca fascinada por las cosas que brillan y yo no me siento una excepción. Entre las láminas de mi antigua enciclopedia, me recreaba la vista con ésta de piedras preciosas y me imaginaba que, a lomos de un velero, yo era Simbad el Marino, afrontando los peligros del monstruoso pájaro roc, para conseguir recoger unas cuantas de estas gemas. Los peligros reales, los he afrontado en las joyerías preguntando, sin temor al infarto, el precio de algunos pendientes o de algún anillo con brillantes como cabezas de alfiler, cuyo astronómico monto me ha llevado a regalar libros, bombones y otras cosas más asequibles, pese a lo mucho que me gustan las joyas, contemplarlas digo, ya que sería del todo incapaz de llevarlas.

 
En las láminas que he escaneado, además de las ilustraciones, podemos apreciar que se ha clasificado las gemas por familias y, en la mayoría de los casos, van acompañadas de la fórmula que expresa su composición química. Vamos, que solo falta el precio. Como están “hechas” en su mayoría de elementos materiales bastante corrientes, uno puede darse a la fantasía del alquimista aficionado y pensar que, yendo a una droguería en busca de cuatro productos y disponiendo de un buen laboratorio casero, las podría sintetizar a bajo coste. Esto se cuenta, poco más o menos así, en una exitosa saga de ciencia-ficción, donde los ricachos que han invertido enormes sumas en comprar diamantes, esmeraldas y rubíes, se ven arruinados por la fabricación industrial a gran escala de gemas indistinguibles por completo de las que ellos adquirieron.

 
De momento, deja de soñar: puedes imprimir las láminas y usarlas como guía de compras en la joyería más cercana, estaría bien ir preguntando ¿tienen de éstas? Póngame media docena.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario