Siguiendo con mi particular celebración
del Día de Difuntos, me pongo respetuoso y pido prestada hoy la voz a uno de
los más grandes poetas de habla hispana: el peruano César Vallejo. En este
poema, el vanguardista genial, el originalísimo versificador, adopta una forma
un tanto clásica, la de un soneto, bien es verdad que con versos muy
encabalgados y con rimas asonantes, pero soneto al fin y al cabo.
Crisantemos, para empezar |
Trata este poema, fúnebre y bellísimo, en
mi opinión, no tanto de una premonición o de una profecía del fallecimiento del
poeta, sino más bien de un recuerdo de la propia muerte. Claro está que si eres
capaz de recordar tu propia muerte es porque, de alguna manera, ya has pasado
por el trance, ya la has superado. Esta idea es la que hace que este poema me
produzca un efecto tan intenso y tan cautivador: el poeta habla de su propia
muerte más allá o después de su advenimiento.
Crisantemos para fondo de escritorio (HDMI) |
Con las flores fotografiadas, ofrendaré
un recuerdo al propio César Vallejo y a todos aquellos que eran próximos y se
me fueron.
Pensamientos |
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
le daban duro con un palo y duro
la soledad, la lluvia, los caminos...
Y más pensamientos |
Ya que estás con estos pensamientos te mando otros crisantemos, y que los disfrutes:
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