martes, 23 de febrero de 2016

Dichosos Los Que Aciertan A Escribir Un Buen Perfil

El otro día, una invitación amiga me instaba a inscribirme en Linkedin, una de las numerosas redes en las que somos atrapados los boquerones que pululamos por el mar proceloso de internet. Puesto que soy cibernaúticamente analphabeto, ni había oído hablar de ella, ni sé para qué sirve, ni qué interés puede tener para mí, pero como los jubilados nos apuntamos a todo lo que es gratis, pues nada, traté de unirme a las multitudes que buscan cobijo en las congregaciones virtuales.

Y claro, me acabaron solicitando un perfil. Y me asusté. Siempre me asusto cuando tengo que resumir mi existencia, mis inclinaciones, mis ambiciones o mis propósitos en unas pocas líneas: carezco del don de la concisión y soy muy voluble (¿o se dice versátil?) Bueno, el caso es que lo dejé a medias porque no supe qué poner.

 
Luego me he encontrado este soneto de mis años mozos, donde hago un intento por elaborar un perfil, aunque ignoro para qué valdría. Ligeramente corregido, lo transcribo aquí mismo, porque ahora ya no tengo que “echar curriculums” en ninguna parte, qué alivio.     

   CONFESIÓN

  Ya que me lo pides, seré sincero:
mi principal virtud es la desidia,
mi emblema la desdicha, y siempre quiero
más de lo que sería sana envidia.

  Nunca aspiré aroma de rosas, pero
de las ortigas, la urticante insidia
tampoco he padecido por entero:
no ser blanco ni negro me fastidia.

  Tenue mediocridad del vagabundo
que jamás ha salido de su alcoba,
que los besos que roba, no los roba

  del labio palpitante o furibundo
de una querida más o menos loba,
sino del mango insulso de una escoba.

 

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