“¿Y por qué no esperas a la 666? Esa podría ser diabólica.”
“Porque no sé si llegaré.”
“Ya. Se te ve un poco cansado, un poco falto de ideas. Es normal que estés harto de contar siempre las mismas batallitas, todos nos hemos dado cuenta de que cada vez te quedan menos recursos.”
Con amigos como el Resentido, uno no necesita enemigos. Ni siquiera adversarios. De todas maneras, tengo motivos para hacer este hiato: si pretendo seguir publicando con regularidad, como hasta ahora, tendré que ser más escueto. A los quince minutos de estar ante la pantalla, entro en blackout y ya no veo si pongo nata, rata, pata o puta.
Por otra parte, desde mediados de octubre, un robot de búsqueda radicado en los USA me abre, supongo que automáticamente, 30 entradas cada tres o cuatro horas: me infla los números de visitas, pero me deja sin estadísticas útiles sobre los visitantes reales... De nada sirve creer que tengo cerca de 114.000 visitas, si últimamente solo me viene a ver un robot cabrón. Como daño colateral, encima, me llena la sección de comentarios de spam que tengo que eliminar a menudo, deseando que los muertos de los anunciantes sean irrigados con esperma de un babuino lleno de taras genéticas.
Seiscientos es un número muy redondo y muy bonito. Tiene la friolera de 24 divisores, es decir, se puede repartir de forma exacta entre 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 10, 12, 15, 20, 24, 25, 30, 40, 50, 60, 75, 100, 120, 150, 200, 300 y 600. Casi nada. Como sé que mi seguidor es un fanático de la aritmética elemental, le voy a poner un problemilla de estos que castigan nuestras reblandecidas neuronas: ¿Cuál es el número de tres cifras que más divisores tiene? ¿Y cuántos hay que tengan más que el 600? Bueno, mientras lo resuelve me voy a jugar al Candy Crush.
“Porque no sé si llegaré.”
“Ya. Se te ve un poco cansado, un poco falto de ideas. Es normal que estés harto de contar siempre las mismas batallitas, todos nos hemos dado cuenta de que cada vez te quedan menos recursos.”
Con amigos como el Resentido, uno no necesita enemigos. Ni siquiera adversarios. De todas maneras, tengo motivos para hacer este hiato: si pretendo seguir publicando con regularidad, como hasta ahora, tendré que ser más escueto. A los quince minutos de estar ante la pantalla, entro en blackout y ya no veo si pongo nata, rata, pata o puta.
¿Había puesto ya esta foto? Uf, no me acuerdo. |
Por otra parte, desde mediados de octubre, un robot de búsqueda radicado en los USA me abre, supongo que automáticamente, 30 entradas cada tres o cuatro horas: me infla los números de visitas, pero me deja sin estadísticas útiles sobre los visitantes reales... De nada sirve creer que tengo cerca de 114.000 visitas, si últimamente solo me viene a ver un robot cabrón. Como daño colateral, encima, me llena la sección de comentarios de spam que tengo que eliminar a menudo, deseando que los muertos de los anunciantes sean irrigados con esperma de un babuino lleno de taras genéticas.
¿Ves lo que digo? La primera es de un momento y la segunda de un día entero. En ésta se aprecian las "visitas" del robot como picos. |
Seiscientos es un número muy redondo y muy bonito. Tiene la friolera de 24 divisores, es decir, se puede repartir de forma exacta entre 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 10, 12, 15, 20, 24, 25, 30, 40, 50, 60, 75, 100, 120, 150, 200, 300 y 600. Casi nada. Como sé que mi seguidor es un fanático de la aritmética elemental, le voy a poner un problemilla de estos que castigan nuestras reblandecidas neuronas: ¿Cuál es el número de tres cifras que más divisores tiene? ¿Y cuántos hay que tengan más que el 600? Bueno, mientras lo resuelve me voy a jugar al Candy Crush.
600 momentos, 600 intentos, 600 inventos... |
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