Paseando por el campo, a veces me viene
la inspiración y, a veces, asaltan mi caletre toda suerte de ideas chorras, e
incluso la sospecha de que ya no se nota la diferencia.
El caso es que los campos se han vestido
de rojo o, como decimos por aquí, de “colorao”, debido a los millares de
humildes amapolas que tapizan todo tipo de márgenes, espuendas y cunetas. En
los campos de labor no, que tengo entendido que los perseverantes labriegos
echan un plaguicida que impide su proliferación y, así, desmienten la canción
del difunto Manolo Escobar, aquella que decía: “El trigo entre toas las flores
/ ha escogío a la amapola / y yo escojo a mi Dolores, / Dolores, Lolita, Lola.”
Es curioso, he tardado más de 50 años en encontrarle alguna gracia a esta
copla.
La frágil flor (no puedes cogerla sin
arruinarla, en cuestión de minutos se marchita) presta al género femenino (mi
favorito), un nombre bastante “demodé” o, como se dice ahora, “vintage”.
Amapola. Uno de mis muy más demasiado favoritos boleros de Los Panchos, se
titula “Amapola” y en él se declama: “Amapola, / lindísima Amapola, / no seas
tan ingrata / y ámame. / Amapola, Amapola, / ¿cómo puedes tú vivir / tan sola?”
Los nombres propios, casi siempre femeninos (de varón, sólo se me ocurren
Narciso y Jacinto), tomados de las flores, parecen un tanto en declive: hay
Rosas, Margaritas, Azucenas, Violetas, Verónicas, Hortensias… Pero escasean las
Amapolas, apenas nadie le pone a su hija Amapola, usando de la sinestesia, diré
que es un nombre demasiado vistoso.
En el campo no, allí las hay a patadas o,
usando el coloquialismo que tanta gracia me hace últimamente, “a cascoporro”, y
me pregunto cómo se les pudo ocurrir a los letristas aquello de “¿Cómo puedes
tu vivir tan sola?” Si es que salí con mi cámara “Lumix” a fotografiar la
primavera tardía y, apuntara donde apuntase, había uno de estos efímeros roldes
de intenso bermellón encendido. Hasta di con unas, agitadas por el viento, donde
mantenían un precario equilibrio unos saltamontes de un verde tierno, que parecían
posar para el paseante ocioso: un buen pretexto para compartir las imágenes
aquí.
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