Aprovechando que hoy ya tengo la nariz hurgada, decido sacar partido de la increíblemente generosa dimensión del ciberespacio, para el almacenamiento de las más peregrinas nimiedades de nuestros egos.
Hurgando, eso sí, en los más polvorientos y desaliñados cajones de mi morada, con la esperanza de encontrar Lacasitos no muy rancios, me vuelvo a dar de bruces con uno de los más trasnochados sueños de mi juventud: yo quería ser artista plástico, un Van Gogh no desorejado. Hasta intenté darme a conocer en mi pueblo con alguna que otra exposición, como certifica este recorte:
Pero claro, no basta con querer, hay que saber y poder... Y los dos últimos verbos no los conjugué bien, como se apreciará en este muestrario rescatado de mi propia amnesia (y del abandono de años). En esta horrorosa mezcolanza de acuarela y rotulador, intento ultrajar la idea de los poetas románticos que comparan a la mujer con una flor.
Lápiz en ristre, reproduzco la Plaza Mayor de Aínsa, rincón más bonito que bello, con evidentes problemas para transmitir la verticalidad de los edificios.
Una factura siempre más infantil de lo que hubiera deseado, contrasta con la siniestra amalgama de dos criaturas del reino animal, depredador y presa, unidos por las patas en una imposible simbiosis.
Y por último, un antepasado de los dibujos a rotulador, pintados con Plastidecor, que uso en la serie “Vidas Ejemplares De Sujetos Peculiares”, una de las menos exitosas de este blog. Este “Retrato naif de psicópata verdoso” no está terminado y, respetando su carácter perfunctorio, no lo voy a acabar ahora en su soporte de folio viejo y arrugado, que malamente he podido escanear.
Devuelvo los originales al cajón olvidado y procedo a prepararme la merienda.
Hurgando, eso sí, en los más polvorientos y desaliñados cajones de mi morada, con la esperanza de encontrar Lacasitos no muy rancios, me vuelvo a dar de bruces con uno de los más trasnochados sueños de mi juventud: yo quería ser artista plástico, un Van Gogh no desorejado. Hasta intenté darme a conocer en mi pueblo con alguna que otra exposición, como certifica este recorte:
Pero claro, no basta con querer, hay que saber y poder... Y los dos últimos verbos no los conjugué bien, como se apreciará en este muestrario rescatado de mi propia amnesia (y del abandono de años). En esta horrorosa mezcolanza de acuarela y rotulador, intento ultrajar la idea de los poetas románticos que comparan a la mujer con una flor.
Lápiz en ristre, reproduzco la Plaza Mayor de Aínsa, rincón más bonito que bello, con evidentes problemas para transmitir la verticalidad de los edificios.
Una factura siempre más infantil de lo que hubiera deseado, contrasta con la siniestra amalgama de dos criaturas del reino animal, depredador y presa, unidos por las patas en una imposible simbiosis.
Y por último, un antepasado de los dibujos a rotulador, pintados con Plastidecor, que uso en la serie “Vidas Ejemplares De Sujetos Peculiares”, una de las menos exitosas de este blog. Este “Retrato naif de psicópata verdoso” no está terminado y, respetando su carácter perfunctorio, no lo voy a acabar ahora en su soporte de folio viejo y arrugado, que malamente he podido escanear.
Devuelvo los originales al cajón olvidado y procedo a prepararme la merienda.
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