Volviendo a las semblanzas del Torneo
Internacional de Ajedrez de Benasque, voy a remontarme hasta 1985 o por ahí,
para dar cuenta de un curioso encuentro con uno de los elegidos de este mítico
juego del que, entonces como ahora, yo lo desconocía todo o casi todo. Por tal
motivo, fuera de los manuales y de la letra impresa, apenas me había sido dado
ver de cerca, in person, a un Gran Maestro Internacional (en siglas GMI),
categoría esta, la más alta del deporte de los tableros y rodeada, por aquella
época, de una aureola casi mística.
Un GMI era, para nosotros, pobres
palurdos del ajedrez, un ser casi mitológico, adornado de perfecciones
sobrenaturales, dotado de una mente poderosísima y de un talento infernal y
artístico, un superhombre, vaya, que casi nos extrañaba que no se desplazara en
limusina. Hoy sabemos que esta reverencia anida en otros deportes, tenis,
fútbol, básquet o golf y que en el ajedrez profesional, fuera de una
reducidísima élite, es casi un milagro comer caliente los días alternos.
Pero esto era hace treinta años y
acudimos, con reverencia, a ver y a escuchar al primer GMI que, bajando del
Olimpo, se dignaba participar en el Open de Benasque.
Lo que apareció ante nuestros ojos
respetuosos fue un hombre alto y desgarbado, con unas botas de pescar, una caña
y una corbella; yo le hubiera dado sesenta años (luego me enteré de que tenía
cuarenta y tantos), tenía todo el pelo blanco y una nuez prominente bajo un
rostro muy delgado y algo ajado. En resumen, era bastante feo.
Nos acercamos a él con respeto y, para
trabar conversación y hacernos los simpáticos, le sondeamos:
-
¿Gran Maestro Sahović? ¿Yugoslavia?
A lo que, para nuestra sorpresa,
respondió muy airado:
-
¡No! ¡No Yugoslavia! ¡Montenegro!
A continuación se irguió, alto y
esquelético y, señalándose a sí mismo, remató:
-
¡Montenegro! ¡Hombres apuestos!
Y muy digno, se retiró, dejándonos un
tanto perplejos, pues no era mucho más apuesto que un viejo paraguas. De este
modo, aprendimos que la perspicacia de los Grandes Maestros no reina más allá
de las fronteras del tablero.
Hoy, el Gran Maestro Dragutin Sahović y
Yugoslavia han fallecido, ésta desintegrada sin que nos haya servido de
advertencia y, de aquél, apenas hay referenciadas unas pocas partidas con
rivales de primera línea (Botvinnik, Bronstein… Ahí es nada) en Internet. Por
cierto, el montenegrino no ganó el Open de Benasque, pese a ser el jugador de
mayor ranking y sospecho que, en realidad, había venido a pescar en el río
Ésera.
1. Rd4! |
Volviendo al finalico de la anterior
entrada de ajedrez (25-9-2015), yo hubiera jugado 1. Rd5 y… Ay cenutrio de mí,
son tablas. La jugada correcta para ganar es 1. Rd4 y, contra 1. … Rc6 o 1. …
g5, entonces 2. Re5, y contra cualquier otra, 2. f4 triunfando, como puedes
comprobar fácilmente.
Y, para no martirizarte más, me despediré
hoy con dos posiciones: las blancas juegan y ganan en ambas. De un solo golpe
de vista se resuelven, lo cual da mucho gustito.
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