Tengo el honor de haber sido nombrado Cronanista y Asesor de Urbonanismo del municipio virtual de Gurguzcullar del Purejón. Recuerdo haber hablado ya del citado municipio en las entradas de 24 de mayo de 2015 y 16 de enero de 2016, sin embargo el decrecimiento de su número de seguidores me apremia a volver sobre el tema. En las elecciones municipales de mayo de 2015, el PimP (Partido imPopular) obtuvo tan sólo 10 de las 21 actas de concejal, lo cual puso en manos de AG (Ahora Gurguzcullar) el gobierno de la localidad, AG había obtenido 4 representantes electos, pero consiguió el apoyo de las otras 5 candidaturas con representación: PSOdeG (2), Gurguzcullar en Común (2), PIP-Partido Independentista Purejonés (1), Movimiento Pueblerino (1) y Antitaurinos (1).
No obstante, la citada pérdida de seguidores del cibermunicipio (que han pasado en los últimos meses de 22.807 a 1.204, con lo que el número de concejales virtuales bajaría de 21 a 9) urge una campaña de promoción de este núcleo imaginario en las redes sociales (periclitado en FAESbook, habremos de volcarnos en Squawker y en Memegram).
También en Blogger, tarea encomendada a un servidor por el mismísimo Concejal de la Verdad del lugar. Obviamente, Gurguzcullar carece de un espacio físico, lo cual condena a su existencia a un elevado grado de arbitrariedad. Aun así, elaborado el plano y sometido al Pleno, fue aprobado por 11 votos a favor, dos abstenciones y 8 votos en contra. Los votos en contra, reclamaban una ubicación en la costa o, al menos, un río truchero, una plaza de toros, o una muralla romana. La gresca se armó con el tema de los nombres de las calles y el emplazamiento y la titularidad de los principales equipamientos y servicios: ahí fue el insultar y faltarse, ahí fue el gritar y ofender, a tal punto que un pleno del Ayuntamiento de Cartagena hubiera parecido una balsa de aceite.
Al final hubo una suerte de consenso provisional entre las distintas sensibilidades: las correctas, las erróneas y las carenciales. Bueno, si más adelante cambia mucho el plano o las denominaciones, tendré que rehacerlo, para eso soy un mandado.
La promoción de Gurguzcullar incluye un recortable de su ayuntamiento: lo imprimes en una cartulina tamaño folio, lo pintas, lo recortas, lo doblas, lo pegas y verás. Pero no te dejes engañar, en realidad el exterior es un trampantojo, un cascarón que cobija seis plantas y más de 15.000 metros cuadrados de oficinas de gran capacidad recaudatoria (virtual).
Hay dos zonas rojas en el plano: la superior representa lo que en un principio iba a ser la consabida casa-cuartel, pero una moción del PIP, “Descentralización de la Guardia Civil. Cambio de lema: todo por la patria chica”, consiguió que, de momento, el edificio se consagre a Ateneo, con la fachada adornada por un enorme fresco hiperrealista, titulado “Ada Colau fumigando a los banqueros”.
La segunda (más abajo, a la derecha) da lugar a una breve crónica: observaréis que en el plano no hay centros educativos y es por una singular razón. Al ser Gurguzcullar un núcleo con calles, avenidas y carreteras virtuales, todos sus habitantes se han provisto de cochazos digitales, con predominio de Audis, BMWs, Jaguares, Maseratis y algún pretencioso Rolls. Establecido semejante parque móvil, todos los vecinos quieren presumir con sus carruajes y han exigido que las escuelas y el instituto estén al menos a diez kilómetros del casco urbano, cosa que fue acordada sin dificultad. Cada mañana, una caravana de haigas lleva a los alumnos al colegio y, por la tarde, los van a recoger, montando divertidas retenciones, donde los Gurguzcullanos se dedican a su deporte favorito: el vituperio.
El régimen de los centros educativos también es particular: están prohibidos los deberes, los docentes faltos de entusiasmo, facilidad de palabra o atractivo físico, y las calificaciones por debajo de sobresaliente, por considerarlas discriminatorias. El instituto titula a sus alumnos en ESO y LODEMÁSALLÁ independientemente de su género, etnia, credo, extracción social o rendimiento personal. Para los que no quieran viajar a la capital, se ofertan quince grados de formación profesional con éxito laboral garantizado: asesor de evasión fiscal, rufián especialista en trata o madam de casa de tolerancia, monitor de puenting o psicólogo de mascotas, entre otros.
La próxima entrega, de no mediar un ictus, estará dedicada a la Crónica de la parroquia de Nuestra Señora de la Iniquidad. No te la pierdas.
No obstante, la citada pérdida de seguidores del cibermunicipio (que han pasado en los últimos meses de 22.807 a 1.204, con lo que el número de concejales virtuales bajaría de 21 a 9) urge una campaña de promoción de este núcleo imaginario en las redes sociales (periclitado en FAESbook, habremos de volcarnos en Squawker y en Memegram).
También en Blogger, tarea encomendada a un servidor por el mismísimo Concejal de la Verdad del lugar. Obviamente, Gurguzcullar carece de un espacio físico, lo cual condena a su existencia a un elevado grado de arbitrariedad. Aun así, elaborado el plano y sometido al Pleno, fue aprobado por 11 votos a favor, dos abstenciones y 8 votos en contra. Los votos en contra, reclamaban una ubicación en la costa o, al menos, un río truchero, una plaza de toros, o una muralla romana. La gresca se armó con el tema de los nombres de las calles y el emplazamiento y la titularidad de los principales equipamientos y servicios: ahí fue el insultar y faltarse, ahí fue el gritar y ofender, a tal punto que un pleno del Ayuntamiento de Cartagena hubiera parecido una balsa de aceite.
Al final hubo una suerte de consenso provisional entre las distintas sensibilidades: las correctas, las erróneas y las carenciales. Bueno, si más adelante cambia mucho el plano o las denominaciones, tendré que rehacerlo, para eso soy un mandado.
La promoción de Gurguzcullar incluye un recortable de su ayuntamiento: lo imprimes en una cartulina tamaño folio, lo pintas, lo recortas, lo doblas, lo pegas y verás. Pero no te dejes engañar, en realidad el exterior es un trampantojo, un cascarón que cobija seis plantas y más de 15.000 metros cuadrados de oficinas de gran capacidad recaudatoria (virtual).
Hay dos zonas rojas en el plano: la superior representa lo que en un principio iba a ser la consabida casa-cuartel, pero una moción del PIP, “Descentralización de la Guardia Civil. Cambio de lema: todo por la patria chica”, consiguió que, de momento, el edificio se consagre a Ateneo, con la fachada adornada por un enorme fresco hiperrealista, titulado “Ada Colau fumigando a los banqueros”.
La segunda (más abajo, a la derecha) da lugar a una breve crónica: observaréis que en el plano no hay centros educativos y es por una singular razón. Al ser Gurguzcullar un núcleo con calles, avenidas y carreteras virtuales, todos sus habitantes se han provisto de cochazos digitales, con predominio de Audis, BMWs, Jaguares, Maseratis y algún pretencioso Rolls. Establecido semejante parque móvil, todos los vecinos quieren presumir con sus carruajes y han exigido que las escuelas y el instituto estén al menos a diez kilómetros del casco urbano, cosa que fue acordada sin dificultad. Cada mañana, una caravana de haigas lleva a los alumnos al colegio y, por la tarde, los van a recoger, montando divertidas retenciones, donde los Gurguzcullanos se dedican a su deporte favorito: el vituperio.
El régimen de los centros educativos también es particular: están prohibidos los deberes, los docentes faltos de entusiasmo, facilidad de palabra o atractivo físico, y las calificaciones por debajo de sobresaliente, por considerarlas discriminatorias. El instituto titula a sus alumnos en ESO y LODEMÁSALLÁ independientemente de su género, etnia, credo, extracción social o rendimiento personal. Para los que no quieran viajar a la capital, se ofertan quince grados de formación profesional con éxito laboral garantizado: asesor de evasión fiscal, rufián especialista en trata o madam de casa de tolerancia, monitor de puenting o psicólogo de mascotas, entre otros.
La próxima entrega, de no mediar un ictus, estará dedicada a la Crónica de la parroquia de Nuestra Señora de la Iniquidad. No te la pierdas.
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