miércoles, 8 de febrero de 2017

Tres Años Sin Fumar (Pero Vapeando Con Ganas)

Empecé a fumar en el verano del 82. La pésima actuación de la Selección Española de Fútbol en el infausto Mundial del Naranjito me echó en brazos de la que, durante más de 30 años, sería una de mis adicciones favoritas. Un paquete diario, primero Florida, luego Chesterfield. En enero de 2014, estaba un poco harto del tema: me cantaba la caja (torácica) y las autoridades se habían puesto pesadísimas con la persecución de los fumadores. Fumar era casi tan impopular como cometer un acto terrorista; en algunas comunidades, más.

Había probado a dejarlo por las bravas. Era muy arduo (cualquier fumador lo sabe) y mis éxitos alcanzaban, como mucho, 40 días de abstinencia, hasta que volvía a echarlo de menos y, primero un cigarrito, luego uno al día, dos, tres... Y, clac, de vuelta al colectivo de adictos.
Cuando “se puso de moda”, hace tres años, abrieron una tienda de cigarrillos electrónicos en mi pueblo (y ahí sigue, “La Boutique del Vapeo”), me picó la curiosidad por probar una alternativa al tabaco y aquí estoy, con una nueva adicción, al parecer menos nociva, pero mucho más gratificante y divertida.


Mi kit favorito a día de hoy

Por un lado, no quiero hacer como el converso y cantar las excelencias de la nueva fe en lo saludable, entretenido y delicioso de aspirar densas nubes de vapor con aromas de vainilla, canela, regaliz o arándanos. Por otro lado, no puedo dejar de comprender que se trata de otra adicción y que saludable, lo que se dice saludable, hubiera sido dejar el tabaco y respirar el fresco y purísimo aire del Tíbet.


Una repisa con "atos"

Pero respecto de los vicios y caprichos que hacen llevadera la existencia, terminaré con un conocido chiste, uno que ya contaba Eugenio cuando empecé a fumar. Un hombre va al médico y éste, tras examinarle, comenta: “Le veo muy mal, como siga así cualquier día puede darle un infarto. Así que, de momento, nada de tabaco ni de alcohol. El café, con cuentagotas. La sal, ni probarla. Dulces y embutidos, prohibidos. Y el sexo, en fin, a su edad es más saludable para el corazón andar dos o tres horas diarias”. El paciente, muy preocupado, pregunta: “Doctor, ¿y de este modo usted cree que podré vivir más tiempo?” A lo que contesta el médico: “No tengo ni idea, pero, sin la menor duda, se le hará muchísimo más largo.”


Pues eso. Te enlazo a un vídeo que es de lo más serio que he visto sobre el fenómeno y su toxicidad relativa inferior a la del tabaco. Y a una encuesta, por si eres de los que han tenido la suerte de cambiar los humos por los vapores. Salud.


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