Los españoles hemos elegido mal a nuestros legisladores y, como nos hemos equivocado y no eran éstos que han estado incrementando el aforo de nuestro culo desde el 20 de diciembre (nuevo día de los Santos Inocentes), tendremos que volver a intentarlo el 26 de junio, antes de irnos de veraneo (o al exilio). Lo que no deja de asombrarme (y, créeme, ya no me asombro de casi nada) es que la oferta vaya a ser la misma: las consabidas efigies, en los insufribles debates, nos obsequiarán con la reiteración, éstos de sus ruinosas vaguedades y aquéllos de sus ominosas boutades… ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer todo esto? Porque no cabe duda de que estos Grandes Timoneles nos los hemos ganado a pulso: no los ha traído al candelero político ninguna invasión extraterrestre.
Mi descosida memoria recuerda estos días la serie “V”, una ficción televisiva que causó furor a mediados de los 80 y que hoy se halla prácticamente relegada a lo más frondoso del olvido. En ella se presentaban por aquí unos visitantes alienígenas que, primero, se ganaban la confianza de las incautas gentes de este cándido planeta y, luego, descubrías que eran unos aprovechados de cojones que, lo que planeaban, era procesarnos como fuente de proteínas para sus asquerosas fauces de reptiles golosones. En fin, una pesadilla burdamente inventada, narrada con una parsimonia que aburría a las piedras y… ¿Por qué me habré acordado ahora de ella? Ah, sí, por los políticos, que son unos lagartones, que solo tienen presentes tres cosas: su interés, su conveniencia y su provecho.
Un comentarista de un periódico expresaba recientemente en un artículo de opinión que, si los mandamases de los partidos eran incapaces de ponerse de acuerdo, era debido a que los cuatro eran machos y la testosterona les dificultaba la capacidad de alcanzar un consenso, cediendo y negociando. Por tal motivo, sería conveniente que se retiraran y ocuparan su vacante las lideresas de sus filas que, siendo mujeres, serían más empáticas, condescendientes y flexibles y, sin duda, harían posible un gobierno que reflejara la pluralidad de este país. Es una idea.
Aunque yo no la veo viable en exceso: lo que, a mi modo de ver refleja esta perversa situación de bloqueo político es que el pacto es tan improbable como la vida en Saturno, porque las posiciones son irreductibles. Parece ser que los españoles somos muy obstinados y una de las cosas en las que, precisamente nos hemos empecinado es en que el adversario político es un ser nauseabundo, en que el rival ideológico es un pozo de perversidad e ignorancia, ¡a darles caña, pues! ¡Se van a enterar!
Pese a mi firme creencia en que SÍ nos representan, incluso a mí que no les he votado, no deja de asombrarme (y créeme, ya no me asombro de casi nada 2) que, el que hasta ahora gobernaba no haya sido capaz de reconocer su palmario fracaso político, dejando su sillón y yéndose a su casa a ver el partido por la tele, mientras que los que apostaban por el cambio no hayan sido capaces de acordar un Gobierno que haga frente al estado de emergencia social y económica que pintan y que parece complacerles un montón, pues van a permitir que continúe ¿hasta después del verano?¡La virgen!
Pese a mi firme creencia 2 en que SÍ son el espejo de este semidesconectado país, encuentro un artículo en “El Mundo” que critica a nuestras “élites” (esa clase política que nos pone tan “a huevos” su denigración) un texto con el que, mira por dónde, estoy casi por completo de acuerdo (léelo, lelo):
http://www.elmundo.es/opinion/2016/04/26/571e65f7ca474147218b4683.html
Diana Sáenz de Santamaría |
Mi descosida memoria recuerda estos días la serie “V”, una ficción televisiva que causó furor a mediados de los 80 y que hoy se halla prácticamente relegada a lo más frondoso del olvido. En ella se presentaban por aquí unos visitantes alienígenas que, primero, se ganaban la confianza de las incautas gentes de este cándido planeta y, luego, descubrías que eran unos aprovechados de cojones que, lo que planeaban, era procesarnos como fuente de proteínas para sus asquerosas fauces de reptiles golosones. En fin, una pesadilla burdamente inventada, narrada con una parsimonia que aburría a las piedras y… ¿Por qué me habré acordado ahora de ella? Ah, sí, por los políticos, que son unos lagartones, que solo tienen presentes tres cosas: su interés, su conveniencia y su provecho.
Diana Díaz |
Un comentarista de un periódico expresaba recientemente en un artículo de opinión que, si los mandamases de los partidos eran incapaces de ponerse de acuerdo, era debido a que los cuatro eran machos y la testosterona les dificultaba la capacidad de alcanzar un consenso, cediendo y negociando. Por tal motivo, sería conveniente que se retiraran y ocuparan su vacante las lideresas de sus filas que, siendo mujeres, serían más empáticas, condescendientes y flexibles y, sin duda, harían posible un gobierno que reflejara la pluralidad de este país. Es una idea.
Diada Colau |
Aunque yo no la veo viable en exceso: lo que, a mi modo de ver refleja esta perversa situación de bloqueo político es que el pacto es tan improbable como la vida en Saturno, porque las posiciones son irreductibles. Parece ser que los españoles somos muy obstinados y una de las cosas en las que, precisamente nos hemos empecinado es en que el adversario político es un ser nauseabundo, en que el rival ideológico es un pozo de perversidad e ignorancia, ¡a darles caña, pues! ¡Se van a enterar!
Diana Arrimadas |
Pese a mi firme creencia en que SÍ nos representan, incluso a mí que no les he votado, no deja de asombrarme (y créeme, ya no me asombro de casi nada 2) que, el que hasta ahora gobernaba no haya sido capaz de reconocer su palmario fracaso político, dejando su sillón y yéndose a su casa a ver el partido por la tele, mientras que los que apostaban por el cambio no hayan sido capaces de acordar un Gobierno que haga frente al estado de emergencia social y económica que pintan y que parece complacerles un montón, pues van a permitir que continúe ¿hasta después del verano?¡La virgen!
Diana Genuína |
Pese a mi firme creencia 2 en que SÍ son el espejo de este semidesconectado país, encuentro un artículo en “El Mundo” que critica a nuestras “élites” (esa clase política que nos pone tan “a huevos” su denigración) un texto con el que, mira por dónde, estoy casi por completo de acuerdo (léelo, lelo):
http://www.elmundo.es/opinion/2016/04/26/571e65f7ca474147218b4683.html
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