viernes, 31 de octubre de 2025

Sobre el humor en general

 Añadiré una breve precisión al texto de ayer sobre el concepto del humor políticamente correcto. Y es que no puedo estar más en desacuerdo con la concepción imperante, la que autoriza a los de abajo a reírse de los de arriba. Yo creo precisamente que lo que nos hace reír es el sentirnos superiores a otras personas, bien debido a su estupidez, a su negligencia, a su torpeza, a sus vicios, etc. El torpe que se resbala en la calle y se pega un topetazo, nos provoca una carcajada, sólo después, si se ha hecho daño, se nos despierta la piedad o la conmiseración y acudimos a socorrerle. En cuanto a los vicios, pensemos en las comedias de Molière, por ejemplo "Tartufo": nos da risa su hipocresía, dado que nosotros nos consideramos más sinceros y, por tanto, superiores a él. Por ejemplo en  "El ávaro", nos reímos de Harpagón por su ridícula tacañería, porque nos consideramos más generosos que él, por tanto superiores. Nos reímos de otros nacionalismos que consideramos más atrasados, más fanáticos o más tontorrones. Además esto es recíproco: nos reímos de los catalanes por tacaños y materialistas y ellos se ríen de nosotros por casposos y carcas. Cada lado percibe, de este modo su superioridad.

La lista se haría interminable: el que ve con agudeza se ríe del cegato, el que oye con detalle se ríe del sordo, el que tiene buena figura se ríe del gordo, el que es elegante se ríe del astroso y descuidado en el vestir, las mayorías lingüísticas, sexuales y raciales, amparadas en la superioridad que da el número, se mofan de las minorías correspondientes, a no ser que éstas estén muy bien organizadas para hacer que la burla sea socialmente inaceptable, cosa que no acabará con la burla, sino que la convertirá en soterrada. Ahí están los chistes de negros, de gitanos, de mariquitas, de paletos y de pijos.

Una cosa curiosa es, cuando a un pueblo de fuerte acento rural llega un tipo que habla correctamente: allí, en ese contexto pertenece a la minoría de los redichos, de los estirados y, como tal, es ridiculizado en un contexto en que está en inferioridad. Luego volverá a la capital y, allí, de nuevo en mayoría, se cachondeará con sus pares lingüísticos del habla incorrecta de los catetos.

Mi perspicaz esposa me hace ver que este asunto es más complejo de lo que yo pensaba. Me lleva a la idea de que nos reímos cuando las expectativas de alguien que no somos nosotros, se frustran. También cuando a otro sujeto le acontece algo totalmente inesperado. Lo imprevisto, la sorpresa es también fuente de hilaridad, sobre todo cuando es algo desagradable y les sucede a los otros.

También, bajo el paraguas de mi teoría es posible explicarse el reírse de uno mismo: entonces nos desdoblamos en un yo más tonto que sirve para reírnos desde un yo más listo. Me confundo y me doy cuenta: cuando me doy cuenta, me río del confundido. Me resbalo ridículamente y me caigo, si no me he hecho daño, cuando me levanto me río de ese yo más torpe que se ha caído y así.

Reconozco que estoy hablando de un tema en el que tengo poca base de conocimiento. Debería haber leído "La risa" de Henry Bergson, tema y autor me interesan mucho, pero es un libro difícil de encontrar en formato accesible. Otra vez será. 

jueves, 30 de octubre de 2025

La comedia amenazada

 Me dan un poquitín de pena los cómicos, vivimos malos tiempos para el humor. Y es que en la sociedad de los colectivos es bastante peliagudo meterse con cualquiera de ellos, sean mujeres, homosexuales, gitanos, tartamudos, subnormales, musulmanes, veganos, en fin, si te pones a mofarte de cualquier colectivo que no sean los blancos, los pijos, los ricos o los cegatos, ello supondrá tu linchamiento social y tu muerte civil.

Hay una teoría muy consolidada en la que, como norma general, el de abajo puede reírse del de arriba, el oprimido puede burlarse del opresor, el débil puede mofarse del fuerte, pero no al revés. Voy a detallar más la argumentación con la malvada idea de ver a dónde conduce. El negro puede hacer chistes de blancos, el musulmán puede pitorrearse de los cristianos, los empleados del jefe, las mujeress de los hombres, los tartamudos y gangosos de los que hablan bien, los jorobados de los que tienen la columna vertebral derecha, los homosexuales de los heteros, los alumnos de sus profesores, los gitanos de los payos, los ignorantes de los instruídos, los peatones de los conductores, aunque esto último me gustaría verlo. Quede bien claro que al revés las burlas son inaceptables.

Hay una excepción, de los ciegos, burriciegos, miopes, cortos de vista y cegatos, puede burlarse todo el mundo sanamente. Ahí está Rompetechos, las políticas miopes, la ceguera ante los problemas sociales, cuatro ojos y compañía. Yo, como pertenezco a este grupo, quisiera que todos los mermados fuéramos igualmente objeto de sana mofa: los tullidos y cojos, los sordos, los deficientes mentales, los espásticos y los desdentados, yo qué sé, todos los averiados. 

Ahora que he reflexionado un minuto más, me doy cuenta de que hay, además de los ciegos, dos colectivos más susceptibles de ser blanco de animadas bromas: los gordos y los calvos, por supuesto, siempre que sean varones blancos, heterosexuales y no estén en situación de vulnerabilidad social.

Bien, siguiendo este modelo en el que los inferiores estamos habilitados para burlarnos de los superiores, resulta que los gobernados podemos permitirnos burlarnos de los gobernantes. Esto formaba el núcleo o meollo del humor clásico, los chistes de Franco, del Rey, llamar manos de ministro a las patas de cerdo, la figura del bufón medieval, el Spitting Image, las viñetas políticas de los periódicos y, hasta no hace mucho, los monólogos de los cómicos o las imitaciones de políticos. 

Esto se ha acabado. Ya no es posible. Ya no hay margen. Uno ve a los políticos en los noticiarios y advierte que son imposibles de ridiculizar. Su discurso es tan pobre, tan grotesco, tan inusitadamente estúpido, que ya no es posible caricaturizarlo. El original siempre será más ridículo que cualquier imitador. Nada puede ser tan gracioso como unas declaraciones de María Jesús Montero, Pilar Alegría o Pedro Sánchez. Malos tiempos para los cómicos, no tienen la menor posibilidad de hacer la competencia a los personajes reales en lo tocante a hacer reír al público. Creo que incluso corremos el riesgo de atragantarnos de la risa.


miércoles, 20 de mayo de 2020

La Niña Que No Tuvo Su Atlas

Ayer, las declaraciones de una eximia líder política, me trajeron a la memoria este bello poema de Alberti: 

LA NIÑA ROSA, SENTADA 

La niña rosa, sentada. 
Sobre su falda, 
como una flor, 
abierto, un atlas.

¡Cómo la miraba yo 
viajar, desde mi balcón!

Su dedo, blanco velero, 
desde las islas Canarias 
iba a morir al mar Negro.

¡Cómo la miraba yo 
morir, desde mi balcón!.

La niña, rosa sentada. 
Sobre su falda, 
como una flor, 
cerrado, un atlas.

Por el mar de la tarde 
van las nubes llorando 
rojas islas de sangre. 

Transcribo las declaraciones de la muy relevante política para pasmo del lector. Son literales, según las recoge Onda Cero: 

“Yo no me había dado cuenta nunca, la verdad es que a veces los mapas los tiene uno en la cabeza y los tiene mal. Yo no me había dado cuenta nunca en que, que Nueva York, Madrid, Teherán y Pekín están casi en línea recta, no exactamente pero casi en línea recta, en horizontal, que son TRES de las grandes ciudades donde se ha dado un problemón del demonio. El otro día leyendo, porque decían parece que tiene que ver con un determinado... con unas determinadas temperaturas que no son ni muy frías ni muy cálidas. Habían acabado dándose cuenta, a base de darle muchas vueltas, de cómo esto afecta, a diferencia de otros países que están, o por arriba o por abajo de ese... de ese tramo, ¿no?” 


Sublime, ¿no? Basta con ver dos minutos del vídeo. Si además, la deposición hubiera sido, que no lo sé, en sede parlamentaria, tendríamos ameritada una nueva Castelara. 

 Parece que la número dos del gobierno fue una niña que se quedó sin atlas y no pudo completar un bachiller digno, donde pudiera aprender la palabra latitud y le enseñaran a contar hasta cuatro. 

Uno de mi pueblo, uno de estos malvados insolidarios que deambulan todas las tardes con la cacerola y el palo de golf, tiene otra teoría, una de carácter conspirativo, según la cual, los miembros del actual gobierno serían prófugos de un colegio de educación especial, a los que la ingesta masiva de plastilina les habría concedido un maravilloso superpoder, que les permitiría hipnotizar amplias masas de bajo nivel cultural o intelectual y así ganar las elecciones... Le he dicho que lo dudo, pero el sigue erre que erre.


lunes, 11 de mayo de 2020

El Porvenir De Nuestra Tribu

Cuando el 10 de octubre de 2012 me dejé llevar por el afán de echar a andar este blog, destinado a recoger mis ocurrencias del momento, solamente me marqué una línea roja: bajo ningún concepto albergaría publicidad. Ni aunque tuviera decenas de visitantes al mes, ni aunque granizaran las ofertas, ni aunque me obligara un compromiso ineludible. Nada. 

Hoy acudo a transgredir ese límite: vengo a hacer publicidad de un libro que me ha gustado una barbaridad... haberlo escrito. 

Es una historia trepidante y conmovedora, divertida hasta el descojono y un pelín trágica, construida con una prosa tan cuidada como ha estado en mi mano en mis circunstancias, evitando en lo posible cualquier falta de ortografía y permitiendo tan sólo, aquellas incorrecciones léxicas o sintácticas que hicieran más jugoso el relato, amén de las que me hayan pasado desapercibidas. 

Un relato este, que trata de un porvenir distópico, con el mundo que conocemos colapsado, como es costumbre en semejantes historias. Y con territorios de inequívoca desolación, habitados por una dualidad de seres humanos peculiares. 

Por un lado, se nos da a conocer a las tribus salvajes del futuro. Los nietos de los nietos de nuestros nietos, algo involucionados y un pelín brutos, que sobreviven como pueden, es decir, alternando violencia e ingenio. 

Por otro lado, una sociedad inmersa en un colectivismo feminista muy aseado, resguardada en unas cúpulas urbanas bastante cómodas y aseadas y que se está planteando salir al exterior... ¿cuál será la relación entre las hipercivilizadas féminas de las resguardadas cúpulas y las tribus salvajes que sobreviven en los alrededores de mi pueblo, ochocientos años después de un cataclismo que ha arruinado hasta los últimos restos de la civilización actual?


Con más sexo del que esperas y más violencia de la que acostumbras a asimilar, esta novela transcurre entre la brutalidad y la ternura, entre el suspense y el melodrama, entre la angustia y la carcajada, entre lo inverosímil y lo necesario. Tres voces, en primera persona, te van a guiar por la madre de todas las peripecias. 

Si crees pertenecer al difuso colectivo de los lectores promedio, puedo asegurarte que no vas a lamentar haber dedicado tu tiempo a sumergirte en esta aventura tan alocada como insensata. 

Tres familiares y cuatro amigos que la han leído, con anterioridad a su publicación, me lo corroboran: les ha molado. Así que te pongo el enlace a la página de Amazon, donde la puedes descargar a un precio muy módico. Y, si tras leerla te quedan ganas, me comentas tus impresiones.

https://www.amazon.es/PORVENIR-NUESTRA-TRIBU-Victor-GALINDO-ebook/dp/B0855BLKFM/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&dchild=1&keywords=el+porvenir+de+nuestra+tribu&qid=1589196145&sr=8-1


viernes, 17 de abril de 2020

Desistiré

DESISTIRÉ 

Cuando están las cosas tan jodidas 
nos encierran en nuestro ataúd, 
sin haber tomado otras medidas 
 que decir que es por nuestra salud. 

 Cuando las noticias y los bulos 
mezclan venenosos su aguijón 
y los que mandan se ponen chulos, 
tengo para tí otra canción: 

 Desistiré de saber lo que pasa, 
me volveré de humo para así salir de aquí 
y, si al final, los test demuestran mi contagio, 
sabré que estaba confinado 
con motivos de verdad. 
Desistiré, hay que seguir viviendo, 
soportaré más golpes y eso que ya me rendí; 
al ver expertos y ministros dar bandazos, 
 desistiré, desistiré. 

Cuando me pudra en esta basura, 
cuando el virus chino seas tú, 
cuando la crisis pase factura 
y no pueda ni pagar la luz, 

 Cuando Sánchez cumpla tres mandatos 
y yo siga aquí en esta prisión, 
cuando ya no encuentre los zapatos 
y salir ya no sea una opción: 

Desistiré, tullido frente a todo, 
me volveré de queso, para enmohecer la piel, 
y aunque los fans de la bebida soplen fuerte, 
soy la pajita que se tumba 
y ya nunca sigue en pie. 
Desistiré para seguir viniendo, 
encajaré los golpes y siempre me rendiré, 
ya que los sueños se me vuelven pesadillas, 
desistiré, desistiré...

Un vecino nos obsequia (a toda la calle) todas las tardes con un vigoroso tema del Dúo Dinámico que ya pasó por este blog. Como me encantan los pastiches, ha perpetrado éste, con la única finalidad de bajar la moral de mis compatriotas.

miércoles, 15 de abril de 2020

A La Tercera Va La Vencida

“Penoso Himphame:"

 “Como observo que tu blog anda muy de capa caída, me dispongo a ayudarte con una colaboración desinteresada. Para empezar: ¿cómo te se pudo pasar ayer la conmemoración de la fecha más relevante de nuestra Historia? Ya sé que te han abandonado las musas, aunque por lo que veo no las musarañas: te se pasó por alto nada más y nada menos que la onomástica de nuestra bienquista República. La segunda a todos los efectos, ¿en qué estabas pensando, mameluco?”

 “¿Acaso no recuerdas, botarate, que nuestra prioridad política esencial es instaurar, de nuevo, ese bendito régimen que tantos éxitos nos ha acarreado? ¿Qué coronavirus ni coronaleches? Si terminamos con la corona, se acaba el virus, joder, que no te quieres enterar de cuáles son las prioridades de la sociedad en la que vives, majadero.”

 “Mientras permanezcamos atados al yugo del heredero aborrecible de Fernando VII, esto no será, de ninguna manera, una democracia y, menos aún, una de verdad, una democracia popular. Un régimen donde los que paguen el pato no sean siempre los de abajo, donde no sean siempre los mismos desvaforecidos los que carezcan de una vivienda digna, aunque no sea un chalé, donde, en nombre de una supuesta libertad y unos supuestos derechos individuales, no sea siempre la misma oligarquía la propietaria de farmacéuticas, yates, clubes de fútbol, palos de golf y sobrasada de la mejor calidad. Ya estamos hartos y, con pandemia o sin pandemia, ha sonado la hora de todos, la de la tercera República, respondiendo a un clamor popular que se escucha del uno al otro confinamiento.”

 “No hagas caso del heteropatriarcado capitalista y los poderes financieros, que te amenazan con el consabido espantajo de una crisis económica que, esta vez, no vamos a permitirles usar como señuelo, ni alzar como dique contra los auténticos intereses de la gente.” 

 “En fin, Himphame mentecato, aunque tú, escudado en tu ilusa cortina de humo, te has esforzado en no recordarlo, ayer fue el día de la República. Y a la tercera va la vencida. Hoy como ayer, yo levanto el puño y, desde mi cenador, lanzo el saludo acostumbrado, Hasta Siempre, Comangante.” 

Y firma “Pavel”, ¿qué pensáis vosotros de este desatino? Yo, por si acaso, lo publico, respetando errores y erratas, por lo de la libertad de excreción.

sábado, 4 de abril de 2020

Yo No Salgo A Los Balcones A Aplaudir

Mi amigo el Resentido ha focalizado su ira y su malestar en la pandemia, el confinamiento y la impericia con la que nuestras autoridades afrontan esta catástrofe. 

Me ha hecho una videollamada a las ocho de la tarde, cuando los balcones de mi barrio se convierten en una animado anfiteatro que vitorea y aplaude a los de la farándula que, más bien o más mal, lidian, los pobres, con este horroroso guión que les ha tocado en suerte. 

Entre las ocho y las ocho y cuarto hay bullicio y alboroto, se diría que hemos acabado de ganar un mundial. Y puede que, a estas alturas, así sea, al menos el subcampeonato del mundial de la desolación. Quizá para combatirla, hoy sonaba, incluso, el “All you need is love, que pega con la actual situación como las dos pistolas del Cristo, o una diadema real en la frente de la señora Calvo, cuya pronta reposición, claro, todos esperamos que se produzca, a tiempo de endiñarnos dos semanas más de celda. De momento. 

Mi amigo el Resentido está muy irritado. “Yo no salgo a los balcones a aplaudir”, me saluda, “ya lo veo, macho.” En diez minutos, no consigo sacarlo del tema de su no-aplauso. Quiere dejarlo claro. Extracto sus razones, aligerando su insufrible reiteración: 

“No sirve para nada aplaudir. Además yo estoy encerrado en un piso de 40 metros sin balcón. Y al fin y al cabo, sanitarios y agentes del orden cumplen con su obligación. ¿Para qué aplaudir, entonces? Tú has cumplido cuarenta años con la tuya de dar clases y a ti nadie te aplaudió en tu vida. ¿No sería más útil asomarse a donar con Bizum cinco euros para comprar el material que les falta? Ya veríamos cuántos salían, porque hasta ahora es gratis. Y habría que incluir en el aplauso a todos los que trabajan: agricultores, cajeras de supermercado, reponedoras, transportistas, farmacéuticos, mensajeros... A todos, menos a los gobernantes.” 

 Ya está en su tema favorito, donde es imparable: 

“Vaya pandilla de ineptos, los que están al timón. Vaya mentira que no se podía prever, anda que no hubo advertencias. Vaya trola, el número de contagios, cómo lo van a saber si no se hacen pruebas a la población. Ni siquiera un muestreo aleatorio serio, para extrapolarlo a través de porcentajes. Vaya engañifa lo de la curva, el pico, el aplanado, la disminución del incremento de afectados y las medidas a barullo. Todos sospechosos de infectados y a cascarla. No tienen ni idea de por dónde tirar, ni de cuánto durará, ni de si lo están gestionando bien o mal... Como cuando la colza, ¿te acuerdas de San Chorrof y el bichito tan pequeño que se cae de esta mesa y se mata? Lo único que les interesa es asegurarse de seguir teniendo el chupetín por el mango, cuando todo acabe. Y al precio que haga falta...” 

Lo adivinaste, he podado el párrafo de insultos, palabrotas y expresiones de mal gusto. Y mañana volverá a llamar. A la misma hora, temo.