Pasear por el fondo del valle de Ordesa
en verano es una breve peregrinación, una versión reducida del camino de
Santiago, menos peligrosa, pues se carece de la posibilidad de llegar en un
tren Alvia, pero igualmente masiva.
Conviene iniciarla de buena mañana, pues
nos aguardan dos horas y media de caminata, desde la Pradera donde nos deja el
autobús, hasta la Cola de Caballo, el espectacular salto de agua que cierra el
circo de Soaso, lugar que los paseantes poco ambiciosos consideramos la meta de
una agradable excursión, larga pero no demasiado exigente.
Cascada Del Estrecho 2006 |
Cascada Del Estrecho 2013 |
Luego hay que regresar, claro, y esto
añade otras dos horas de andar, a las que hay que sumar las inevitables paradas,
ocasionadas por la magnificencia del paisaje, que exige una detenida
contemplación, más el afanoso saboreo de los bocadillos de tortilla de chorizo,
regados con abundante bebida, que la más elemental astucia debe impulsarnos a
llevar.
Si además uno es un brasas de la
fotografía, como el que escribe estas líneas, hay que redondear seis o siete
horas de expedición, entre tomas, paradas, encuadres, desvíos, búsquedas y
otros embelesos propios de cada uno y sus vísceras.
Gradas De Soaso 2006 |
Gradas De Soaso 2006 |
Gradas De Soaso 2013 |
Gradas De Soaso 2013 |
Suelo deambular todos los veranos por
esta entretenida ruta, cuya variada combinación de agua, bosque, pradera y
rocas es un infalible detonante de mi solaz y me agrada y reconforta hasta
extremos que no soy capaz de transmitir con palabras.
Cola De Caballo 2006 |
Cola De Caballo 2013 |
La última hora, en la caminata de
regreso, acaba siendo algo fatigosa pues la costumbre me lleva a hacerla en las
horas del mediodía y, aunque discurre por terreno boscoso y umbrío, el calor
llega al fondo recóndito del cañón. Es curioso, pero es precisamente el momento
elegido por una variopinta riada de ciudadanos para emprender el camino de
subida. Algunos preguntan anhelosos al cruzarse con el caminante que desciende:
-¿Cuánto falta?
Supero mi crueldad innata que me llevaría
a contestar: “Todo”. Así que pregunto modosamente:
-¿Cuánto falta para qué?
Una señora algo sofocada me dice que para
las gradas de Soaso; una joven pareja, ambos con chanclas, me dicen que para la
Cola de Caballo. Les indico lo mejor que sé, acortando incluso los plazos de su
sufrimiento inminente… Pero la respuesta de otro interlocutor me deja tieso:
-Pues… Para lo que haya que ver aquí.
Esta vez sí que es fácil dar en el clavo:
-Nada. Lo que hay que ver aquí es,
precisamente, esto.
No quería hacerme el gracioso, sino
revelar el quid de la cuestión: a los escasos minutos de comenzar a andar por
este valle, ya has llegado a lo que
hay que ver, oler, oír, disfrutar y sentir en este lugar. Incluido el
cansancio.
Gradas De Soaso 2006 |
Gradas De Soaso 2006 |
Gradas De Soaso 2006 |
Gradas De Soaso 2013 |
Gradas De Soaso 2013 |
Gradas De Soaso 2013 |
Siendo más específico, este verano me ha
llamado la atención la increíble abundancia de agua; claro, lleva una temporada
lloviendo a cántaros por estos lugares, un día sí y otro también, después de un
puñado de estíos secos como el jerez y se aprecia una diferencia brutal. Parafraseando
a Heráclito que, como imagen del continuo cambio, del perpetuo fluir de las
cosas, dijo aquello de que “nadie se baña dos veces en el mismo río”, diré a mi
vez que nadie fotografía dos veces el mismo río. Y en este caso tengo pruebas:
unas fotos las hice en el verano de 2006 con un caudal en el río Arazas
verdaderamente exiguo y otras son del pasado día 24 de julio, con el citado río
pletórico, desbordante y espumoso. Salvaje.
2013. La Espuma De Los Días |
Cierro la entrada con una imagen algo
inédita. Una larga y esbelta cascada que no estaba antes. La han puesto este mismo
año. Una gracia efímera y hermosa de los dioses de la lluvia, tan crueles en
algún otro valle y tan gráciles aquí. Son así.
Una Cascada Efímera |
Yo tiendo a hacer demasiadas fotos, y muchas veces de la misma cosa, supongo que hay gente que pensará que me repito más que el ajo, pero lo cierto es que todo cambia tanto que da lo mismo fotografiar lo mismo, que fotografiar otra cosa. Eso si te fijas, claro, si te da todo lo mismo, como al paseante lerdo ese... pues razón de más.
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