jueves, 21 de mayo de 2015

La Entrada Número 400

La verdad es que nadie me había pedido que me sumergiera en este espantoso lío. Por supuesto, tampoco nadie me sugirió: “venga, Himphame, ya que llevas toda la vida dándonos una brasa infatigable a cuantos te rodeamos, haz partícipe al nutrido público de la red de tus simplezas”. Lo cierto es que se me ocurrió a mí solito y, largando, largando, hoy llego a la entrada que hace el número 400 en esta farragosa bitácora y, como digo siempre, “lo peor está por venir”.

Conforme se acrecienta la cuenta de los años que nos ha tocado penar por este valle de lágrimas, uno se vuelve más lúgubre, más malhumorado y más políticamente incorrecto. Me gustaría ser inmune a estos tres inevitables cambios, pero no está en mi mano. Últimamente me tira mucho el lado oscuro de la locuacidad y, sin ir más lejos, hoy tenía pensado meterme con alguna oenegé del tipo “Gilipollas Sin Fronteras” o “Save The Cockroaches”, pero haciendo un esfuerzo de autodominio me dedicaré, como digo, a celebrar, en esa intimidad en la que todos hablamos catalán, que he llegado a publicar cuatrocientas veces. Casi el cuádruple de las que proyectaba cuando empecé, el 10 de octubre de 2012, propalando “Sólo Buenos Amigos”, una entrada que incluía un tema musical homónimo, una breve canción que triplicó el éxito esperado, pues fue escuchada por casi tres personas, de las cuales un alcarreño me aseguró que, gracias a ella, había decidido desconectar su sonotone permanentemente a partir de entonces. Dios le bendiga.

 
El caso es que, cuatrocientas entradas y cuarenta y cinco mil visitantes después, sigo tan falto de ideas y de orientación como cuando empecé. Menos mal que no tengo director espiritual porque, ¿cómo iba a explicárselo? Cuando te jubilas, pierdes contacto con la vida activa que hoy es tanto como decir con la vida (la contemplativa no se contempla). De este modo, nadie viene a abusar de tu experiencia o de tu sabiduría, caso de que las tuvieras; así que nadie se percata si careces de ellas, es un consuelo.

Ahora publico menos, con la excusa de que mi vista no ha mejorado. ¡Y yo que, tras la operación de cataratas, aspiraba a ser piloto emérito de Ryanair!
 
 
Volviendo a lo de la incorrección política, no es que yo sea muy picajoso con mi minusvalía, pero ayer, en una emisora de ámbito nacional, hablaban de la miopía política para desacreditar a un candidato y de la ceguera ante los problemas de los refugiados, como prueba de egoísmo e insolidaridad. Miopía y ceguera, vaya, estoy seguro de que si fuera subnormal o maricón, en los medios de comunicación encontraría más sensibilidad, aunque insisto, no apreciaría que fueran cuidadosos: si pretendes no ofender a nadie, no puedes volver a abrir la boca. Lo comparto pero no lo respeto.

 
¿Y qué decir del público que por aburrimiento o negligencia abre una de estas páginas? Pues que me sigue sorprendiendo que sea tan numeroso, que la mitad o más sean extranjeros y, sobre todo, las entradas que según Google visitan: “Panfleto Antipedagógico…”, “Sonetos Crudos…” “Dos Lolitas” y “Babel…” se llevan la mejor parte, jamás adivinaría por qué.


 
En fin, gracias sean dadas a ese improbable público, a esa red que llena nuestros monitores de chucherías, con las que se nos permite creer que nos estamos comunicando con alguien y, mientras me quede un ápice de salud, seguiré publicando en la búsqueda y persecución de la Sandez Suprema. Y tú que la disfrutes con humor y salud.

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