Mostrando entradas con la etiqueta Canciones y letras. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Canciones y letras. Mostrar todas las entradas

sábado, 18 de noviembre de 2017

Mañana Empiezo

Es propio de la celebración de la noche de Fin de Año el propósito de iniciar un nuevo capítulo en nuestras vidas, quizá con cambios realistas y no demasiado ambiciosos, desterrando costumbres viciadas e intentando dar un giro a nuestras existencias llenas de previsibilidad, de grisura, de flaquezas y de componendas. Hacia el 5 de Enero, comienzan las dificultades y, como escribió Cavafis, constatamos, un año más, que siempre seremos lo que ya fuimos.

Mañana dejo de fumar, mañana hago las paces con mi hermano, mañana recojo y ordeno el trastero, mañana me pongo a dieta, mañana dejo de cascármela a todas horas, mañana dejo de perder el tiempo con los periódicos, a partir de mañana toco un ratito el saxo todos los días, a partir de mañana preparo unas oposiciones para oficial de juzgados, mañana empiezo a acostarme a una hora más temprana, mañana empieza todo.


Restos dejados por el asalto a los cielos

Habiéndome instalado en una edad colindante con la tercera, me doy de bruces con dos fenómenos vitales innegociables, dos pérdidas que están aquí, las sepa aceptar o no: por un lado disminuye la plasticidad en todos los terrenos, el cerebro se paraliza encallando en la comodidad de las rutinas, por otro, la energía va menguando a pasos agigantados. ¿Es posible un propósito que canalice estas dos menguas para declinar de un modo menos ostentoso? Ay, lo dudo mucho, pero, ay de aquél que no lo intente con toda la firmeza que sea capaz de reunir y se avenga en cambio a un crepúsculo perpetuo, mientras el calendario desgrana la cuenta atrás definitiva... Es evidente que ya no escalaré montañas, ni aprenderé a hablar alemán, ni correré una maratón, ni viajaré a Japón a ver los Juegos Olímpicos, pero si no soy capaz de poner un poco de orden y energía en mi cotidianeidad, me queda un largo y tedioso periplo hasta alcanzar el estado vegetal. Y luego, el mineral.


Las ayudas con las que cuento, al menos en mi caso, son dos: definir propósitos alcanzables y concretos y diseñar un horario estricto, práctico y compatible con mis escasas pero ineludibles obligaciones.


No se hable más: a partir de mañana comienzo mi preparación para presentarme como concursante cuando reediten Operación Triunfo. Es necesario llenar la vacante que dejó el óbito de David Bowie en el corazón de los inconformistas senior. Freddie Mercury me iba menos y, por ese motivo, no moví ficha en su día.


El original
El sosias (pintado en mi iPad)


Qué pedazo de canción (caigo una y otra vez en el espejismo de que habla  de mí). Y me gusta cómo está traducida.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Perdido En El Supermercado

Decía el humorista Perich: “la experiencia nos enseña que la experiencia no sirve para nada”.

Andaba yo pensando hace unas decenas de meses que me serviría de la presente publicación para compartir mis experiencias como “trabajador de la enseñanza” en un pasado cada vez más remoto y, el otro día, la visita de un ex colega me hizo percatarme, con meridiana claridad, de que, apenas quitas el pie de las aulas, donde el que imparte y reparte se queda con la peor parte, te has convertido a todos los efectos en un fósil, cuyos conocimientos sobre competencias educativas y tedios similares, apenas serían de aplicación en el reino visigodo de Witiza, aquél en el que aún se empleaba la tiza.


No obstante, hoy traigo el tema porque aún continúo buscando aquella “autoridad” tan problemática en el ámbito docente y que, desde luego, no sería devuelta por ciertas pintorescas medidas gubernamentales amagadas por el pepé cuando tenía mayoría absoluta. De modo impersonal observo (y padecía cuando estaba en activo) que escuelas, institutos y otras guarderías adolecen de una alarmante falta de ascendencia o predicamento sobre su inmadura clientela que, en cambio, sí se otorga a la publicidad en los medios de comunicación de masas a la hora de impartir conocimientos, actitudes y valores.



Esto siempre me dejó perplejo: como cualquier docente me daba cuenta de que si mis enseñanzas contradecían las de la televisión, los anuncios o la prensa deportiva, por ejemplo, los receptores ni siquiera se sometían a
 la molestia de tomarlas en consideración para contrastarlas: simplemente las arrumbaban al rincón de las telarañas con las lenguas muertas, las especies extinguidas y las consejas de viejas. Ni más ni menos que si estuviera hablando de cuan largas y tupidas debieran ser las enaguas para alcanzar la decencia.


“¿Te gusta conducir?” Y hasta el menos aplicado de mis alumnos sabía la respuesta encarnada en una prestigiosa marca de coches, debería haberme animado a poner esta pregunta en un examen, en lugar del área del círculo (por cierto, las cifras más bajas de fracaso escolar, se dan en las autoescuelas).


Por eso me llamó la atención el texto que voy a transcribir, del escritor francés Michel Houellebecq. Lo he sacado de una recopilación de artículos, entrevistas y pequeños ensayos que publicó con el título de “El mundo como supermercado”. Lo propongo como reflexión para profesores y maestros y, por hoy, me eximo de dar más la brasa, ahí va:


“La publicidad instaura un superyó duro y terrorífico, mucho más implacable que cualquier otro imperativo antes inventado, que se pega a la piel del individuo y le repite sin parar: «Tienes que desear. Tienes que ser deseable. Tienes que participar en la competición, en la lucha, en la vida del mundo. Si te detienes, dejas de existir. Si te quedas atrás, estás muerto.» Al negar cualquier noción de eternidad, al definirse a sí misma como proceso de renovación permanente, la publicidad intenta hacer que el sujeto se volatilice, se transforme en fantasma obediente del devenir. Y se supone que esta participación epidérmica, superficial, en la vida del mundo, tiene que ocupar el lugar del deseo de ser. La publicidad fracasa, las depresiones se multiplican, el desarraigo se acentúa; sin embargo, la publicidad sigue construyendo las infraestructuras de recepción de sus mensajes. Sigue perfeccionando medios de desplazamiento para seres que no tienen ningún sitio adonde ir porque no están cómodos en ninguna parte; sigue desarrollando medios de comunicación para seres que ya no tienen nada que decir; sigue facilitando las posibilidades de interacción entre seres que ya no tienen ganas de entablar relación con nadie.”




martes, 15 de agosto de 2017

Franco Battiato - Orizzonti Perduti

En 1985 aún se publicaban en este país una pléyade de revistas musicales de cierta difusión, que los aficionados a los géneros pop, rock y similares, devorábamos, de la primera a la última página, con avidez. En una de esas revistas (¿”Vibraciones”, tal vez?) tuve primera noticia del que se iba a convertir en mi cantautor quinquenal favorito, desbancando a los anglosajones de toda la vida... 

Franco Battiato acababa de publicar en nuestros lares un disco ¡cantando en castellano! vaya ocurrencia extravagante, ya que en tal época cantar en extranjero daba, automáticamente, más prestigio, incluso aunque fuera en italiano, como hubiera sido el caso. El álbum se llamaba “Ecos de danzas sufí”, lo compré en vinilo y lo puse en el plato, vuelta y vuelta, hasta que me lo aprendí de memoria.

Lo cierto es que tuve tiempo de sobra, porque la discografía del siciliano éste empezó a llegar con cuentagotas, pese a que el hombre había alcanzado una popularidad notable: el tema “Centro de gravedad permanente” se llegó a oír hasta en las verbenas de los pueblos en fiestas. Nada en su producción posterior alcanzaría una cima semejante, aunque los que nos habíamos enamorado de su música le fuimos fieles durante décadas de altibajos, incluyendo algún que otro chasco.



La portada del disco

Pues ésta es la nota característica del cantante italiano: una denodada irregularidad, en cualquiera de sus discos suenan las músicas de las esferas, juntas (o revueltas) con las tonadillas más insulsas. Grabación tras grabación, hallamos un par de diamantes, varias perlas y uno o dos cascotes.


Los detractores de su genio lo tildan de cargante, pretencioso, pedantesco y kitsch. Y yo me inclino a darles la razón de forma superficial para llegar al fondo del asunto, donde estos caracteres se vuelven del revés, como un calcetín, para mostrar tales etiquetados convertidos en raras y poderosas virtudes, en méritos líricos y musicales incuestionables. Las letras están llenas de aforismos y citas cultas y saltan de la sátira a la metafísica, de lo sarcástico a lo trascendente, de lo íntimo a lo universal con una vivacidad que burla cualquier rigor. Una voz templada e inconfundible, asentada en la mejor tradición de la música ligera italiana, sobrevuela en un registro agudo y contenido unos arreglos siempre muy esquemáticos y de marcado tinte electrónico tan pasado de moda, que su atractivo se renueva por el otro extremo. Ya está. La magia funciona casi siempre.




Sus discos, entre 1979 y 1988 son, prácticamente todos, una yuxtaposición de delicias puras. A partir de los 90, reaparecen los momentos de esplendor más aislados y su popularidad se refugia en los incondicionales, entre los que me cuento. He visto su directo dos veces memorables en Barcelona (en la Plaza de la Catedral y en la nave de Zeleste, en ambas ocasiones le acompañó un notable éxito y a mí se me hizo el culo agua de limón).



Battiato en 2012. Tempus fugit

“Orizzonti Perduti”, he seleccionado este disco por tres motivos:

 1. Es muy representativo, para bien y para mal, de los modos y maneras del artista, si acaso trata temas más cotidianos, sociológicos y domésticos, que me son más accesibles e interesantes.
 2. En su publicación (1983), pasó más desapercibido que otros y no tuvo muy buenas críticas; como esto me parece injusto, me remito a sus temas más logrados: La stagione dell'amore, Un'altra vita, o Gente in progresso (esta última, sobrecogedora) y me doy cuenta de que, en esta ocasión, las canciones tienen un punto más de nostalgia, una melancolía insondable, una serena búsqueda de trascendencia. Y, como siempre, hay algún corte flojo hasta lo desconcertante (La música è stanca), uno de ocho, los discos de Battiato son siempre cicateramente breves.
 3. Sólo una de las canciones tiene versión española (La estación de los amores). Encuentro loable el intento de Battiato de cantar en castellano, a veces incluso de forma improvisada, con la letra anotada en un papelito, pero a mí me gusta mucho más el timbre de sus temas en italiano y prefiero no haber oído una versión (apresurada) en español.

Descárgate el disco con un clic aquí:

Franco Battiato - Orizzonti Perduti


O, si solo tienes tiempo para paladear un tema, te recomiendo éste mismo:

UN’ALTRA VITA

Certe notti per dormire mi metto a leggere,
e invece avrei bisogno di attimi di silenzio.
Certe volte anche con te, e sai che ti voglio bene,
mi arrabbio inutilmente senza una vera ragione.
Sulle strade al mattino il troppo traffico mi sfianca;
mi innervosiscono i semafori e gli stop, e la sera ritorno con malesseri speciali.
Non servono tranquillanti o terapie
ci vuole un'altra vita.
Su divani, abbandonati a telecomandi in mano
storie di sottofondo, Dallas e i Ricchi Piangono.
Sulle strade la terza linea del metrò che avanza,
e macchine parcheggiate in tripla fila,
e la sera ritorno con la noia e la stanchezza.
Non servono più eccitanti o ideologie
ci vuole un'altra vita. 




(Para llevarme la contraria y aprovechando que carezco de un conocimiento mínimamente sólido del italiano, me invento una apresurada traducción que, mejor, llamaré aproximación: OTRA VIDA. Algunas noches, para dormir, me pongo a leer / y a veces necesitaré momentos de silencio. / En algunas ocasiones, incluso contigo y sabes que te quiero de veras, / me enfado inútilmente, sin una verdadera razón. / En la carretera por las mañanas, el denso tráfico me sofoca, / me enervan los semáforos y las señales de “stop”, / y por las tardes regreso con un malestar especial. / No sirven los tranquilizantes o las terapias / se necesita llevar otra vida. / Abandonados en el sofá, con el mando a distancia en la mano, / historias de los bajos fondos, Dallas y Los ricos también lloran. / En camino la tercera línea del metro que avanza, / y los vehículos aparcados en triple fila, / y por la tarde vuelvo con el aburrimiento y la fatiga. / No sirven más excitantes o ideologías, / se necesita llevar otra vida.)

Y, por si te has quedado con ganas, un concierto de 1992 en el país de las mil y una noches:



lunes, 15 de mayo de 2017

El Preso Número 9 - Joan Baez

No; no tengo nada personal contra la, para muchos, excelente cantautora norteamericana Joan Baez, aparte de haberme dejado 300 pelas en un vinilo suyo que no me gustaba nada. Y es que, a mediados de los 70, lo de escuchar antes de adquirir era punto menos que imposible y en la radio no ponían según que temas, así que comprabas un álbum si los críticos, entendidos o enterados, lo habían puesto por los cumulonimbos y, claro, te llevabas cada sorpresa que te cagabas estremecido, además de que no podías devolver el disco después de probarlo (sólo con mirarlos, se rayaban).

Bueno, amiguito lector, lo creas o no, éste era uno de los temas favoritos de aquellos “progres” setenteros que nos enfrentamos a la dictadura de Franco con decisivos mohines de displicencia, contundentes muecas de disgusto y algún que otro tajante panfleto ciclostilado. Sé que, gracias a nosotros, el dictador falleció aterrado y nunca más se presentará por aquí.



Lo que no entiendo de ninguna manera a día de hoy (aniversario del 15-M), es cómo este temazo podía ser un himno que cantábamos arrobados, férvidos de militante emoción, los indignados y sectarios de hace 40 años y un día. ¿Qué se ponía de relieve a nuestros ojos? ¿Era un alegato contra la pena de muerte? ¿Era un paso al frente en apoyo de los perseguidos? ¿Era un tributo al arte “auténtico” y “popular”? Vaya usted a saber... Si bien, escuchado con los oídos y la “sensibilidaz” de nuestros días, se torna en una apología de la violencia de género, la que los actuales dispensadores de las palabras correctas llaman “machista”. Si te ha sido infiel es lógico que la mates, junto al amante y, si se tercia, a una pareja mixta de la guardia civil que viniere a prenderte, con tan encendido himno dándote ánimos es más que justificable.



Tengo que despedirme con dos precisiones, no te vayas a creer lo que no es:


El que me parta de risa con las adulteraciones y confusiones que experimentaba y compartía de joven, no significa que más tarde haya estado a salvo de ser manipulado: la sabiduría no es una compra fácil y, en estos momentos, sigo igual de accesible a todo típo de falsificación. Podría estar siendo víctima de las cláusulas suelo, damnificado de las preferentes, intoxicado del aceite de colza, timado del Fórum Filatélico y perjudicado por mi confianza política en todo tipo de sinvergüenzas... Con el tiempo, colega, te vuelves más viejo, no más listo.


Y el que ahora yo me encuentre diciendo que cantábamos encomios y panegíricos al crimen machista en caliente, no me ofusca a la hora de percibir el carácter ficcional de una simple canción. Simple canción que, interpretada en sus términos apropiados, como hace Alci Acosta que, ni echa un torrente de gorgoritos, ni dice aquello de “pero al mirrar su amor en brasos de surival”, pues tiene su puntito. Y es pegadiza.


martes, 9 de mayo de 2017

Gracias A La Vida - Violeta Parra

Mi aprecio por esta canción, tan optimista y positiva, siempre ha sido un tanto ambivalente. Como no se cansaba de repetir mi profesora de Lengua Española y Literatura, de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso y la versión que yo tenía de este tema lo daba con desenvoltura singular: la cantante norteamericana Joan Baez, en un álbum que quería ser un homenaje y era un ultraje a la chilena, facturaba un himno grandilocuente y hueco, que me ponía de excelente humor cuando estaba en el baño apretando. Hasta me tomaba la licencia de hacer una versión estilo Hermanos Calatrava, sacando provecho de mi singular parecido con el feo:
“Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me ha dao con la piedra
y me ha dao con el canto...”



Luego, mucho más tarde, tuve ocasión de oír el tema tal como lo interpreta Violeta Parra y, claro, me callé. Me callé una buena temporada: era una canción emotiva e intimista, en las antípodas de lo que el vibrante chorro de voz de la Joan Baez promulgaba con deficiente, con risible, acento (no es que denigre la pronunciación de los norteamericanos cuando cantan en español, pero lo que en Nat ‘King’ Cole, o en Eydie Gorme, es gracioso y afortunado, aquí resultaba hilarante).



Muchos años después, me ocurre que cada mañana me despierto con esta tonada zumbando en los oídos. Yo lo atribuyo a que, como estoy física, anímica y existencialmente en horas bajas, mi inconsciente quiere inocularme recuerdos estimulantes para subirme los ánimos... Por si a ti te ocurre lo mismo y estás haciendo un balance pesimista de tu paso por la existencia, te dejo el tema aquí, esperando que te despeje los nubarrones de algún comienzo de jornada. 


Te advierto que la frágil voz de Violeta Parra, con un acompañamiento que demuestra aquello de que “menos es más”, frasea la canción con una lentitud mesmerizante. A ver si esta vez hay suerte con YouTube y los vídeos se mantienen, por lo menos, un par de semanas.


martes, 10 de enero de 2017

Los Chicos Con Las Chicas - Los Bravos

Los Bravos, qué fenómeno. Entre los 15 y los 18 años yo era muy fan de este entonces famosísimo grupo musical español. Ahora los oigo y me cuesta comprender qué veía en ellos o en su música. “Ya, es que no eres precisamente joven”, me advierte mi conciencia, aunque bueno, escucho a The Kinks, coetáneos de aquéllos y comprendo perfectamente qué me atraía y me sigue atrayendo de muchísimos grupos de los sesenta. Claro que en España vivíamos todavía un suntuoso subdesarrollo y no había aquí conjuntos como para tirar cohetes. Los Bravos jugaban la baza de ser simpáticos, su música era desenfadada y vigorosa y el vocalista tenía aquello que todos los muchachos de entonces envidiábamos.


Vi la película “Los chicos con las chicas” en el cine de mi pueblo y era, por aquellos años, el epítome glorioso de nuestros deseos, anhelos y fabulaciones. La encontré ayer en un disco duro consagrado a la piratería y la he vuelto a ver, no sé si para reírme de aquél que solía ser hace casi medio siglo, o para pasar vergüenza ajena con la caspa que podía llegar a rezumar un producto de aquella época, hoy considerada hedionda.



El caso es que no me ha ocurrido ni una cosa ni otra... No diré que me he topado con la sorpresa de una buena película, porque no lo es ni de lejos, pero no ha dejado de hacerme gracia el paradigma de la dictadura franquista que se escenifica en su factura, en general algo torpe, premiosa e ingenua, aunque claro, el público al que iba dirigida babeábamos de lo lindo con aquella parafernalia “moderna”.



Mediante una imagen clara y aseada, con influencias opart y psicodélicas (hay hasta coloridas escenas de animación) planeando sobre imágenes y escenarios definitivamente rancios, se arma un vehículo de promoción de un grupo de pop orientado a nenas... Entre cancioncilla y cancioncilla, mal que bien implementadas en la trama, se desarrolla una historia que, pretendiendo y casi logrando no tener ni pies ni cabeza, levanta una alegoría de cómo iba a terminar la dictadura: desarticulada por los cambios de percepción y de sensibilidad, arrastrada por la vorágine de los nuevos tiempos.


Expresar que el guion es una sucesión de chorradas es un elogio que no le hace justicia: los cinco miembros de un conjunto famoso huyen de sus compromisos y se toman un asueto, practicando una versión especialmente cutre de la acampada campestre, en uno de nuestros amenos secarrales. Se topan con un grupo de colegialas jovencitas y las siguen. Su vocalista, Mike, se enamora al primer vistazo de una de ellas, la de aspecto más pazguato.



Al día siguiente, Mike acude al internado, donde las niñas viven en un régimen de aparatosa y trasnochada disciplina, bajo la férula de unas profesoras a cuál más arpía, pero en lugar de llamar a la policía y hacerlo detener por pederasta, como ocurriría en nuestros días, ¡lo nombran profesor de música! El caso es que los otros cuatro integrantes del grupo, buscando a su líder y poniendo en práctica ardides a cuál más insensato y ridículo, logran infiltrarse en la vetusta y honorable institución, burlando su estricta normativa con ayuda del nieto del Filántropo o fundador de esta especie de colegio/penitenciaría. A partir de aquí, no sólo Mike y su enamorada harán manitas siempre que les plazca, evidenciando que la vigilancia en el centro es fácil de burlar, sino que entre todos pondrán cabeza abajo la, de tan respetable, grotesca institución. Aquí tienes la apoteosis final, con la canción/declaración de intenciones “Los chicos con las chicas” que da fin al alocado film (que podía haber ganado el Oscar a la candidez):



Los sensacionales Tip y Coll, Lola Gaos, Manolo Gómez Bur y una plana mayor de primeros actores y actrices del cine cómico español del momento, casi logran dar vida a la endeble trama y encubrir las escasas dotes interpretativas del grupo: un muy hierático Mike y el resto de los músicos haciendo patéticos esfuerzos para parecer graciosos y desenvueltos.


Dirige este inefable artefacto Javier Aguirre, que también firmó “Una vez al año ser hippie no hace daño” y las películas de los memorables Parchís, ahí es nada.



Por aquella época fui testigo de un concierto del grupo en la Plaza de Toros de Zaragoza. Compartían cartel con Manolo Escobar, motivo por el cual, una de mis tías se avino a acompañarme. Tras el concierto de la banda, me dijo no sin razón: “para Bravos, los que hemos aguantado aquí”. En aquélla ocasión, los chicos (sin las chicas) estaban (¿o habían estado?) embarcados en una de las más sórdidas maniobras de marketing que yo he conocido en mi vida: su teclista, Manuel Fernández, se había suicidado, creo que disparándose con una escopeta y, el resto del grupo anunciaron que contratarían a otro teclista, uno de mucho relieve que, cuando llegaran sus primeras actuaciones, tocaría con la cabeza oculta en una capucha. El espectador que adivinara el nombre del encapuchado, ganaría el premio de acompañar durante una gira a su conjunto preferido, o sea, a los Bravos, que así se anticipaba a la moda de los conjuntos siniestros, estilo The Cure, puedes no creerlo, pero es cierto.

domingo, 16 de octubre de 2016

La Hoz Y El Martini - Lendakaris Muertos

Hay dos cualidades que admiro sobremanera en un artista: la irreverencia y la desfachatez.

Corren malos tiempos para la irreverencia: dado que nada (con la posible excepción del dinero y del placer) es reverenciado, nada puede ser escarnecido para escándalo de bienpensantes.


Cuando teníamos veintitantos, formamos un grupo musical casero para pasar el rato con los amigos. Nos llamábamos “Punk Freud”, buscando una homofonía con Pink Floyd, que eran los que entonces molaban en todo el orbe. Éramos tan, tan, pero tan precursores (y tan, tan, pero tan malos) que no nos comimos nada. Ahora sí, nos divertimos de la muerte, grabando en casetes anárquicas sesiones como “Etilepsia”, “Colocausto” y otras que no recuerdo, ¿dónde estarán aquellas cintas caseras? No importa, el caso es que pretendíamos ser irreverentes, groseros y descarados, cantando canciones (ensayadas cero veces antes de darle al “record”) que decían, por ejemplo: “En sus horas bajas / el nuncio apostólico / tanto echarse pajas / acabó mongólico. / Y es que el misterio / de la anunciación / lo incitaba / a la masturbación / y se decía: / aquí no hay misterio / esto no es más / que un vulgar adulterio.”


En nuestros días el escarnecimiento de la fe y de la iglesia es redundante, innecesario y absurdo. La larga mano del nacionalcatolicismo que revivió la inquisición, yace exánime y fría en las losas polvorientas del olvido, entonces ¿qué? Pues burlémonos de la nueva fe y de la nueva inquisición: de los nacionalismos emergentes y de los círculos de la nueva política indignada. Cojonudo, eso es lo que hacen, con hilarante desfachatez, Lendakaris Muertos. I love them.



Utilizando como vehículo un punk cañero, del estilo del rock radical vasco, le dan la vuelta a la propuesta ortodoxa y no dejan títere con cabeza. Frenéticos. Vale la pena oírlos con atención, ya que en una primera escucha se escapan las ingeniosas letras.


El motivo de traerlos a esta sibilina gacetilla es doble, por un lado me llamó la atención un comentario en YouTube, literalmente decía: “Que conste que aun siendo de extrema derecha me encanta lendakaris muertos” (o lo he entendido mal, o es una muestra espléndida... de algo). Por otra parte la portada del álbum “Vine, vi y me vendí”, cuya grafía del euro me parece, sencillamente, genial, un hallazgo.


lunes, 12 de septiembre de 2016

Dos Conciertos En Blanco Y Negro

Cualquier pretexto se me hace bueno para recrearme periódicamente en la Beatlemanía. Hace pocos días la prensa recogía la noticia de que Mark David Chapman, el asesino de John Lennon, ha visto denegada por novena vez su petición de libertad condicional tras 36 años en la cárcel. Le condenaron a una reclusión indefinida, de la cual debería cumplir al menos 20 años, y continúa entre rejas, el motivo es “la gravedad del crimen y el respeto por la ley”. Me alegro de que “la ley” sea respetada en algún lugar del mundo y pienso que Chapman equivocó su “escenario del crimen”: en España, asesinos de similares características de funestidad regresan a su pueblo poco más de diez años después de haberle dado gusto al dedo, o de haber oprimido el detonador, claro que sus víctimas no son tan relevantes.

Una cosa me lleva a la otra y me pongo en YouTube a ver al ilustre melenudo malogrado a los cuarenta años y a sus no menos ilustres compinches. Hay mucho material, pero esta vez me he dado de morros con dos vídeos singulares que he recogido y comparto aquí, pues me han parecido dos maravillas documentales para tratar de entender la efervescencia musical de mediados de los sesenta, un fenómeno difícilmente comprensible (o siquiera imaginable) hoy.


En el primero, un concierto muy bien editado para la época, 1965, el reclamo son los Beatles, pero en poco más de hora y media vemos desfilar a toda la primera división de aquel ardoroso pop británico. Sorprende la cantidad y calidad de la propuesta: Moody Blues, Rolling Stones, Kinks, Animals, Donovan… y sorprende aún más el nivel de las interpretaciones en directo, con unos medios técnicos que distan mucho de los de ahora. Faltan muy pocos y no sobra casi ninguno de los intérpretes entonces convocados por la revista “New Musical Express” para este antológico evento. Más de uno de los artistas te parecerá definitivamente vintage, pero claro, la gala tiene ¡más de cincuenta años!


Acostumbrado a los discípulos e imitadores que surgían por aquí, a la ranciedad televisiva de aquellos días, y al funesto playback que después lo invadió todo, este concierto es una bocanada de autenticidad y energía irrepetible: la primera vez me lo tragué enterito sin poder cerrar la boca. Recomiendo ver el paroxismo interpretativo de un jovencísimo Van Morrison, o a un Eric Burdon que parece recién duchado tras salir de su turno en la mina, para cantar “Don’t Let be Me Misunderstood” como jamás la has escuchado (y es seguro que esta canción la habrás oído alguna que otra vez).



En el otro documento, salen los Beatles tocando en Melbourne (Australia) ¡en 1964! El sonido no es demasiado bueno (imposible con la amplificación de aquella época haciendo frente a miles de chillidos histéricos), pero la imagen está bastante bien y el montaje simultanea el propio concierto con el entorno demencial que provocaba la presencia del cuarteto en una masa de jovencitas sumergidas en estrógenos, oxitocina y otras hormonas… Algunas de estas muchachas serán, hoy en día, unas agradables abuelitas que, con un mohín de condescendencia, disculparán a la frenética y enardecida criatura que tuvo el privilegio de ver al fabuloso cuarteto en su, ay, ya lejana juventud.



domingo, 1 de mayo de 2016

Rich Folks Hoax - Rodriguez

He escuchado por primera vez, hará cosa de dos semanas, a este músico estadounidense que yo, en mi arrogante ignorancia, desconocía (ya me vale) y aún no me he repuesto de la conmoción que semejante cacho de trozo de pedazo de artista ha dejado en mis oídos. ¿Qué hubiera pasado si a Bob Dylan o a Neil Young nadie les hubiera hecho ni puto caso? Pues que hubieran batallado por hacerse un lugar mediante un par de álbumes y adiós muy buenas.



Tal le ocurrió a este hombre que, por tamaño artístico, me hace pensar en los dos que he nombrado… Sixto Rodriguez sacó un disco en 1970 (Cold Fact, Im-Pres-Cin-Di-Ble) que pasó bastante desapercibido, otro en 1971 (Coming From Reality), con menor repercusión aún, y fin.




Años más tarde, resultó que en Australia y en Sudáfrica había cosechado algunos fieles seguidores y, poco a poco, relanzó una carrera con giras, reediciones y recopilatorios, en plan cualquier tiempo pasado fue mejor. Gracias a internet ha llegado hasta mi desastrada guarida en el último rincón del primer mundo y, por puritita gana de hacerle un homenaje, enlazo dos videos de YouTube: uno con el texto de esta monstruosa canción y otro con una interpretación reciente… Luego, aprovechando que sé menos inglés que los robots que atienden las reclamaciones a las compañías telefónicas en su Detroit natal y aprovechando, por tanto, que la ignorancia es muy atrevida, pondré una versión española de la letra que puede estar dos puntos por encima de “totalmente errónea” y tres por debajo de “no muy atinada”, bueno, como dijo Yoda “hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”.




La luna cuelga en un cielo morado / El niño duerme mientras la madre suspira. // Hablando sobre los ricos / los ricos saben los mismos chistes / pero aparcan en cualquier sitio.


El cura echa el sermón desde una sepultura poco profunda / Cuenta sus dineros y te pinta: salvado. // Hablando de la gente joven / Los jóvenes comparten los mismos chistes / pero se reúnen en los sitios más antiguos.


Así que no me hables de tus éxitos / ni de tus recetas para mi felicidad. // Fuma en la cama / Yo nunca pude digerir / esas ilusiones que reclamas para ir tirando.


El sol brilla como siempre lo ha hecho / Polvo en un ataúd es el destino de cada uno. // Hablando de los ricos / Los pobres han creado la farsa de los ricos / y solo idiotas a los que amamantaron hasta muy tarde se la creen.


Así que no me hables de tus éxitos / ni de tus recetas para mi felicidad. // Fuma en la cama / Yo nunca pude digerir / esas ilusiones que reclamas para ir tirando.




martes, 20 de octubre de 2015

Once In A Lifetime - Talking Heads

Esta canción avasalladora y disparatada venía en un álbum que los Talking Heads publicaron en 1980, con una portada que llamaba la atención por el horroroso efecto fotográfico aplicado sobre los rostros de los miembros y la miembra del grupo. Luego me enteré de que aquello se denominaba, según creo, “solarizar” la imagen. Tengo el vinilo original de la compañía Sire, de cuando adquirir semejantes bienes suntuarios podía costarme la cena de los tres últimos días del mes, pero el disco me gustaba más que a tu abuela los Optalidones y no me podía pasar sin escuchar por la mañana, antes de ir al trabajo, la voz de predicador epiléptico de David Byrne. Qué tiempos. (El otro día lo vi, en un videoclip, atropellando con su coche a la quebradiza y hermosa St. Vincent y pensé que está casi tan viejo como yo).  


Algunos meses después de adquirir el elepé, acabé deprisa y corriendo el libro “English for dummies” y me puse a la tarea de hacer una traducción, un poco como a mí me dio la gana, sin tres ni revés, aunque también la letra original coquetea con la incoherencia, como para alcanzar significados más profundos que, de momento, se me escapaban. Y aún no he dado con ellos, pero sigo mesmerizado por esta especie de letanía. Ahí va:

ONCE IN A LIFETIME

And you may find yourself living in a shotgun shack / And you may find yourself in another part of the world / And you may find yourself behind the wheel of a large automobile / And you may find yourself in a beautiful house, with a beautiful wife / And you may ask yourself / -Well...How did I get here?

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

And you may ask yourself / How do I work this? / And you may ask yourself / Where is that large automobile? / And you may tell yourself / This is not my beautiful house! / And you may tell yourself / This is not my beautiful wife!

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was...  

Water dissolving...and water removing / There is water at the bottom of the ocean / Carry the water at the bottom of the ocean / Remove the water at the bottom of the ocean! Remove! Remove!

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/in the silent water / Under the rocks and stones/there is water underground.

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

And you may ask yourself / What is that beautiful house? / And you may ask yourself / Where does that highway go? / And you may ask yourself / Am I right?...Am I wrong? / And you say yourself / MY GOD!...WHAT HAVE I DONE?

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/in the silent water / Under the rocks and stones/there is water underground.

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... etc.


UNA VEZ EN LA VIDA

 Y puedes encontrarte viviendo en una casucha / Y puedes encontrarte en otra parte del mundo  / Y puedes encontrarte al volante de un cochazo / Y puedes encontrarte en una hermosa casa, con una hermosa mujer / Y puedes preguntarte - Bueno... ¿Cómo he llegado hasta aquí?

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/ el agua subterránea fluyendo.

Y puedes preguntarte a ti mismo / ¿Cómo manejo esto? / Y puedes preguntarte / ¿Dónde ha ido a parar el cochazo? / Y puedes decirte a ti mismo / ¡Esta no es mi hermosa casa! / Y puedes decirte a ti mismo / ¡Esta no es mi bella esposa!

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/el agua subterránea fluyendo.  

Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo…

El agua lo disuelve... y el agua se lo lleva / Hay agua en el fondo del océano / Lleva el agua al fondo del océano / ¡Quita el agua del fondo del océano! / ¡Quítala! / ¡Quítala!

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / De nuevo en el azul/en el agua silenciosa / Bajo las rocas y las piedras/hay aguas subterráneas.

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/el agua subterránea fluyendo. 

Y puedes preguntarte a ti mismo / ¿Cuál es esa hermosa casa? / Y puedes preguntarte / ¿A dónde conduce esa carretera? / Y puedes preguntarte / ¿Estoy en lo cierto? ... ¿Estoy en un error? / Y puedes decirte a ti mismo / DIOS MÍO… ¿QUÉ ES LO QUE HE HECHO?

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / De nuevo en el azul/en el agua silenciosa / Bajo las rocas y las piedras/hay aguas subterráneas.

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/el agua subterránea fluyendo.

Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Etc.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Canciones De Veranos Remotos

Los veraneantes son una fauna muy reciente en el tortuoso vaivén de la evolución de las especies. En este país, antes de los últimos años cincuenta o los primeros sesenta, sólo veraneaban los aristócratas y los potentados: el resto de la población andábamos demasiado ocupados procurándonos féculas para la subsistencia.


En los años cincuenta del pasado y ya casi remoto siglo, la pequeña burguesía: comerciantes, dentistas, autónomos, industriales, farmacéuticos y estanqueros, entre otros, descubrieron el veraneo. Algunos se compraron un chalet o un apartamento en la playa, donde la familia pasaba las vacaciones a salvo del tórrido bochorno del interior. Lo creas o no, una de las primeras consecuencias de este fenómeno sociológico fue la canción del verano, primero en manos y gargantas de artistas italianos y franceses, hasta que llegó el Dúo Dinámico.

Yo nunca fui fan del dúo barcelonés, primero por edad: no tengo hermanos mayores, pero de haber tenido uno con tres o cuatro años más que yo, hubiera recibido, a través de él, el eco de un éxito casi inconcebible, como el que tuvieron en aquella apagada España, cuyos rincones más mohosos y mortecinos comenzaron a iluminarse con su música desenfadada y optimista, de claras resonancias norteamericanas, pero adaptada a nuestra peculiar idiotincrasia.


Y en segundo lugar, la fanicie no me alcanzó por extracción social: la cosa reclamaba un modelo de niño bien, modoso y un poco pijeras, a ser posible propietario de una Vespa y con un papá que tuviera un apartamento en la playa, que serviría de base de operaciones para vivir las deliciosas aventuras sentimentales propuestas en las pegadizas tonadas del asombroso dúo.

Pero no te engañes, su fama descabellada alcanzó a todos los estamentos a principios de los sesenta… actuaciones, discos, galas, películas con y sin Marisol… Hasta como personajes de comic llegaron a comercializarse en este desfallecido y roñoso país. Fue lo que hoy llamaríamos un megabombazo. Y bastante prolongado, hasta la irrupción de los Beatles, por lo menos. Luego, han sido un episodio camp también muy perdurable y con muchas recidivas.


Con la Transición, se volvieron a poner de moda como un fenómeno un poco perverso, todo el mundo fingía encontrar risibles y desfasadas sus canciones, ocultando lo que en realidad ocurría: que seguíamos siendo víctimas de su indiscutible gancho. Y aunque, en el ágora, escuchábamos “Libertad sin ira” (Una canción tan ridícula, esta sí, que nunca hubieran firmado Manuel de la Calva y Ramón Arcusa), a escondidas, o tal vez en la intimidad de la ducha, entonábamos “Quince años tiene mi amor” o “Mari Carmen” (Es Mari Carmen, dijeron todos / su mirar, / su bailar / cautiva todos los corazones / y tú bien pronto lo vas a comprobar…)


De entre todas las canciones de ambiente veraniego y playero que confeccionaron (y fueron muchas) me quedo con dos: la popularísima y algo rimbombante “Amor de verano” que, en el de 1964, maullaban hasta los gatos de tu callejón y la melancólica “Adiós verano, adiós amor”, con la que, hasta yo que soy poco propenso a los ataques de nostalgia, me siento alcanzado por un punto, medio poético, medio kitsch, y suelto, si no me ve nadie, una lagrimita por esos amoríos quiméricos que nunca me fue dado vivir.


Mucho después, al otro lado del charco, se articularon y se reciclaron estos delirios juveniles en una película como “Grease” y lo petaron. Aprovechando que estás descuidado, te endiño un vídeo de ambas canciones atrapaveraneantes, así que conecta el sonotone y disponte a recordar.


Pero, a mi poco juicioso juicio, su mérito mayor, o uno de ellos, radica en haber rubricado el equivalente español de la norteamericana “My way (A mi manera)”. La canción a que me refiero es “Resistiré” (y ha resistido, en efecto, a todas las manipulaciones y apropiaciones espurias), otro himno más para nosotros, los creyentes en una religión personal, aquella que no admite más adeptos ni conversos que uno mismo.

La versión original de “Resistiré” adolece, como es muy frecuente en el país de charanga y pandereta que hollamos, de un arreglo catastrófico, con unos sintes horrorosos. No tardando mucho, la memoria histórica hará un ajuste de cuentas con los arreglistas, pero a día de hoy, la mejor versión que he encontrado por ahí es ésta, no es porque se trate de un primo mío… Es que, manejado por Jose Ángel, el tema cambia de nivel y parece algo salido de Gilbert Becaud o de Jacques Brel. No te lo pierdas.


Por cierto, ahora que veraneantes somos todos, suelo aprovechar para huir, con la familia, de las fiestas patronales de mi pueblo y su monótono bullicio. Me voy a la playa más cercana, en estas fechas casi deshabitada, y hago estas fotos que he compartido hoy en la entrada. “Vuelvo a la playa donde te conocí y el mar me canta así. Chao, chao ...”


jueves, 11 de junio de 2015

Run For Your Life - The Beatles

Como dentro de poco se cumplirá el cincuentenario del mejor disco de la primera época de los Beatles, aprovecho para traducir, con la relativa libertad que da la relativa ignorancia, una canción escrita por John Lennon. Una sólida tonada rockera sustenta una creación que se sale un poco de la tónica habitual de “chico requiebra tiernamente a chica”, preponderante en muchas de aquellas letras, a las cuales un avispado sociólogo daba esta interpretación: “nosotros (artistas) sentimos un gran amor por vosotros (público), y por tanto vosotros (público) debéis corresponder con un sentimiento semejante hacia nosotros (artistas)”. De acuerdo con las elucubraciones del sociólogo, esto explicaría el éxito de las creaciones del cuarteto de Liverpool. Y se quedaba tan ancho.


 Esta canción, “Run For Your Life”, es de 1965 y recoge las amenazas de un tipo muy celoso que previene a su chica. Luego han venido los tiempos cansinos de la corrección política y se ha tachado la impoluta figura del activista John Lennon que, con Jesucristo y el “Che” Guevara, forma la Nuerva Santísima Trinidad, se le ha tachado, digo, poco menos que de incitar a la violencia machista… Como siga avanzando la marea de la idiocracia, pronto veremos esta canción censurada. O mejor aún, escamoteada. Y yo respondo, débilmente, señores, esto es sólo ficción ¿o alguien sigue pensando en serio que Mick Jagger es Satanás?


Click para agrandar



jueves, 7 de mayo de 2015

Amapola, ¿Cómo Puedes Tú Vivir Tan Sola?

Paseando por el campo, a veces me viene la inspiración y, a veces, asaltan mi caletre toda suerte de ideas chorras, e incluso la sospecha de que ya no se nota la diferencia.

 
El caso es que los campos se han vestido de rojo o, como decimos por aquí, de “colorao”, debido a los millares de humildes amapolas que tapizan todo tipo de márgenes, espuendas y cunetas. En los campos de labor no, que tengo entendido que los perseverantes labriegos echan un plaguicida que impide su proliferación y, así, desmienten la canción del difunto Manolo Escobar, aquella que decía: “El trigo entre toas las flores / ha escogío a la amapola / y yo escojo a mi Dolores, / Dolores, Lolita, Lola.” Es curioso, he tardado más de 50 años en encontrarle alguna gracia a esta copla.


 
La frágil flor (no puedes cogerla sin arruinarla, en cuestión de minutos se marchita) presta al género femenino (mi favorito), un nombre bastante “demodé” o, como se dice ahora, “vintage”. Amapola. Uno de mis muy más demasiado favoritos boleros de Los Panchos, se titula “Amapola” y en él se declama: “Amapola, / lindísima Amapola, / no seas tan ingrata / y ámame. / Amapola, Amapola, / ¿cómo puedes tú vivir / tan sola?” Los nombres propios, casi siempre femeninos (de varón, sólo se me ocurren Narciso y Jacinto), tomados de las flores, parecen un tanto en declive: hay Rosas, Margaritas, Azucenas, Violetas, Verónicas, Hortensias… Pero escasean las Amapolas, apenas nadie le pone a su hija Amapola, usando de la sinestesia, diré que es un nombre demasiado vistoso.


 
En el campo no, allí las hay a patadas o, usando el coloquialismo que tanta gracia me hace últimamente, “a cascoporro”, y me pregunto cómo se les pudo ocurrir a los letristas aquello de “¿Cómo puedes tu vivir tan sola?” Si es que salí con mi cámara “Lumix” a fotografiar la primavera tardía y, apuntara donde apuntase, había uno de estos efímeros roldes de intenso bermellón encendido. Hasta di con unas, agitadas por el viento, donde mantenían un precario equilibrio unos saltamontes de un verde tierno, que parecían posar para el paseante ocioso: un buen pretexto para compartir las imágenes aquí.
 

 

miércoles, 25 de febrero de 2015

Ay, Ese Himno Sin Letra...

La materialización más convincente que encuentro del sentimiento nacionalista es la de un pedo: el mío me produce satisfacción y puede parecerme, en determinadas situaciones, incluso gracioso. El de los demás es asqueroso y apesta.

Puestas así las cosas, no entiendo por qué habría de sentir una emoción negativa ante, por ejemplo, la pitada al himno español en la final de la Copa del Rey de baloncesto por parte de la hinchada barcelonista en Las Palmas, este año; o el aquelarre de Vitoria en la final de 2013; o la madre de todas las pitadas, en la final de la Copa de fútbol, entre el Bilbao y el Barça, en el Vicente Calderón en 2012. Admito que las masas tienen derecho a manifestar su opinión colectiva y hay libertad de expresión, faltaría más. Para redondear la diversión, sólo hubiera faltado que las autoridades de Las Palmas, en un inimaginable ejercicio de cintura e imaginación política, hubieran dado paso a continuación, en la megafonía, a una grabación de “Els Segadors”. Eso hubiera puesto el pabellón calentito, calentito. Aunque, ¿se imagina alguien por un momento que los hinchas del Real Madrid, en un ataque de respeto, se ponen a escuchar en silencio el himno de la comunidad de sus adversarios deportivos? ¿A que no? Y es que las masas se expresan de un modo muy previsible. Masa y masacre son palabras de la misma familia, creo.
 
Pero más allá de una indignación que no siento, o que lamento mucho sentir, la reflexión que me trae hoy a esta página, es la nula articulación de nuestro pedo patrio: no tiene letra. Un himno sin letra, qué anómala carencia. En los pasados mundiales de fútbol, de los que fui telespectador asiduo, todos los combinados nacionales, en respetuosa formación, con una mano en el pecho y los ojos entornados, canturreaban la letra, al sonar el himno propio. Los chilenos que se enfrentaban a nuestra selección, tras entonar algo tan bizarro como: “Que o la tumba serás de los libres, / O el asilo contra la opresión”, nos pasaron por encima, claro, nosotros sólo habíamos cantado: “Lolo loro-lo loró lo-loró lolololó loló lorololooo looo-ló” y así no se va a ninguna parte. Esta es la letra con la que se entona últimamente nuestro himno y, claro, no infunde ánimos. Franceses y catalanes tienen himnos con una bonita letra, aunque yo, personalmente, prefiero la del de Asturias.
 
Y no es que no haya habido intentos por dotar a nuestra marcha real de una letra adecuada: en tiempos de Su Excelencia era extremadamente popular esta versión: “Franco, Franco, / que tiene el culo blanco / porque su mujer / lo lava con Ariel… / Burro, zopenco, / cuadrúpedo, animal, / que con el tiempo lle / garás a re / buz / nar.” Naturalmente está muy lejos de mi intención pedir que se oficialice esta letra. No sólo está pasada de moda, sino que además su carácter bufo nos acarrearía la rechifla de la Asamblea General de la ONU.
Por otra parte, también del lado oficial hubo un intento de corte falangista que no prosperó. Lo recojo aquí, porque el poeta José María Pemán dio lo mejor de sí con una letra que, en definitiva no cuajó:
 
¡Viva España! / Alzad la frente, / hijos del pueblo español / que vuelve a resurgir. // Gloria a la Patria / que supo seguir / sobre el azul del mar / el caminar del sol.
 
¡Triunfa, España! / Los yunques y las ruedas / canten al compás / nuevos himnos de fe. // Juntos con ellos / cantemos en pie/ la vida nueva y fuerte / del trabajo y paz.”
 
Con esto arreciarían los silbidos. Y a día de hoy, encontrar una letra de consenso y una música que concitara el respeto o el afecto de la mayoría de los moradores de las diecisiete autonomías es… Misión Imposible. Ni con la ayuda de Tom Cruise podría llevarse a cabo.
 
Yo, por si acaso, dejo aquí esta propuesta, por si este año Bilbao y Barça vuelven a la final de la Copa: