Con palillos y cerillas menudeaban, en
las más crepusculares reuniones sociales de antaño, los enigmas y adivinanzas
de carácter matemático. Tales entretenimientos están más desfasados en nuestros
días que la sobremesa con la película de Joselito cantando aquello de “doce
cascabeles lleva mi caballo por la carretera” y es que, en estos tiempos
acelerados, no sólo el ingenio está marcado como un valor en desuso, tras
tantos siglos de mandar los que de él carecen, sino que las habilidades y
competencias que son sus herederas, han de manifestarse necesariamente a través
de una pantalla. Sea, pues.
Hoy te va a resultar superfácil, creemos |
Cerillas, de aquellas de Fosforera
Española, ya nadie lleva encima, por aquello de que, en el presente, nuestros
gobernantes persiguen con más saña el tabaquismo que la corrupción, el cohecho,
la prevaricación, el soborno y otros delitos que los mandamases de turno suelen
considerar no sólo disculpables, sino francamente útiles. Por otro lado, ¿quién
usa palillos o mondadientes, sabiendo lo nocivos que son para la higiene bucal?
Es que hasta las anchoas y los pepinillos que lucen en las banderillas del
aperitivo, vienen ensartados en unos sablecillos de plástico que, superando en
fealdad y cutrez al tradicional palillo, encima no son aptos para formar
cuadrados, triángulos o cualesquiera figuras sobre las que proponer un acertijo
matemático para entretenernos mientras nos tapiñamos las aceitunas.
Exprime tu cerebro al máximo |
En la parte más umbría de las estanterías,
aquella que no suelo disputarles a las arañas, me ha aparecido un libro
titulado “Juegos para todos”, un incunable de la colección Biblioteca Hispania
de la editorial Sopena, fechado en 1965 y que ya era rancio cuando fue
publicado. Tiene un apartado titulado “Juegos con cerillas”, donde se pone a
prueba las habilidades de razonamiento numérico o espacial de unos hipotéticos
contertulios. También hay algunas patochadas muy simpáticas. Empezaré con un
par de ellas.
¿Puede formarse una esfera con tan sólo
28 cerillas sin doblar ni romper ninguna? Parece una misión difícil, no
obstante he aquí la solución:
¿Puedes convertir trece cerillas en mil?
Dicho así parece que habría que romperlas en trozos muy pequeños. Y doblarlas y
romperlas, quede claro para siempre, en estos juegos no está permitido.
Aquí está la solución, ¿cómo te quedas?
Dejando a un lado la picaresca de
pacotilla, nos internamos en el proceloso mundo de las figuras geométricas.
Aquí hay propuestas para dar y vender. He seleccionado dos que me han gustado
mucho y que son muy sencillas:
En la mesa formas cinco cuadrados con 16 cerillas
(o palillos), tal que así.
Ahora moviendo (ojo, no retirando) dos elementos nada más tienes que
dejar cuatro cuadrados. No puedes dejar lados sueltos o inservibles, claro,
todas las cerillas deben “cerrar” alguno de los cuadrados.
Este otro es muy “limpio” y muy interesante:
con ocho cerillas enteras que no has de doblar ni cruzar, forma una figura que
tenga cuatro triángulos y dos cuadrados. Para volverse loco.
Hay reflejada una variante de mi juego favorito con
palillos. Lo explicaré de la forma que yo lo recordaba, que es más sencilla: se pone una hilera de 23 palillos planos, paralelos sobre una mesa, y juegan dos
contrincantes, retirando palillos por turnos. Cada uno, en su turno, retira
uno, dos o tres, como quiera. El que se queda con el último, pierde. ¿Cuál es
la estrategia para ganar? Cuando la descubras (pero no antes) puedes asombrar a
tu hijo, o a cualquier otro niño pequeño, con tu capacidad y ganarle once veces
seguidas antes de apiadarte de él y chivarle el truco.
En la entrada pasada, el problema de mover la
pirámide de quesos a la cuarta banqueta sin que uno mayor se asiente sobre uno
menor, es bastante sencillo. Como no tenía quesos, utilicé cartas de la baraja,
del as (queso más pequeño) al ocho (queso más grande). Hay muchas maneras de
hacerlo y, si no me equivoco, la estrategia de transporte más eficiente
requiere 33 movimientos (!)
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