miércoles, 20 de abril de 2016

Cumbres Nevadas Desde El Valle De Plan

En la Primavera temprana solemos visitar cada año el valle de Plan, una especie de reunión familiar, en la que nos llegamos hasta uno de los más recónditos y apartados valles pirenaicos, de momento a salvo del hoy llamado peyorativamente “turismo extractivo”, al menos en invierno (no tiene pistas de esquí). Cuesta encontrar, en el Pirineo todo, un valle más ganadero que turístico (y con una despoblación tan acentuada): solitario es la palabra que estaba buscando.


Hacia el sur nos impone su gigantesca presencia el Macizo de Cotiella, cuya cumbre principal no se ve desde aquí: lo que en la imagen se aprecia son unas estribaciones, con unas cumbres que los autóctonos utilizaban como reloj: Peña las Diez, Peña las Once, Peña del Mediodía, Peña la Una… Cuando el sol acariciaba la cima, los moradores sabían la hora de manera natural y gratuita.



Esta primavera había muchísima nieve (aquí la regalan). Las corpulentas nubes moteaban su sombra en el blanco inmaculado de las laderas más altas y era cosa digna de verse. El valle secundario que se extiende en la parte baja de la imagen, cobija un pequeño lago en su cabecera, si no me he desorientado, el ibón del Sen.



No es por buscar excusas, pero resulta bastante complicado ajustar la exposición en las fotos con nieve: ésta enseguida “se quema” en la fotografía, es decir queda como una mancha blanca sin relieve, mientras que los otros objetos quedan subexpuestos (oscuros). Aquí he hecho lo mejor que he sabido para que se vea a los pinos trepar por las agrestes e inhóspitas laderas.



A veces, el conjunto de signos que ofrecen el cielo, las altas cumbres nevadas y las manchas de pino en las escarpadas laderas, simulan una especie de abstracción. Como el arte imita a la naturaleza, tengo para mí que algunos ilustres artistas del expresionismo abstracto tenían en su memoria inconsciente imágenes como ésta.



Este valle, que es el del río Cinqueta, tributario del Cinca, está cerrado por el norte por la mole del Montó, una montaña más corpulenta que alta.


Ésta es la vista panorámica hacia el Este. Todas las laderas del entorno están salpicadas de cabañas de piedra que aquí llaman bordas, su principal finalidad es dar cobijo al pastor, al ganado o a ambos. No entiendo a qué milagro se debe, pero suelen hallarse en buen estado, bastante alejadas de la ruina. Y son muy numerosas.



Y este es el fondo del valle. Una pista sin asfaltar discurre de sur a norte hasta el precioso enclave de Viadós, cuajado de bordas y con un refugio de alta montaña… Como es uno de los parajes más hermosos del Pirineo, en verano sí se abate sobre él el famoso turismo extractivo (ese que van a prohibir en Barcelona). La pista, en los meses de julio y agosto, es un pandemónium de vehículos, un atasco monumental (una vejación al medio ambiente y al otro medio).



Ahora el valle está increíblemente solitario como dije, tan aislado como este curioso monumento en el que, desde su interior, se ven perspectivas recortadas y caprichosas de las cumbres silenciosas y nevadas. Espero volver por aquí. Pronto.


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