O lo más parecido que hay por estos alrededores. Son las diez de la mañana y las nieblas aún no han terminado de disiparse, marcando planos de lejanía y de misterio donde no hay ni mucho misterio ni demasiada lejanía. Los tonos han comenzado su itinerario del verde al dorado rojizo y el silencio de los campos es ensordecedor hasta que lo quiebra el trino áspero de una urraca. Pronto nos cruzaremos con un hombre que pasea una docena de perros como en un racimo. Me paro a sacar esta fotografía por enésima vez: de la misma manera que nadie se baña dos veces en el mismo río, nadie fotografía dos veces la misma mañana reflejada hermosamente en una dócil balsa de riego. Tengo un atisbo del eterno retorno y disfruto de tal privilegio rascándome los fondillos del pantalón.
La temperatura es tan tibia que alcanzo a imaginar que gano la orilla y me baño. La niebla trae medio escondidas diez campanadas muy lejanas y me despierto de nuevo, sigamos.
La temperatura es tan tibia que alcanzo a imaginar que gano la orilla y me baño. La niebla trae medio escondidas diez campanadas muy lejanas y me despierto de nuevo, sigamos.
Yo también me repito más que el ajo con las fotos. O, como bien dices, no me repito :)
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