Hace un año probé por enésima vez a dejar
el repugnante vicio del tabaco. Los fumadores estábamos convirtiéndonos en una
minoría tan marginada, nuestra exclusión social era jaleada con tal unanimidad,
que uno ya temía que, en estos tiempos revueltos, llegara al poder un partido
de tendencia antifumita, proclive a señalarnos como los culpables de la crisis
y que fuéramos obligados a llevar una pegatina en la frente: “apesta”.
Quizá exagero un poquito, pero a saber de
dónde recortará el próximo lumbreras político: los fumadores pueden verse
apartados de la atención sanitaria, al fin y al cabo son culpables de averiar
su propio aparato respiratorio a sabiendas… Como drogadicto de la nicotina,
había probado yo infructuosamente algunos métodos, cuando reparé en que un
emprendedor local había abierto una tienda de cigarrillos electrónicos.
El kit de segundo curso |
Por aquél entonces, se presentaban como
una alternativa al tabaco, menos agresiva, más saludable y expuesta a un mayor
grado de tolerancia social (que desapareció con inusitada rapidez). Entré en el
establecimiento y fui invitado a catar aquella mercancía. No me desagradó,
consideré que podía darle la oportunidad de ejercer de sucedáneo de mis
sempiternos cigarrillos: han pasado doce meses y he olvidado donde los dejé, no
he vuelto a probarlos. Miento: este verano pedí uno a ver cómo sabía y no me
gustó nada, a las tres caladas lo tiré.
Desconozco, como todo el mundo, los
efectos a largo plazo del nuevo vicio que he adquirido. En el plazo corto, he
dejado de jadear al caminar rápido o subir escaleras, tengo testigos de que se
han atenuado mis feroces ronquidos, he recuperado el olfato y el gusto… Claro
que no he renunciado a la nicotina y gasto más dinero en cacharritos que cuando
era fumador, pero la nueva adicción es más entretenida, más limpia y mucho más
agradable que la anterior. El alquitrán y las partículas sólidas en suspensión
ya sólo los inhalo, como los demás ciudadanos, de las chimeneas y tubos de
escape, lo cual se considera socialmente mucho más correcto.
No debes vapear mientras conduces |
Una cuestión oscurecía mi felicidad y ha
dejado de hacerlo: cuando empecé, parecía tratarse de una nueva moda, algo
masivo, pero esta expectativa se ha desinflado y en lo del vapeo quedamos
cuatro frikis que, de momento, no podemos dar crédito a nuestra buena fortuna.
Las zarpas recaudadoras y las ganas de dar por culo con todo tipo de
regulaciones de los poderes públicos, parecen estar en hibernación y ojala
sigamos así, abandonados. Al principio se desplegó un tándem de amenazas, no
olvidemos que Estados y Tabacaleras tienen una relación ambivalente: por un
lado hay restricciones, por tratarse de un producto perjudicial para la salud,
pero por otro lado hay complicidad, no desatendamos que el fumador es un
contribuyente que se deja un pastizal en el fisco. Al no ser el vapeo un
contendiente peligroso para las Tabacaleras, se han amortiguado las amenazas:
eso es más peligroso que el tabaco, eso es muy malo, eso te puede explotar en
la cara… No suelo vapear por la calle, pero cuando lo hago, hay gente bienintencionada
que me para y me dice que en la televisión han dicho que “eso es malísimo para
la salud.”
No. No es para ponerle una inyección a una vaca |
De momento, y toco madera, las
administraciones se han olvidado de nosotros, salvo para decir que tampoco se
puede vapear en determinados lugares públicos. Yo me temía que se pusieran a
regular el tamaño, la potencia, el peso, el color y el sabor del cigarrillo
electrónico, de acuerdo con los consejos de un cuñado asesor, o los intereses
de un sobrino fabricante.
"We love China" |
Conozco poca gente que lo ha probado:
tres o cuatro personas que comenzaron a sustituir el humo por el vapor y, al
cabo de poco tiempo, retomaron el cigarrillo. No les convenció el sucedáneo.
Pese a haber dejado de fumar, yo no aseguraría que se trata de un remedio al
cien por ciento eficaz contra el tabaquismo. Es otra cosa muy diferente al
cigarrillo. A mí me gusta mucho más, pero puede no convencer por varios
motivos, el principal de los cuales es que es más laborioso: hay que aprender
una serie de habilidades para vapear satisfactoriamente, requiere una pequeña
dosis de dedicación. Cargar baterías, rellenar depósitos, reemplazar
resistencias gastadas, son los quehaceres básicos… Pero ay de ti, amigo, si te
enganchas a la afición. Es más arduo que la crianza de bonsáis. El día que te
pasas de consumibles (kits de usar y tirar) a reparables (donde te haces tus
propias resistencias), o te planteas elaborar tus propios líquidos, ya la has
cagado, una nueva ocupación absorberá buena parte de tu tiempo libre.
Resistencias himphames y algodón empapado |
Ahora, eso sí, el placer de un reparable
bien montado, que tire bien, que sepa bien… Eso debía ser lo que los
antepasados buscaban con una buena pipa junto a la chimenea. Una complacencia
muy sabrosa, un deleite muy grato. El que avisa, no es traidor.
"Stay cloudy" |
¿Es nocivo? Gente muy cualificada lo duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario