Los publicitarios son la repanocha: sus
taimados eslóganes son capaces de convencernos para que nos lancemos todos (y
yo el primero, como Fernando VII, el Deseado) por la senda del más irreflexivo
consumo, creyendo a pies juntillas que nuestra felicidad radica en la
adquisición de cualquier mierda, contra más innecesaria, mejor. ”…Porque no hay
sueños baratos”, oía yo hace unos días anunciar la Lotería Primitiva por la
radio, a una voz tan persuasiva que tardé un buen rato en percatarme de la
estupidez de la frasecita. Los sueños no son baratos: soñar es gratis. Otra
cosa es el cumplimiento de tales
sueños que, ni barato ni caro, las más de las veces es imposible. ¿Quién no ha
soñado alguna vez que podía volar con el mero impulso de su cuerpo? Pues,
aunque te toque la primitiva, no vas a poder hacerlo y, aunque no te toque, hay
sucedáneos baratos, yo qué sé, un curso de parapente.
El sueño de ser rico es muy recurrente
entre la gente de humilde condición, entre los que me cuento. Pero, ni aunque
me tocase la Primitiva, sería tan rico como puedo soñar. Un rico como los de
antes, aquellos que acumulaban patrimonio, poder e influencia. Un tipo que
llega al Bernabéu en su limusina, cinco minutos antes del comienzo de un
Madrid-Barça y aparca en el círculo central del terreno de juego, advirtiendo a
los jugadores de que tengan buen cuidado de no darle ningún balonazo a la
carrocería de nácar incrustado de diamantes del haiga, que se quedará allí
estacionada, mientras él sigue el partido en una litera, que ocho jueces de
línea con esmoquin se encargarán de transportar.
Como además la gente insignificante y
plebeya envidiamos a los ricos y desahogados cosa mala, el Estado, en su insaciable
voracidad recaudatoria, ha inventado un reclamo, tan engañoso como eficaz, para
que los pobres, que somos los únicos que tributamos por carecer de capacidad
evasoria, paguemos un impuesto más, y encima, lo hagamos por gusto: los juegos
de azar, entre los cuales el que más colas promueve y el que menos probable es
que te toque es la Lotería Primitiva. Para llevarte el Gordo, tienes que
acertar seis números escogidos entre 49. Ya te adelanto que, según la más
elemental ciencia estadística, eso es más difícil que ser agraciado con un
cáncer de colon, o disfrutar de un grave accidente de tráfico. He mentado la
bicha, porque ahora parece estar de moda el humor negro pero, vamos, que es muy
muy poco probable. Verás:
Para simplificar, imaginemos que estamos
en un país diminuto, como los que constelarán Europa en 2050, con la octava
parte de la actual extensión y población de Andorra. En la Primitiva de ese
micropaís, de 10 números, el paisano elige 4. ¿Cuántas posibilidades diferentes
tiene? Para elegir el primero, diez. Para el segundo, le quedan 9. El tercero,
lo elige entre 8. Y, para el cuarto, ya sólo le quedan 7. En total tiene 10 x 9
x 8 x 7 = 5040 posibilidades. Pero ¡ojo! En realidad no son tantas, porque el
orden en que anote los números es indiferente. Si ha elegido, pongamos, el 6,
el 4, el 3 y el 9, puede señalarlos de estas 24 maneras:
6439
6493 6349 6394
6934 6943
4639
4693 4369 4396
4936 49633694 3649 3964 3946 3469 3496
9364 9346 9436 9463 9643 9634
A efectos de haber acertado los cuatro
números, estas 24 posibilidades son la misma cosa.
Y ¿por qué 24? Imagina que ya has
escogido los 4 números: para señalar el primero tienes 4 posibilidades; para el
segundo, te quedan tres; el tercero, lo eliges entre dos y, para el cuarto,
sólo te queda uno. 4 x 3 x 2 x1 = 24. Esto es lo que los matemáticos llaman
permutaciones y lo escriben así:
4!
= 24. Leyéndolo factorial de 4 igual a 24. O sea que no hay 5040 posibilidades
distintas, sino que, de 24 en 24, 5040 : 24 = 210. La probabilidad de acertar
es una entre 210, que no está mal, aunque los premios serán modestos: tres
puerros ecológicos o un cuello de gallina para el caldo (pues todo apunta a que
la crisis se habrá agravado).
Resumiendo:
Ahora volvamos a la España actual. Al
elegir 6 números de entre 49, sale:
49 x 48 x 47 x 46 x 45 x 44 = 10068347520.
La leche. Pero claro, esos seis números se pueden ordenar de 6 x 5 x 4 x 3 x 2
x 1, o sea de 120 maneras distintas. Lo cual da un total de combinaciones diferentes
de 10068347520 : 120 = 83902896. Lo vuelvo a resumir:
Es decir, tu probabilidad de pleno por
cada apuesta es una entre casi 84
millones. ¡Jodo petaca! Ahora entiendo por qué los ricos juegan a la otra,
a la Lotería Nacional. La probabilidad de pillar el gordo es alrededor de mil veces mayor. Claro,
que hay que arriesgar más dinero para que te toque una buena morterada, pero
así son las cosas en estos vicios multitudinarios.
Y, para despedirme, un cálculo en principio
mucho más sencillo: ¿Cuál es la probabilidad de acertar los catorce en una
quiniela de fútbol?
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