No es infrecuente que un peso pesado de
la literatura universal vuelva su mirada hacia el mundo de la infancia y, a
modo de abuelo cum laude, derrame sus narraciones sobre niños indefensos. En el
caso del rumano afincado en Francia, Eugene Ionesco, las pobres criaturas serán
sometidas a una subversión de los valores lógicos y comunicativos del lenguaje
que, con esfuerzo, han adquirido y ya nunca volverán a ser los mismos. Es decir,
será difícil que vuelvan a creer que las palabras significan lo que significan
las palabras. Además, el autor se aproxima a la desprevenida infancia siendo
Eugene Ionesco, esto es, el más señalado creador del teatro del absurdo, uno de
aquellos guerrilleros dispuestos a dinamitar nuestra seguridad en que somos
capaces de hacer nuestro discurso inteligible para el otro.
Mis hijos aún no eran capaces de leerlo
por sí solos y, a menudo, con la típica insistencia que tienen los renacuajos, me
solicitaban que les contara el Cuento nº 1 y el Cuento nº 2 (hay cuatro, pero
los otros dos no los tengo). Por un lado, se partían de risa, pero por otro les
asaltaba cierta inquietud: algunas cosas que estaban claras, dejaban de
estarlo; algunas cosas que tenían sentido, dejaban de tenerlo. Se internaba
uno, pues, por un territorio donde las arenas movedizas del absurdo podían
absorberlo a simas donde reina una lógica diferente.
La editorial Altea, en su colección
Benjamín, publicó esta muy sugerente versión, con ilustraciones de Delessert en
España hacia 1985, hace 30 años. El original francés data de 1983. El ejemplar
que tengo ha sufrido tantas visitas, está tan manoseado, que parece una vieja
baraja y ahora me rinde un último servicio, inmolándose para ser publicado en
la red y quizá contado a otros ingenuos habitantes del reino de la infancia que
verán que, junto a las princesas, castillos, ogros y brujas, se instala algo
más insidioso, sembrando dudas, atizando perplejidades, instaurando el
desorden…
Un cuento, con cierta ambientación y apariencia
de época, una especie de antecesor de “Hora de aventuras”, también merece ser
disfrutado por los niños de hoy. Sin miedo.
Y, si gustó a los adultos, aquí tienen un
vídeo de “La cantante calva”, una de las obras más conocidas del talento de
Eugene Ionesco en el género llamado teatro del absurdo, ¿del absurdo, dicen?
Pero ¿qué lado del escenario es el más absurdo?
Aquí dice algo acerca de una primer publicación en 1983. Me gustaría saber en que año fue escrito el cuento nr 1 y de cuando es la primer traducción al español. Estoy segura que es mucho antes, en la década del 70. Gracias, saludos desde Uruguay
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