Sí la fundación de Gurguzcullar en el ciberespacio hubiera tenido lugar hace 30 años, cosa técnicamente imposible, nos hubiéramos perdido la actual diversidad de creencias, que tanto nos enriquece y enfrenta. Por aquel entonces, en nuestros pueblos, solamente cabían dos posturas religiosas con algún feligrés que llevarse a la boca: la católica y la atea, que en esos tiempos simplificados, por pudor, se autodefinía como agnóstica.
Los primeros fundadores y vecinos de Gurguzcullar, aprovechando los bajísimos precios del suelo virtual, dieron en vivir en ostentosos y amplios casoplones, configurando en poco tiempo un casco antiguo de rancísimo abolengo. Más tarde, cuando los costes de los servidores obligaron a introducir cuotas, se pensó en atraer nueva población habilitando bloques de viviendas baratas. En éstas circunstancias, estalló la burbuja inmobiliaria y uno de los ciberedificios en construcción quedó abandonado y sin titular que detentara su propiedad, circunstancia que aprovechó la Iglesia Católica para proceder a su inmatriculación.
Pero no estaban los tiempos para permitir que perviviera el monopolio religioso y las demás confesiones reclamaron su parte. De este modo, se convirtió en un edificio ecuménico, dónde mal que bien conviven varias confesiones religiosas, eso sí, en plantas diferentes, lo cual ha dado lugar a no pocos conflictos, ya que algunas se quejan de estar más lejos del cielo que otras.
La planta baja está dedicada a mezquita para el culto islámico. No se ubicó en pisos más altos, para evitar que los fieles tuvieran que subir a una planta superior descalzos, dado que todo el edificio es sagrado para ellos. La particular localización geográfica de Gurguzcullar ocasiona que el mihrab no sólo esté orientado a La Meca, sino a la más próxima localidad de San Sadurní de Noya, con lo que los más rigurosos en su piedad opinan que las cavas interfieren en la línea de las oraciones, habiendo llegado a sugerir que tan impías instalaciones se trasladen a la India, lo cual no sólo tranquilizaría a los más piadosos, sino que disminuiría los costes de fabricación de la satánica bebida, con la que los no creyentes se condenan a cambio de una efímera alegría.
Un santuario hindú, una capilla anglicana, una sinagoga y la planta de LGTB vienen a continuación. Esta última está dedicada conjuntamente a los cultos luterano, gnóstico, taoísta y budista que, por si solos, tienen escaso censo de feligreses. Remata el complejo espiritual la iglesia de Nuestra Señora de la Iniquidad que, en lo más alto, luce el esbelto campanario/minarete digital, consagrado a avisar a los vecinos de todas las confesiones con distintos tonos y politonos de llamada a la oración, al recogimiento, al sacrificio, o a la simple aniquilación de los infieles.
El templo católico, enteramente de hormigón, de estilo rococó, está lleno hasta los topes de historia. Abreviaré, pues: como es sabido, Flatulenciano (el emperador) decretó el martirio por ingestión de heces bovinas de San Liborio Aerofagita, el cual cuenta aquí con una capilla, donde se exhibe una Hostia con el autógrafo del propio Jesús. La otra capilla lateral es la del beato Glandiano de las Mercedes, que accedió al solio pontificio con el nombre de Kevin I; su barragana, Vicky Salmorejo, fue canonizada con el nombre de Santa Victoria de las Agachadas. El altar principal es el dedicado a Nuestra Señora de la Iniquidad, patrona de los grandes consorcios de pecadores y cuenta con un retablo del siglo XXVII, traído, en un viaje a través de los siglos, desde esa época más avanzada y piadosa, hasta nuestros días, por unos peregrinos del tiempo.
Para seguir ilustrando al interesado acerca de Gurguzcullar del Purejón y sus sandeces en red, hablaré, en la próxima entrada, de sus fuerzas vivas, sus fuerzas de seguridad y sus incomparables vinos (ideales para combinar con las más refinadas gaseosas).
Los primeros fundadores y vecinos de Gurguzcullar, aprovechando los bajísimos precios del suelo virtual, dieron en vivir en ostentosos y amplios casoplones, configurando en poco tiempo un casco antiguo de rancísimo abolengo. Más tarde, cuando los costes de los servidores obligaron a introducir cuotas, se pensó en atraer nueva población habilitando bloques de viviendas baratas. En éstas circunstancias, estalló la burbuja inmobiliaria y uno de los ciberedificios en construcción quedó abandonado y sin titular que detentara su propiedad, circunstancia que aprovechó la Iglesia Católica para proceder a su inmatriculación.
Pero no estaban los tiempos para permitir que perviviera el monopolio religioso y las demás confesiones reclamaron su parte. De este modo, se convirtió en un edificio ecuménico, dónde mal que bien conviven varias confesiones religiosas, eso sí, en plantas diferentes, lo cual ha dado lugar a no pocos conflictos, ya que algunas se quejan de estar más lejos del cielo que otras.
La planta baja está dedicada a mezquita para el culto islámico. No se ubicó en pisos más altos, para evitar que los fieles tuvieran que subir a una planta superior descalzos, dado que todo el edificio es sagrado para ellos. La particular localización geográfica de Gurguzcullar ocasiona que el mihrab no sólo esté orientado a La Meca, sino a la más próxima localidad de San Sadurní de Noya, con lo que los más rigurosos en su piedad opinan que las cavas interfieren en la línea de las oraciones, habiendo llegado a sugerir que tan impías instalaciones se trasladen a la India, lo cual no sólo tranquilizaría a los más piadosos, sino que disminuiría los costes de fabricación de la satánica bebida, con la que los no creyentes se condenan a cambio de una efímera alegría.
Un santuario hindú, una capilla anglicana, una sinagoga y la planta de LGTB vienen a continuación. Esta última está dedicada conjuntamente a los cultos luterano, gnóstico, taoísta y budista que, por si solos, tienen escaso censo de feligreses. Remata el complejo espiritual la iglesia de Nuestra Señora de la Iniquidad que, en lo más alto, luce el esbelto campanario/minarete digital, consagrado a avisar a los vecinos de todas las confesiones con distintos tonos y politonos de llamada a la oración, al recogimiento, al sacrificio, o a la simple aniquilación de los infieles.
El templo católico, enteramente de hormigón, de estilo rococó, está lleno hasta los topes de historia. Abreviaré, pues: como es sabido, Flatulenciano (el emperador) decretó el martirio por ingestión de heces bovinas de San Liborio Aerofagita, el cual cuenta aquí con una capilla, donde se exhibe una Hostia con el autógrafo del propio Jesús. La otra capilla lateral es la del beato Glandiano de las Mercedes, que accedió al solio pontificio con el nombre de Kevin I; su barragana, Vicky Salmorejo, fue canonizada con el nombre de Santa Victoria de las Agachadas. El altar principal es el dedicado a Nuestra Señora de la Iniquidad, patrona de los grandes consorcios de pecadores y cuenta con un retablo del siglo XXVII, traído, en un viaje a través de los siglos, desde esa época más avanzada y piadosa, hasta nuestros días, por unos peregrinos del tiempo.
Para seguir ilustrando al interesado acerca de Gurguzcullar del Purejón y sus sandeces en red, hablaré, en la próxima entrada, de sus fuerzas vivas, sus fuerzas de seguridad y sus incomparables vinos (ideales para combinar con las más refinadas gaseosas).
Pluritemplo de Gurguzcullar al amanecer |
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