miércoles, 31 de octubre de 2012

The Afternoons - The Days We Found In The Sun

Uno de los placeres que pensaba darme escribiendo este blog es el de comentar discos poco conocidos o poco apreciados, grabaciones que no conocieron la fortuna de las listas de éxitos, pero que a mis oídos suenan mejor y más sugerentes que aquellas que sí nos dieron la tabarra a todas horas desde la tele, la radio o el coche tuneado que pasaba atronando.

 
Comenzaré por este disco, "The Days We Found In The Sun", grabado en 2001 por unos chicos de Gales, The Afternoons, que no tuvo, pese a sus méritos, excesiva repercusión. Se trata de una delicada joya de la música Pop, con doce canciones de melodías diáfanas y armonías cristalinas, con unos arreglos de orquesta que son orfebrería de la fina. Tiene su puntito romántico y dulce, pero no llega a ser empalagoso; está teñido de melancolía, pero no llega a ser triste; es suave y relajante, sin por ello ser aburrido. Es música que está entroncada estilísticamente con los Beatles, aunque en la canción "Talk To Me About Tomorrow" hablen más bien de la Plastic Ono Band. El cantante no tiene una maravillosa voz, pero sabe darle un aire a la de Lennon, en algunos temas. También me recuerdan a Travis, sin embargo The Afternoons suenan aquí más elaborados y sofisticados que aquéllos y su música resulta más entera, menos blanda.

 
 El equilibrio de los temas es asombroso, el disco destaca a la vez por su unidad y por su variedad. No me atrevería a señalar un sólo tema flojo o de relleno. Entre los que prefiero están "Your Blue-Eyed Boy", "My Beautiful Monkey" y "Saturn", pero la elección es difícil, pues están todos tocados con una gracia especial. Una última observación: no entran a la primera escucha, salvo el primer tema no son precisamente sencillos e inmediatos, requieren un poco de paciencia.

Como pasó sin pena ni gloria (inexplicable) y me barrunto que puede ser algo complicado de encontrar y como no dudo que te va a gustar prueba este enlace para descargarlo:
 

domingo, 28 de octubre de 2012

Otoño En Ordesa

Ayer, sábado, nos acercamos con unos amigos a disfrutar del otoño en el valle de Ordesa. Estaba tan hermoso que no parecía natural, sino un lugar sobrenatural, tocado con una luz de otro mundo.

Hice algunas fotos para compartir en esta página. No sé por qué, éramos una plaga de fotógrafos persiguiendo contrastes en las hojas de color champán, en todo el valle se oía un zumbido, mezcla de ventisca y de los clicks de las cámaras, para fotografiar los milagros que la luz perpetra, en otoño, en este tan singular valle de Ordesa.

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El Alquimista Impaciente

Insisto en el género de la novela negra para comentar y recomendar esta obra, debida a Lorenzo Silva, que fue premiada con el Nadal en el año 2000. Es la segunda de una serie de siete títulos, el último de los cuales ha sido galardonado con el premio Planeta de este año. Esto es indicativo de que la saga goza de una extensa popularidad y, como acostumbro a hacer en estos casos, comencé a leer la primera que se publicó: “El lejano país de los estanques”, en su contra diré que narra un caso decididamente más endeble que la del alquimista y, a su favor, lo mismo que voy a decir de ésta.
 
La supuesta originalidad y el indudable gancho de este invento se halla en los personajes, los detectivescos protagonistas, que son una pareja, como Sherlock Holmes y Watson, pero en nuestro caso se trata de una pareja mixta, de la Guardia Civil por más señas, el sargento Bevilacqua y la guardia Chamorro. Hay un considerable acierto en la dinámica de estos personajes, una especie de equilibrio inestable, entre lo sentimental y lo profesional, y en la química de su relación que, en modo alguno podría ser “de pareja”, en el sentido directo y habitual del término, para lo cual tienen que vencer algunas trampas que el atractivo de Chamorro pone a su paso.
 
Bevilacqua, cuyo difícil apellido da lugar a divertidas deformaciones y equívocos, es un psicólogo en paro, un enamorado de toda clase de perdedores y perdedor vocacional él mismo y, finalmente, un sargento de la Guardia Civil escrupuloso y tenaz. Su personalidad construida íntegramente con rasgos positivos y empáticos, sin apenas lado oscuro, y su pertenencia a un Cuerpo que tiene fama de áspero y estirado, conviven sin aparente conflicto. Un Guardia Civil culto y sentencioso, que narra en primera persona y dota a la novela de una decidida voluntad de estilo literario, cuajándola de dichos, alusiones y citas y situándola, merced a una prosa muy cuidada, un punto por encima de lo habitual en su género.
Chamorro, la obstinada y vocacional guardia ayudante del protagonista, es reflexiva y discreta, aguda y sacrificada, aunque, cuando la situación lo exige, se transmuta en una rubia belleza sensual, que enreda y atrapa incautos. Se hace valer, pese a las reticencias machistas que subyacen aún en el Cuerpo al que pertenece y fuera de él, incorporando un contrapunto femenino de lo más atinado, frente a lo cerril y lo cañí.
 
El juego de estos dos personajes, entre una pléyade de secundarios a uno y otro lado de la línea que marca la ley, junto con un estilo aseado y directo, sencillo y en ocasiones, de un irresistible humorismo, es lo mejor de la novela. A remarcar la hilarante entrevista entre los guardias protagonistas y un cacique sospechoso y moribundo llamado Ochaíta, una apoteosis de vivacidad y mala leche. Otro hallazgo: el español en el que se expresa un ruso, medio proxeneta, que colabora con Bevilacqua…
Por lo demás, el aspecto menos convincente es el propio caso, de corte clásico y desarrollo algo convencional: un hombre aparece en un motel de la autovía cerca de Guadalajara, atado a una cama y vejado, muerto sin otros aparentes signos de violencia. Era ingeniero de la cercana central nuclear y las sospechas basculan entre algo relacionado con la propia central, o con su viuda, o con unos poderosos caciques de muy mala pinta, con los que tenía productivos negocios. Al final se esclarece de acuerdo con la costumbre: los poderosos son malos, aunque como tienen buenos abogados, hay ciertas dudas sobre si se les caerá el pelo. En la Suecia de Mankell, sí; pero en la España cañí, nunca se sabe. Si me sigo refiriendo a la entrada anterior, los casos de Mankell son cuidadísimos artefactos de precisión, narrados en un lenguaje para nada literario, mientras que aquí, en Lorenzo Silva se da casi el fenómeno opuesto: importa menos el qué y mucho más el cómo.
 
Pues, y aquí está la gracia, el viaje que transcurre hacia el esclarecimiento del caso, con su prosa ágil y luminosa, sus diálogos naturales e ingeniosos, y su descripción certera y concisa de ambientes y personajes, junto con las sabrosas apreciaciones del propio Bevilacqua, hacen que la lectura merezca la pena y el relato se cumpla sobradamente.
Creo que voy a seguir disfrutando de los siguientes títulos de la serie. Bueno, adiós, me espera “La niebla y la doncella”.


viernes, 26 de octubre de 2012

Chopera 1

Para deleite de paseantes, la extensa chopera de Monzón empieza a vestir sus delicados tonos otoñales. La luz de la tarde, el domingo pasado, caía ya bastante oblicua y le daba un volumen majestuoso. Tengo el placer de presentar esta imagen de un paraje, a la vez doméstico y silvestre, íntimo y espacioso, que une cercanía y misterio, a la orilla izquierda del río Cinca.
 
Click para agrandar.
 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Un Nuevo Estado Pide Paso En Europa 2

Abocados como estamos a otro esplendoroso triunfo de los, por nosotros denominados nacionalistas, en las inminentes elecciones autonómicas catalanas, triunfo que, de manera harto indudable, y hasta anunciada, dará paso a la concreción, por los vencedores, de sus anhelos secesionistas, soberanistas, independentistas o, como tengan a bien llamarlos, dada la correlación de fuerzas existente tras las elecciones, hoy me daré el gustazo de hablar del tema de la lengua española y la llengua catalana, y sus inarmónicas relaciones.

Dos no se entienden si uno no quiere, por lo tanto, difícilmente llegará el entendimiento, si los que no quieren entenderse son ambos, estableciendo posturas irreconciliables de antemano,  para, desde ellas, lanzar al adversario descalificaciones esenciales. Fatigoso y cansino asunto, pero llevamos treinta y cinco años así (!). Desde el bando "catalanista", se acusa a los "españolistas" de falta de sensibilidad para apreciar el hecho diferencial. Y es enteramente cierto: el aprecio por la lengua catalana y el afecto o apego a su cultura brillan aquí por su ausencia. Esto es tan obvio que no me extenderé sobre ello ni una línea más.

Porque lo que aquí quiero comentar es que ese desafecto y desaprecio, existentes en el marco de un grave error político, es la mejor baza que se han encontrado los nacionalistas catalanes, el regalo ideal para sus fines, que no son de ayer a hoy, sino que llevan décadas incubándose y ahora han encontrado el marco propicio: un estado desorientado políticamente y en quiebra económica, que parece carecer de fuerza y legitimidad para oponerse al reto secesionista, más allá del pataleo.


La agudeza de los soberanistas no ha consistido en detectar el momento oportuno, sino en preparar, propiciar y acercar ese momento con astucia y constancia. Esto lo han hecho muy bien, aprovechando el complejo de culpa de los que nos autodenominamos constitucionalistas, para filtrar concesiones más y más estratégicas, llegando con naturalidad a un punto en el que ya no queda terreno para nuestra argumentación. Un ejemplo: se habla largamente de cuáles serían las condiciones que permitirían un encaje de Cataluña en España. Nadie habla de cómo encajaría España en Cataluña. Es ridículo, no ha lugar: España ha sido erradicada de Cataluña.

La agudeza de los soberanistas ha consistido en detectar los sectores clave y apoderarse de ellos, expulsando cualquier rastro, no ya de "españolidad", sino de espacio común. De este modo, los medios de comunicación social y la educación han sido intervenidos con asombroso éxito. Se ha expurgado de ellos la referencia a lo español, salvo en los aspectos negativos que se han amplificado machaconamente: "Espanya ens roba" es un slogan emblemático de efectos maravillosos: es de sencilla comprensión, cuesta apercibirse de que es una falacia, allí les une y aquí nos irrita. Objetivo cumplido al cien por cien. Los medios hablaban del "oasis catalán" (allí nadie se enriquecía con las comisiones, nadie robaba al erario público...) Los medios hablaban de la magnífica sanidad sin colas, de las imponentes autovías que tenemos en España y que ellos financian con sus impuestos, mientras en Cataluña hay listas de espera de diecisiete años en cualquier hospital y carreteras bacheadas de cuarta categoría que unen Mollerussa e Igualada. Los medios hablaban del legítimo nacionalismo catalán como la libre e incuestionable elección del pueblo, frente al nacionalismo rancio, trasnochado y casposo, de las cavernas de España. Fantástico. Goebbels decía que una mentira repetida suficiente número de veces, deja de serlo. Y en las antípodas, un amigo mío dice que los nacionalismos son como los pedos, los que apestan, son los ajenos.

La agudeza de los soberanistas, en fin, la máxima agudeza ha sido el uso de la lengua como arma política. Y esto lo han hecho de una manera tan admirable que mi arrobo no sé si me dejará explicarme, así que iré por partes.

Primero, el nombre de la lengua que uso es español o lengua española y no castellano, que aludiendo a su origen, es empleado siempre por los catalanohablantes, para establecer una frontera lingüística muy conveniente, ya que se elimina el carácter común. Es muy corriente que un catalán, a no ser que sea muy joven, sepa expresarse en catalán y en español, pero él nunca lo dirá así, pues sería aludir a la lengua común, sino que dirá castellano, identificando de este modo a la lengua impuesta. Castellano es nombre de parte, es como si yo me empeñara en que allí hablan ampurdanés (y allí colara).

Segundo, el catalán es la lengua propia de Cataluña, toma. Cuando los romanos llegaron a sus costas ya quisieron imponer el uso del latín, sin éxito. Si yo dijera: el español es la lengua propia de España, me tomarían por un fascista o por un necio, y ambas cosas serían ciertas. Una lengua es una cosa viva, la hacen sus hablantes, sus escritores, sus lectores, el uso la acrece, el desuso la extingue y si piensas que está esencialmente vinculada a un territorio, vale, tómate algo.

Tercero, el catalán es una lengua amenazada por largos años de prohibición, que debe recuperarse: de este modo, la educación se hace por inmersión, exclusivamente en catalán. Brillante idea. La misma que tuvo Franco, pero al revés. Hay una comunidad bilingüe, pero no hay una educación bilingüe porque el español ya lo aprenden los niños viendo Telecinco. Soberbio. Si conoces otro país, distinto de Cataluña, donde un niño no pueda educarse en su lengua materna, siendo ésta lengua oficial, seguro que no es del primer mundo. Creo que éste es el mayor gol que hemos recibido los constitucionalistas españoles, el que ha permitido las recientes proclamas. Es obvio que si no se admite de raíz, desde el comienzo, que hay una lengua común y otra particular o vernácula, los que están empeñados en la desaparición de lo común tienen mucho camino andado.

Cuarto, han conseguido hacer creer como dogma, las soflamas de los nacionalistas alemanes del siglo XIX, que equiparan una lengua con una nación. Y cada nación aspira a un Estado. Siguiendo este trasnochado razonamiento, podría haber un sólo Estado que empezara por el norte en Méjico y acabara por el sur en Argentina y Chile, otro formado por Estados Unidos y el Canadá angloparlante... y otro por Quebec, siempre nos quedará Quebec. Por otro lado, Suiza no tiene derecho a ser un Estado y no sigamos, por higiene mental.

Y quinto, que ya va siendo hora de plegar, todo vale para confundir al adversario. A mí me han robado los nombres propios, en español decimos Londres y no London, Nueva York y no New York. Si yo digo Lérida y Gerona, no digamos San Baudilio de Llobregat, soy, en según que ámbitos, confundido con un australopiteco carpetovetónico, retrasado y medio nazi. En cambio, en catalán, has de ver como muy natural que digan Osca, Terol y Saragossa, y yo así lo veo. Lo que no veo es por qué tengo que decir yo Girona, usando incluso, en la primera sílaba, un sonido que mi idioma ni siquiera tiene.

Así, señor juez, vale que se quiera divorciar, pero ella también ronca.



lunes, 22 de octubre de 2012

Nana Para Marcos

Cada niño anhelado, querido o, tan sólo, aceptado, que es alumbrado sin mayores tropiezos, es un homenaje, una pleitesía que la vida se rinde a sí misma, en su irresistible designio de perpetuarse.

Las víctimas, sacrificadas en honor y provecho de lo que anhela vivir y crecer, son los venturosos padres, pero ellos no lo saben.

O sí, lo saben, y aceptan su sacrificio, sumisos y avasallados por la armonía del universo.

Enhorabuena, valientes, y cuidad de mi sobrino. Por si no se os duerme, le he compuesto una nana electrónica. No tiene probada su eficacia, pero podría valer.
 


domingo, 21 de octubre de 2012

España 92

Hace 20 años, yo era 20 años más joven y poeta aficionado. Como era muy escrupuloso con las formas, escribía sonetos. Hoy me he encontrado uno de corte político, que reflejaría la situación actual, con sólo cambiar en el último verso la expresión "una letra de cambio" por "una prima de riesgo". Ahí va.

               ESPAÑA 92

  Escuchó hablar de patria y vaya rollo,
no supo si eran una o diecisiete,
leyó la carta magna en el retrete,
sin duda, puso cara de centollo.


  En esa ardua pesquisa que acomete,
del pasado le acecha un lindo embrollo,
la herencia del fascismo es un escollo,
la historia más reciente, un mal sainete.

  Le diremos que patria había alguna,
un desgarro interior íbala hiriendo
y tuvo una gangrena roja y gualda:

  postróse muy enferma en una cuna
y halló al fin triste muerte, recibiendo
una letra de cambio por la espalda.


 

Dos Lolitas

Este año se cumple el 50 aniversario de "Lolita" de Stanley Kubrick, se mire por donde se mire una incuestionable obra maestra del cine. A mi parecer no ha sido suficientemente valorada (un 7'7 en Film Affinity es poco) debido quizá a su temática "escandalosa", una pasión amorosa por una niña apenas púber, que cualquier bienpensante considerará inmoral. He discutido con algunas personas, porque ver en Lolita simplemente una historia de pedofilia es tan reduccionista para mí, como decir que la Biblia es una historia de violencia o Lorca un moñas que escribía sobre asuntos de mariquitas. ¿Alguien dejaría de ver "El Padrino" porque salen asesinos mafiosos y no tragamos a esa gente? 

Aquí no resisto la tentación de transcribir un texto que me rechifla, de Giovanni Papini, en el que juzga sumariamente, en este vilipendioso estilo, las obras maestras de la literatura universal:
"Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía." Para divertirse adivinando.

Bueno, dejemos aquí el inciso. Si no has visto aún la "Lolita" de Kubrick, hazte el favor de no dejar pasar más tiempo: píllala y disfruta del  soberbio guión lleno de inteligencia y ritmo que el propio Nabokov hizo de su magistral novela, con un comienzo glorioso tras el cual toda la película es un flashback; disfruta del incomparable reparto en el que James Mason, monstruoso, gigantesco, es el atormentado Humbert Humbert, enamorado con una pasión irracional de la inocente, candorosa, perversa, vulgar, misteriosa, y sensual Sue Lyon (Lolita), con secundarios de lujo, como Shelley Winters, como la pánfila y pesada madre y Peter Sellers en el papel más increible y polivalente que pueda imaginarse, como Quilty, el malvado seductor que "roba" a Lolita; disfruta de la bellísima fotografía en blanco y negro, de la música, del humor, del dramatismo, de la amargura y pellízcate después para despertar. ¿A que ha valido la pena?


En estas, me entero de que hay un remake de 1997, una "Lolita" más reciente, dirigida por Adrian Lyne. Como sus exitosas y muy taquilleras "9 semanas y media" y "Atracción Fatal" me habían parecido muy poco estimulantes, me temí lo peor. Mientras trataba de hacerme con una copia de su "Lolita", empeño este que resultó bastante difícil, iba mentalmente preparando los términos: bodrio, truño, ñordo, zurullo... Además, a estas alturas, ya sabía que había tenido mala crítica.


Cuál no sería mi sorpresa, cuando me encuentro con una película bastante digna. Algo inofensiva y, desde luego, lastrada por tener como precedente semejante obra maestra, pero se deja ver con agrado y, cosa del todo inesperada, juega sus propias bazas, la mejor de las cuales es una mayor fidelidad a la novela original, a la que se pega cuanto le es posible. Claro está, Nabokov, en el guión de la primera, pudo cambiar y adaptar cuanto quiso, nadie le iba a acusar de no ser fiel a sí mismo. puesto que eran modificaciones a su propia creación. Lyne sitúa la acción a finales de los años 40, convirtiéndola casi en una película de época, mientras la de Kubrick transcurre contemporánea a su estreno y la acción parece situarse a comienzos de los 60. Lyne se ciñe al libro revelando dos momentos que no están en la película de Kubrick: uno, un amor adolescente de Humbert Humbert que prefigura su pasión por Lolita y otro, el largo viaje por Estados Unidos que emprenden tras la muerte de la madre, viaje que les lleva por carreteras y moteles y es para Humbert el momento más feliz de su relación, lo cual, en la película de Kubrick, es una elipsis. También hay que apuntar, aunque  es casi innecesario, que la película de Lyne explicita muchísimo más el contenido físico de las relaciones entre Humbert y Lolita:  aquí la censura no está tan presente. Ni que decir tiene que esto dista de ser un plus para la "Lolita" reciente. Al contrario, le resta misterio.

Todo lo demás va en contra de la película de Lyne, que se queda ligeramente por debajo del notable. El ritmo es demasiado pausado: pasan muchas menos cosas que en la película de Kubrick y han desaparecido por completo del guión los diálogos vivaces, el ingenio y el humor. El reparto es, dejémoslo en... poco adecuado. Jeremy Irons es aquí un tipo demasiado joven para ser Humbert Humbert y es mucho más inexpresivo que James Mason, algunas veces oscila de soso a hierático y, solamente al final entra en el dramatismo de su personaje. Melanie Griffith, la madre, tiene un papel brevísimo y, aunque se esfuerza en ser gritona y desagradable, no encaja con lo que Humbert apoda "la vaca Haze". En  cuanto a Dominique Swain, la niña, es muy mona y actúa considerablemente bien, pero no tiene ni atisbo del morbo de Sue Lyon, cosa que compensan poniéndola más procaz y con quintales de maquillaje, aun así es un poco demasiado infantil. Ah, y a un Quilty muy correcto en su interpretación, cuya muerte se ajusta en todo al libro, sólo le vemos la cara, al final, en su primera y última escena, antes apenas hubo atisbos, un desperdicio. En la película de Kubrick se comienza por el final y Peter Sellers hace la escena de la ejecución de Quilty antológica, inolvidable, con su "ping-pong romano". Dos últimos apuntes, uno en cada platillo de la balanza: la "Lolita" de Lyne cuenta con una espléndida banda sonora, obra de Ennio Morricone, banda omnipresente en los muchos momentos en que la película se detiene para subrayar contenidos sentimentales. En el otro platillo, una fotografía muy suavizada, de tonos caramelo, al estilo del David Hamilton en "Bilitis" pone un innecesario marco dulzón y empalagoso a muchísimos instantes de la cinta. Si tienes tiempo. ocasión y ganas de ver los dos filmes, no estaría de más ver primero éste y dejar el más interesante, el de Kubrick, para el final. Si ya has visto uno, no dejo de recomendarte el otro.


 

miércoles, 17 de octubre de 2012

La Quinta Mujer

Entre las novelas de género, con las que los aficionados a la lectura nos solazamos, cuando buscamos un puro entretenimiento, o enfrentarnos a un texto menos exigente, las históricas y las policiacas parecen gozar, a día de hoy, de las preferencias del público en general (y de las mías en particular). Aún recuerdo cuando mi padre me mandaba, día sí, día no, a cambiarle la novela del Oeste a una librería: entregabas la que habías terminado y, por una peseta o dos, elegías una que no habías leído aún. Tanto el género del Oeste como el negocio están algo obsoletos, así que no iré a cambiar la novela que acabo de leer.

He sido enganchado y abducido por el género policiaco, con el agravante conocido de que éste se estira en interminables sagas protagonizadas por los mismos representantes de la ley: comisarios, detectives o policías de variados cuerpos y distintas nacionalidades. Dentro de este género, Henning Mankell, polifacético autor sueco, parece ser un referente actual de lo más acreditado. No ha gozado aquí de tanto éxito como Stieg Larsson, cuya triple novela Millennium, alla por los veranos de 2008 y 2009 se leyeron hasta los gatos, pero, para mi gusto, se trata de un autor mucho más sólido y sus libros tienen más sustancia que la farragosa trilogía del citado Larsson.

Henning Mankell


La que voy a comentar es la sexta novela protagonizada por el inspector Kurt Wallander, personaje principal de la serie de Mankell, que es comisario en Ystad, en Escania, la región más meridional de Suecia. Se titula "La Quinta Mujer" y, en ella, Wallander, un personaje agobiado y pesimista que, por algún tipo de indefensión, o por sus evidentes debilidades humanas, se hace simpático al lector, debe resolver un caso de asesinato múltiple extremadamente difícil.

Es aconsejable leer las novelas de la serie en orden, porque los personajes evolucionan y sus circunstancias vitales cambian con el avance del tiempo más de lo acostumbrado en este tipo de literatura. No obstante, se pueden leer aisladamente y ésta, como cualquier otra, puede servirte de acceso a la saga. Dos características son permanentes. Por un lado, el estilo es esquemático y austero hasta lo descarnado: apenas hay descripciones de personajes, ambientes y paisajes (tras seis libros me entero de que un compañero de Wallander es calvo y una compañera, poco atractiva). Se sacrifica, pues, todo lo no pertinente a la narración desnuda, quedando reflexión, acción y diálogos, poco adornados con cualquier tipo de floritura. Por otro lado, el caso es de una violencia tremenda, Wallander tiene que lidiar esta vez, como casi siempre, con psicópatas o perturbados que, no roban un coche o venden unos gramos de droga, sino que desafían a la policía sueca con acertijos muy sangrientos.



Todas las novelas de Mankell protagonizadas por el inspector Wallander, y esta no es una excepción, son intrigas muy elaboradas y con una considerable capacidad de enganchar. En "La Quinta Mujer", un jubilado estudioso de los pájaros, un florista experto en orquídeas y un oscuro profesor universitario son asesinados en circunstancias brutales. La investigación, con mucho café, mucho mal tiempo y muchas reuniones (en Suecia se trabaja en equipo), irá desvelando que eran tres sujetos de mucho cuidado. Esto es una constante en Wallander: el "malo" no solo es el asesino. Parece que tras una fachada de respetabilidad, bienestar y paz social, en la sociedad sueca actual que describe, se gesta el caldo de cultivo apto para la más atroz violencia. La incomunicación, el egoísmo y  las contradicciones de las sociedades avanzadas han hecho enfermar a éstas y el crimen, más que una desviación ética o una infracción de la ley, es la manifestación de los síntomas de esta enfermedad social. Ni más ni menos que un rasgo consustancial a la novela negra, pero Mankell es un progresista y transparenta en sus personajes algunas reflexiones características. Lo asombroso es que esta catequesis no dañe el interés ni el elevado placer de esta lectura.


 

domingo, 14 de octubre de 2012

Columbia

Hoy aparezco con un nuevo artefacto musical íntegramente sintético. Más largo y complejo que el anterior y con la esperanza, indicada en su título, de que se trate de un pequeño lanzamiento, aunque sea al vacío. Me he divertido mucho haciendo las partes de cuerda y su enrevesada polifonía. El vídeo es algo aburrido y uno esperaría ver aparecer algún tipo de transporte espacial por esas nubes, cosa que, finalmente, no ocurre. Intentaré mejorar este aspecto en una próxima publicación, empleando un mayor número de imágenes (dos, por lo menos).


En cuanto al chiste de por qué se titula así la canción, no me sé el final. Alude a algo grande y pesado que se mueve ingrávidamente como una nave espacial. Si no te hace viajar dándole al "play" y cerrando los ojos, la revisaré en busca de averías (musicales).
 
 



jueves, 11 de octubre de 2012

Un Nuevo Estado Pide Paso En Europa 1


Entre los entretenimientos que nos proporciona el ámbito sociopolítico cercano a mi pueblo, no hay nada comparable a la anunciada secesión catalana. Asegura una prolongada diversión en tertulias, debates, noticiarios, discusiones bizantinas y otros cotilleos. El reto ha sido lanzado y, sorpresa, algunos pobladores no orientales de la península, parecen caerse del guindo y decir: pero, ¿cómo es posible que este asunto se plantee precisamente ahora, con la que está cayendo?
 
¿El Estado es un barco que se hunde y las ratas son las primeras en abandonarlo? Demasiado simplista. ¿Es un signo de cobardía, vileza y deslealtad aprovechar la quiebra económica de España para elegir el momento de plantear el adiós? Pues no lo sé, pero tomaré un símil del boxeo, ese injustamente desacreditado deporte que tanto me apasiona: ¿Es vil, cobarde o desleal tratar de noquear al adversario que da signos de flaqueza? Bueno, se me dirá, España y Cataluña no son adversarias pugilísticas, sino piezas mal encajadas de un mismo Estado. Ahí creo que está el error: una parte por desconocimiento, insensibilidad, desidia o error de cálculo y la otra, tras 37 años de una férrea, obstinada y voluntariosa preparación, son ahora contendientes en un match que, se presume, será poco deportivo.
 
Tomaré ahora un símil de un deporte muy popular que aborrezco, el automovilismo: desde el punto de vista de "los castellanos", España es la carrocería y la marca de un bólido en el que Cataluña estaría destinada, en el mejor de los casos, a ser el motor (aunque los catalanes piensan que serían el depósito de combustible), desde la perspectiva catalana, en cambio, se desea correr en dos coches diferentes y, por supuesto, ganarle al coche español. Ya postuló el señor Mas ante sus aún-no-socios de la Comunidad Europea que Cataluña, sin el lastre de Extremadura y Andalucía, y sin el freno de Madrid, sería uno de los Estados más ricos de Europa (?).
 
Como este tema me motiva lo suyo, volveré a parlotear sobre el nacionalismo catalán, contrapunto de mi nacionalismo rancio  y casposo (y socarrón). Para despedirme aludiré al fino detalle de actualidad, de la macrobandera articulada el domingo pasado, por los más de noventa mil asistentes al Camp Nou, para pasmo del mundo mundial, ¿qué grado de disciplina, docilidad y, por qué no decirlo, consenso, son necesarios para conseguir que los casi cien mil asistentes a un evento deportivo, en los tiempos que vivimos, pongan sobre su testa la cartulina asignada? En mi país eso hubiera sido imposible, aquí cada uno va por su lado, es como su madre lo parió y no hace caso ni de los semáforos. Notable acción patriótico-deportiva, pues. A Leni Riefenstahl le hubiera encantado filmarla.
 
¿Qué cartulina hubieras puesto sobre tu cabeza?
 



miércoles, 10 de octubre de 2012

Entusiasco


Entusiasco es una contradicción. La contradicción vital a la que me aferro para escribir este Blog. No quisiera que se interpretara como que algunas presencias de nuestro entorno, o algunas manifestaciones del tiempo que nos toca compartir, me entusiasman y otras me dan asco. Ya no creemos en buenos y malos, elfos y orcos. La sensación de entusiasco es indivisible: las mismas cosas me apasionan y me afligen a la vez, me complacen y me repugnan por igual. Con entusiasco, pues, hablaré, de política, cine, libros, música, vida, fútbol, filosofía, amor y tráfico rodado… En fin, del asunto en general.
¿Y por qué con entusiasco y no de una manera más comedida y apacible?¿O con indignación, que es lo que está de moda? Pues verás: el mismo día que el estudio y la reflexión le llevan a uno a creerse que ha tomado conciencia de determinados hechos, ese mismo día, es víctima de la más burda y pueril de las manipulaciones, convirtiéndose uno en peón y fuerza de choque de la más aguerrida y militante estupidez. El mismo día uno se comporta como un maduro ciudadano de una sociedad muy evolucionada, y al instante como un valioso elemento del populacho, un miembro de las turbas incendiarias, de la chusma teleadicta. Hay música muy bella que es terriblemente aburrida, cuadros horrorosos que son encantadores, películas vomitivas que vemos de un tirón, acertadísimos discursos que son basura… Reaccionemos a todo esto con estusiasco.
Y si alguien te expone una idea particularmente delirante y necia, como las que aparecen cada día en los medios, le dices: “Claro, claro, tienes razón, estás en lo cierto, yo mismo lo comparto pero no lo respeto.”
 
La montaña me entusiasquea.

Sólo buenos amigos.


Con el mismo afán y parecida eficiencia con la que Calamardo toca el clarinete, el que bajo estas líneas subyace, dedica sus horas libres a “tocar” un artilugio digital llamado Reason y, en estas páginas, quiere compartir sus producciones musicales con cualquiera que tenga paciencia y oídos no demasiado exigentes.

Empezaré la andadura con un temita sencillo de corte ambiental, apenas un apunte sonoro, con un sinte cantarín sobre un simple acompañamiento de fondo, que he titulado “Sólo buenos amigos”, pretendidamente indicando de este modo, la relación que tengo con la creación musical, relación que viene a ser como con esas chicas que, de jóvenes, pretendemos y se nos resisten con tenacidad, hasta que hemos de conformarnos con ser solamente buenos amigos, mientras otros se las llevan al huerto (creativo).
 
Esto es únicamente el comienzo de esa buena amistad. Oprime el enlace y escucha sin prejuicios y, eso espero, sin perjuicios.