viernes, 17 de abril de 2020

Desistiré

DESISTIRÉ 

Cuando están las cosas tan jodidas 
nos encierran en nuestro ataúd, 
sin haber tomado otras medidas 
 que decir que es por nuestra salud. 

 Cuando las noticias y los bulos 
mezclan venenosos su aguijón 
y los que mandan se ponen chulos, 
tengo para tí otra canción: 

 Desistiré de saber lo que pasa, 
me volveré de humo para así salir de aquí 
y, si al final, los test demuestran mi contagio, 
sabré que estaba confinado 
con motivos de verdad. 
Desistiré, hay que seguir viviendo, 
soportaré más golpes y eso que ya me rendí; 
al ver expertos y ministros dar bandazos, 
 desistiré, desistiré. 

Cuando me pudra en esta basura, 
cuando el virus chino seas tú, 
cuando la crisis pase factura 
y no pueda ni pagar la luz, 

 Cuando Sánchez cumpla tres mandatos 
y yo siga aquí en esta prisión, 
cuando ya no encuentre los zapatos 
y salir ya no sea una opción: 

Desistiré, tullido frente a todo, 
me volveré de queso, para enmohecer la piel, 
y aunque los fans de la bebida soplen fuerte, 
soy la pajita que se tumba 
y ya nunca sigue en pie. 
Desistiré para seguir viniendo, 
encajaré los golpes y siempre me rendiré, 
ya que los sueños se me vuelven pesadillas, 
desistiré, desistiré...

Un vecino nos obsequia (a toda la calle) todas las tardes con un vigoroso tema del Dúo Dinámico que ya pasó por este blog. Como me encantan los pastiches, ha perpetrado éste, con la única finalidad de bajar la moral de mis compatriotas.

miércoles, 15 de abril de 2020

A La Tercera Va La Vencida

“Penoso Himphame:"

 “Como observo que tu blog anda muy de capa caída, me dispongo a ayudarte con una colaboración desinteresada. Para empezar: ¿cómo te se pudo pasar ayer la conmemoración de la fecha más relevante de nuestra Historia? Ya sé que te han abandonado las musas, aunque por lo que veo no las musarañas: te se pasó por alto nada más y nada menos que la onomástica de nuestra bienquista República. La segunda a todos los efectos, ¿en qué estabas pensando, mameluco?”

 “¿Acaso no recuerdas, botarate, que nuestra prioridad política esencial es instaurar, de nuevo, ese bendito régimen que tantos éxitos nos ha acarreado? ¿Qué coronavirus ni coronaleches? Si terminamos con la corona, se acaba el virus, joder, que no te quieres enterar de cuáles son las prioridades de la sociedad en la que vives, majadero.”

 “Mientras permanezcamos atados al yugo del heredero aborrecible de Fernando VII, esto no será, de ninguna manera, una democracia y, menos aún, una de verdad, una democracia popular. Un régimen donde los que paguen el pato no sean siempre los de abajo, donde no sean siempre los mismos desvaforecidos los que carezcan de una vivienda digna, aunque no sea un chalé, donde, en nombre de una supuesta libertad y unos supuestos derechos individuales, no sea siempre la misma oligarquía la propietaria de farmacéuticas, yates, clubes de fútbol, palos de golf y sobrasada de la mejor calidad. Ya estamos hartos y, con pandemia o sin pandemia, ha sonado la hora de todos, la de la tercera República, respondiendo a un clamor popular que se escucha del uno al otro confinamiento.”

 “No hagas caso del heteropatriarcado capitalista y los poderes financieros, que te amenazan con el consabido espantajo de una crisis económica que, esta vez, no vamos a permitirles usar como señuelo, ni alzar como dique contra los auténticos intereses de la gente.” 

 “En fin, Himphame mentecato, aunque tú, escudado en tu ilusa cortina de humo, te has esforzado en no recordarlo, ayer fue el día de la República. Y a la tercera va la vencida. Hoy como ayer, yo levanto el puño y, desde mi cenador, lanzo el saludo acostumbrado, Hasta Siempre, Comangante.” 

Y firma “Pavel”, ¿qué pensáis vosotros de este desatino? Yo, por si acaso, lo publico, respetando errores y erratas, por lo de la libertad de excreción.

sábado, 4 de abril de 2020

Yo No Salgo A Los Balcones A Aplaudir

Mi amigo el Resentido ha focalizado su ira y su malestar en la pandemia, el confinamiento y la impericia con la que nuestras autoridades afrontan esta catástrofe. 

Me ha hecho una videollamada a las ocho de la tarde, cuando los balcones de mi barrio se convierten en una animado anfiteatro que vitorea y aplaude a los de la farándula que, más bien o más mal, lidian, los pobres, con este horroroso guión que les ha tocado en suerte. 

Entre las ocho y las ocho y cuarto hay bullicio y alboroto, se diría que hemos acabado de ganar un mundial. Y puede que, a estas alturas, así sea, al menos el subcampeonato del mundial de la desolación. Quizá para combatirla, hoy sonaba, incluso, el “All you need is love, que pega con la actual situación como las dos pistolas del Cristo, o una diadema real en la frente de la señora Calvo, cuya pronta reposición, claro, todos esperamos que se produzca, a tiempo de endiñarnos dos semanas más de celda. De momento. 

Mi amigo el Resentido está muy irritado. “Yo no salgo a los balcones a aplaudir”, me saluda, “ya lo veo, macho.” En diez minutos, no consigo sacarlo del tema de su no-aplauso. Quiere dejarlo claro. Extracto sus razones, aligerando su insufrible reiteración: 

“No sirve para nada aplaudir. Además yo estoy encerrado en un piso de 40 metros sin balcón. Y al fin y al cabo, sanitarios y agentes del orden cumplen con su obligación. ¿Para qué aplaudir, entonces? Tú has cumplido cuarenta años con la tuya de dar clases y a ti nadie te aplaudió en tu vida. ¿No sería más útil asomarse a donar con Bizum cinco euros para comprar el material que les falta? Ya veríamos cuántos salían, porque hasta ahora es gratis. Y habría que incluir en el aplauso a todos los que trabajan: agricultores, cajeras de supermercado, reponedoras, transportistas, farmacéuticos, mensajeros... A todos, menos a los gobernantes.” 

 Ya está en su tema favorito, donde es imparable: 

“Vaya pandilla de ineptos, los que están al timón. Vaya mentira que no se podía prever, anda que no hubo advertencias. Vaya trola, el número de contagios, cómo lo van a saber si no se hacen pruebas a la población. Ni siquiera un muestreo aleatorio serio, para extrapolarlo a través de porcentajes. Vaya engañifa lo de la curva, el pico, el aplanado, la disminución del incremento de afectados y las medidas a barullo. Todos sospechosos de infectados y a cascarla. No tienen ni idea de por dónde tirar, ni de cuánto durará, ni de si lo están gestionando bien o mal... Como cuando la colza, ¿te acuerdas de San Chorrof y el bichito tan pequeño que se cae de esta mesa y se mata? Lo único que les interesa es asegurarse de seguir teniendo el chupetín por el mango, cuando todo acabe. Y al precio que haga falta...” 

Lo adivinaste, he podado el párrafo de insultos, palabrotas y expresiones de mal gusto. Y mañana volverá a llamar. A la misma hora, temo.

miércoles, 1 de abril de 2020

Terra Alta - Javier Cercas

Leí con agrado una novela de este autor (Soldados de Salamina) y un ensayo que me pareció muy perspicaz, sobre un tema muy canfuso y turbio, como es el 23-F (Anatomía de un instante). Recomiendo ambos, aunque es probable que los hayas leído: se hicieron muy populares. 

Espoleado por precedentes tan estimulantes, piqué y me compré su “Terra Alta”, galardonada con el Premio Planeta que, si bien me ha entretenido, ha pasado ante mis fatigadísimos ojos con más pena que gloria. No es mi intención hacer una crítica de la novela: si estás muy aburrido con el confinamiento, puedes echarle un vistazo y quizá no te defraude. 

Te la resumiré en seis palabras: ocio morboso para el lector mainstream. Sé perfectamente que el Premio Planeta debería haberme alertado: es un galardón que se da a un escritor popular y con tirón de ventas, condicionado a la publicación de una novela hecha por encargo, para adaptarse a los gustos de un grupo mayoritario de lectores. 

No obstante, me vienen a la memoria escritores que cumplimentaron la encomienda con una novela digna e interesante, así, a bote pronto, Vargas Llosa o Eduardo Mendoza, por ejemplo... No estoy diciendo que el que me ocupa no sea el caso, sólo doy mi opinión que es esta: se trata de una novela policíaca que se deja leer, pero desaprovecha, a mi juicio, la mayoría de los temas que propone. 

Sin entrar en un análisis detallado, tengo la intención de resaltar dos puntos que cunden cual pandemia en las novelas publicadas en los últimos años: 

Uno es la justicia popular, la barra libre en la venganza contra los maltratadores: ni demandas, ni tribunales, se les infla a hostias y a otra cosa. Ojo, yo no estoy defendiendo a los practicantes de la violencia de género, estoy diciendo que está de moda enaltecer su linchamiento y, a las garantías jurídicas, que les frían un paraguas. Esta propuesta de linchamiento no se suele aplicar al terrorista (aunque aquí, en esta obra, sí), al homicida, al pederasta, al atracador, al que asalta domicilios con violencia, al conductor que atropella peatones o ciclistas, nada, solo al maltratador de mujeres indefensas, haciendo de estas dos últimas palabras una redundancia. Son los signos de los tiempos, empecé a verlo en 1Q84 de Murakami y ha sido un no parar. 

El segundo aspecto es la puta Guerra Civil, todo tiene hoy su inicio, su origen y su arranque en una guerra que, justamente en esta fecha, TERMINÓ HACE 81 AÑOS. ¡81! Sinceramente yo no me creo que en los bares de la Terra Alta, los abuelos, hace unos días, estuvieran hablando de sus batallitas en la dichosa guerra, o tramando venganzas a raíz de ella: a los noventa y tantos años, los hombres no están en los bares hablando del monotema. 

Los que no están en los cementerios no suelen ir a los bares y, si van, el tema son sus achaques de salud, el azúcar, la vejiga y eso.