La verdad es que nadie me había pedido
que me sumergiera en este espantoso lío. Por supuesto, tampoco nadie me
sugirió: “venga, Himphame, ya que llevas toda la vida dándonos una brasa
infatigable a cuantos te rodeamos, haz partícipe al nutrido público de la red
de tus simplezas”. Lo cierto es que se me ocurrió a mí solito y, largando,
largando, hoy llego a la entrada que hace el número 400 en esta farragosa
bitácora y, como digo siempre, “lo peor está por venir”.
Conforme se acrecienta la cuenta de los
años que nos ha tocado penar por este valle de lágrimas, uno se vuelve más
lúgubre, más malhumorado y más políticamente incorrecto. Me gustaría ser inmune
a estos tres inevitables cambios, pero no está en mi mano. Últimamente me tira
mucho el lado oscuro de la locuacidad y, sin ir más lejos, hoy tenía pensado
meterme con alguna oenegé del tipo “Gilipollas Sin Fronteras” o “Save The Cockroaches”,
pero haciendo un esfuerzo de autodominio me dedicaré, como digo, a celebrar, en
esa intimidad en la que todos hablamos catalán, que he llegado a publicar
cuatrocientas veces. Casi el cuádruple de las que proyectaba cuando empecé, el
10 de octubre de 2012, propalando “Sólo Buenos Amigos”, una entrada que incluía
un tema musical homónimo, una breve canción que triplicó el éxito esperado,
pues fue escuchada por casi tres personas, de las cuales un alcarreño me
aseguró que, gracias a ella, había decidido desconectar su sonotone
permanentemente a partir de entonces. Dios le bendiga.
El caso es que, cuatrocientas entradas y
cuarenta y cinco mil visitantes después, sigo tan falto de ideas y de
orientación como cuando empecé. Menos mal que no tengo director espiritual
porque, ¿cómo iba a explicárselo? Cuando te jubilas, pierdes contacto con la
vida activa que hoy es tanto como decir con la vida (la contemplativa no se
contempla). De este modo, nadie viene a abusar de tu experiencia o de tu
sabiduría, caso de que las tuvieras; así que nadie se percata si careces de
ellas, es un consuelo.
Ahora publico menos, con la excusa de que
mi vista no ha mejorado. ¡Y yo que, tras la operación de cataratas, aspiraba a
ser piloto emérito de Ryanair!
Volviendo a lo de la incorrección política, no
es que yo sea muy picajoso con mi minusvalía, pero ayer, en una emisora de
ámbito nacional, hablaban de la miopía
política para desacreditar a un candidato y de la ceguera ante los problemas de los refugiados, como prueba de
egoísmo e insolidaridad. Miopía y ceguera, vaya, estoy seguro de que si fuera
subnormal o maricón, en los medios de comunicación encontraría más
sensibilidad, aunque insisto, no apreciaría que fueran cuidadosos: si pretendes
no ofender a nadie, no puedes volver a abrir la boca. Lo comparto pero no lo
respeto.
¿Y qué decir del público que por
aburrimiento o negligencia abre una de estas páginas? Pues que me sigue
sorprendiendo que sea tan numeroso, que la mitad o más sean extranjeros y,
sobre todo, las entradas que según Google visitan: “Panfleto Antipedagógico…”,
“Sonetos Crudos…” “Dos Lolitas” y “Babel…” se llevan la mejor parte, jamás
adivinaría por qué.
En fin, gracias sean dadas a ese
improbable público, a esa red que llena nuestros monitores de chucherías, con
las que se nos permite creer que nos estamos comunicando con alguien y,
mientras me quede un ápice de salud, seguiré publicando en la búsqueda y persecución
de la Sandez Suprema. Y tú que la disfrutes con humor y salud.
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