Una película española reciente que tiene
un notable grado de interés. Parece un oxímoron, pero me estoy refiriendo a “Vivir
es fácil con los ojos cerrados”, una curiosa y original road movie dirigida por
David Trueba y que, al parecer, va a representar a nuestro cine como aspirante
a la mejor película de habla no inglesa. Anda que, si se lo dan, aprovecharé
para hacerme el enteradillo diciendo que ya te la había recomendado. A mí, como
beatlemaníaco y exprofesor, me atrajo por el tema que propone y me sorprendió
porque no me esperaba gran cosa y menos esta aproximación tan decente, tan delicada
y tan afectuosa a la época en la que andábamos con la dignidad secuestrada por
una fétida dictadura. Luego, una vez recuperada nuestra dignidad, ya pudimos
perderla por nuestra cuenta, cosa que hicimos rápidamente y aquí estamos.
Antonio, el protagonista |
Antonio Sanromán, Anthony, es un modesto
profesor de inglés, muy parlanchín, que ejerce en Albacete (en Albacete capital,
dice) y está obsesionado con los Beatles en general y con John Lennon en
particular. La interpretación de Javier Cámara, tierna, matizada y convincente,
es uno de los principales activos de la película. Antonio utiliza las canciones
del cuarteto de Liverpool para enseñar los rudimentos de inglés a sus alumnos y
les hace escribir las letras en sus cuadernos, letras que traduce y comenta en
clase, pero “siempre se escapan cosas” al pillarlas de oído. Usa una grabadora
de cinta magnetofónica para registrar las canciones emitidas por Radio
Luxemburgo (estamos en 1966) y llevarlas al colegio antes de que sean puestos
los discos a la venta en España. Es un gancho, desde luego.
En estas, se entera nuestro hombre de que
su ídolo (y el mío: si la obra de los Beatles te es ajena o sólo recuerdas
vagamente que fue un cuarteto musical de hace medio siglo, tu engarce afectivo
con la película va a ser más dificultoso, aunque no imposible, claro), el
referente ético y estético de nuestro humilde profesor, el entonces
archifamosísimo John Lennon, está rodando una película en Almería. Y allá que
se va Antonio a conocerlo. La paradoja propuesta radica en que, por aquellos
años, los Beatles eran más populares que Jesucristo, y pensar seriamente que su
líder iba a ser accesible a un insignificante garrulo calvorotas, por muy
llenos de humanidad que anduvieran éste y aquél, es como creer que yo, mañana,
puedo tener una animada entrevista con Obama. Esta es la propuesta de la
película, una gigantesca elipsis: el personaje principal (Lennon) es una
ausencia. Sólo se le ve en un plano general a cincuenta metros de distancia,
durante poco más de un segundo.
Pero, ¿se ve a John Lennon? |
Los otros dos personajes que acompañan al
confiado Antonio en su más que peregrina peregrinación, son Belén (Natalia De
Molina) que escapa de una especie de sórdido hospicio para jóvenes embarazadas
solteras y Juanjo (Francesc Colomer), un muchacho de 16 años que huye de su
casa, algo así como para tomarse unas vacaciones de su insufrible padre, un
“gris” (un policía nacional) encarnado por Jorge Sanz. A los dos fugitivos los
recoge el afable profe cuando están haciendo auto stop. Este trío imbatible,
Antonio, Belen y Juanjo, atravesará, en un Seat 850 de color verde botella, raudo
como una centella, un curioso páramo de peripecias, orientados por la absoluta
determinación del profesor de inglés, que quiere hablar con Lennon para que los
Beatles incluyan las letras de sus canciones en la carpeta de los discos y así
sus alumnos de Albacete puedan copiarlas sin huecos o errores. Los dos jóvenes
secundarios están correctos, aunque a mí, personalmente, la actuación de ella
no me acaba de convencer, me parece un tanto desmayada y opaca. En el resto del
reparto, aparte de Ariadna Gil y el ya mencionado Jorge Sanz, luce con garra un
inconmensurable Ramón Fontseré, un hostelero catalán exiliado a Almería y con
un hijo discapacitado.
Belén |
La línea argumental de la película es
previsible y sorprendente a la vez. Si no entiendes la paradoja, tendrás que
verla: alegre y melancólica, divertida y triste, más sensible que sensiblera y
con un octavo de denuncia y siete de nostalgia. En todo caso, una sorpresa
agradable.
Juanjo |
En la banda sonora brillan una demo de
John Lennon y varios subrayados guitarreros de (nada menos que) Pat Metheny. En
la fotografía un leve matiz, entre cutre y feísta, es vencido por la línea
clara y la luminosidad y amplitud de los exteriores almerienses. Curioso
detalle: cuando se filma dentro del pequeño vehículo (el 850), el gran angular
deforma un poco las caras, como en la convexidad de una cuchara.
Tres en la carretera |
En la parte “negativa” destaco tres
notas, de las cuales las dos primeras son características aplicables a casi
todo el cine español reciente:
La primera es la toma de sonido y la
dicción de algunos actores: o no se les oye bien, o no se les entiende. Con
excepción de Javier Cámara, los demás parecen comerse las palabras, Natalia De
Molina titubea entre el acento castellano y, cuando se acuerda, el deje
andaluz. La dicción de Jorge Sanz es, como de costumbre, casi incomprensible:
pronuncia la última frase del film y aún no la he descifrado, algo así como
“asiquestaslamúsicacosgusta”.
Coches de época |
La segunda es el buenismo y el sesgo que
se da a la memoria histórica, cargando las tintas en la cabrona omnipotencia de
los malos de siempre. Tal posicionamiento buenista, hace que el personaje del
profesor roce lo inverosímil: un hombre tan justo, tan generoso y tan confiado
que, él solo, hubiera salvado a Sodoma y Gomorra de la ira de Dios. En
contadísimas ocasiones expresa su malhumor con un eufemismo cuyo rancio sabor
me encanta: “me cago en la Os… curidad bendita”, no es Flanders, pero casi.
Javier Cámara y Ramón Fontseré |
La tercera es específica de la película,
“Vivir es fácil con los ojos cerrados” tiene algún que otro problemilla con el
tempo: en algunas de las secuencias de corte más sentimental, el ritmo se
estanca y el interés decae un poco. Lo que podía haber sido contado en un
minuto, lleva tres o cuatro antes de regresar al apasionante motivo central donde
la historia vive y vibra: ¿logrará nuestro encantador e ingenuo protagonista
acercarse al artista consagrado, al referente de una generación, y tener un
intercambio de impresiones con él? No te lo pierdas.
David Trueba, el director |
Por cierto, nos quedamos sin saber qué
película es la que estaba rodando John Lennon en tierras de Almería, así que lo
aclaro: se trata de “How I Won The War” (Cómo Gané La Guerra) una comedia
absurda de Richard Lester, ambientada en la 2ª Guerra Mundial con un pretendido
discurso antibelicista y una obra muy muy prescindible, en la que el famoso
Beatle no es, ni muchísimo menos, el protagonista. Esta vez, el gancho no fue
suficiente. Me quedo con la española y, de este modo, es la buena la que está
basada en la mala.
John Lennon ganando la guerra |
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