jueves, 23 de abril de 2015

San Jorge: El Dragón Te Perdona

Según cuentan las más acreditadas leyendas justificativas del poder establecido, a cuyo conjunto denominamos Historia, hubo una época remota en la que los poderosos justificaban su preeminencia en la protección que brindaban con generosidad a los más inermes, desfavorecidos o debiluchos; los que antiguamente recibíamos el calificativo de desamparados.

Yo jamás he creído en esas paparruchas ni en muchas otras de los, para mí excesivamente acreditados, estudios históricos. Es más, tiendo a pensar que los poderosos aristócratas de antaño obtenían, al igual que los envidiados plutócratas de hogaño, sus honores y glorias del abuso, del saqueo y de la que los romanos llamaron “suprema ratio”, es decir, la fuerza.

Al igual que antes los señores ejercían la fuerza basada en sus entrenados brazos y en sus aguerridas mesnadas, en nuestros días, los nuevos señores ejercen la fuerza del número, la de las masas cuyas necesidades y aspiraciones controlan, adulteran y dirigen. Éste mismo es un texto manipulado por sus aviesos propósitos: es saludable permitir que unos cuantos idiotas accedamos a una ilusión de lucidez (perfectamente controlada) que es tan minoritaria como inofensiva. Aunque, eso sí, te lo pasas bien.

 
Esto viene a cuento, o mejor a leyenda, de la figura de san Jorge, santo patrón de Aragón, de Inglaterra, de Georgia, de Bulgaria, de Etiopía y de unos cuantos lugarejos más, encomendados a la protección de tan bienaventurado y poderoso varón. En Aragón es día festivo a todos los efectos, así que aquí lo estamos disfrutando, con sol y el viento de costumbre en esta época.

Como me preocupa la eventualidad de que los nacionalistas aragoneses adquieran la resonancia y primacía sofocantes de sus homólogos catalanes y, al ser pillado sin tener ni pajolera idea de quien era ésta sagrada momia, me tenga que exiliar al desierto australiano, me documentaré un poco, pues no es un riesgo baladí el que corro: los candidatos a ser elegidos fuerzas vivas de esta agonizante comunidad, he notado que fuerzan “una miajica” el perfil autóctono, tan rentable en las urnas inminentes y, cuando los entrevistan en la radio, hablan todos que parecen el mismísimo Paco Martínez Soria.

Al parecer, San Jorge/Sant Jordi/Saint George/San Xurde/Al-Khader fue un soldado romano originario de Capadocia, que se convirtió al cristianismo y recibió martirio el 23 de abril del año 303, poco o nada más se sabe de manera contrastada del sujeto, cuya enorme popularidad se debe a una leyenda que, en cada sitio, cuentan de manera diferente: un dragón atemorizaba a un reino, o tenía secuestrada a una doncella, o exigía con draconiana avidez riquezas y tributos… El personal andaba pues bastante molesto con este precursor del señor Montoro y es entonces cuando aparece a caballo el santo, con armadura, imaginamos que desciende de entre los bienaventurados así pertrechado, y le arrea una somanta al dragón. Los lugareños, agradecidos, le colman de honores, prebendas y su fervor es tan duradero que llega a nuestros días, solapándose con la fiesta del libro o, incluso, eclipsándola.

 
La versión más curiosa de esta leyenda, la recuerdo de un libro de lengua de 3º de EGB: una doncella encuentra en sus aposentos una lagartija de buen tamaño. Sus gritos alertan al señor de la casa, que acude y, con un cuchillo, la corta en dos. Luego la muestra muy ufano a su criado y éste, en la taberna, al contar el incidente, engrosa la lagartija, convirtiéndola en un enorme lagarto.

Más tarde, el tabernero cuenta el suceso a unos arrieros y otros parroquianos y al lagarto, le crecen los colmillos, le sale cresta y alcanza el tamaño de un gorrino bien cebado. Finalmente, los arrieros, en su camino, relatan a otros viajeros el acontecimiento, de modo tal que la talla del lagarto pasa de cerdo a vaca y de ésta a elefante o a bestia gigantesca que eructa fuego…

 
En Cataluña, la festividad, laborable a todos los efectos y celebrada desde el siglo XV, es una especie del día de los enamorados autóctono: el mozo regala a la moza una rosa y una espiga y la moza regala al mozo, un libro. Como soy un poco tocapelotas, mientras estuve allí me pareció una celebración un tanto sexista: a mi modo de ver simboliza o legitima la superioridad intelectual del varón, más dado a la lectura que a la decoración o a la perfumería. No obstante, tiendo a no fiarme de mis apreciaciones, que expongo por pura vileza.

Como esta otra de la corrección política de la leyenda: cuando yo era niño, San Jorge alanceaba al dragón desde su corcel y lo dejaba tendido boca arriba, exánime y con las entrañas humeantes colgando, faltaría más. Después, se limitaba a darle una manta de hostias, lo abandonaba malherido o lo ponía en fuga… Actualmente, bajo el signo de la relamición, el santo persuade al dragón de que su conducta es disruptiva, insolidaria y molesta. Y también de que las doncellas no deben ser sometidas a sevicia o vejación alguna, de no mediar el consentimiento explícito de éstas. Convencido el dragón de lo inadecuado de su conducta, se presenta voluntario a 300 horas de trabajos comunitarios. De no ser así, imaginemos que se entera Greenpeace de que un santo patrón anda molestando, con su lanza herrumbrosa, a un animalito de una especie en peligro de extinción… Lo hacen ir en el Rainbow Warrior III, de vuelta a Capadocia, ¡remando! 
 

1 comentario:

  1. Te preocupa la eventualidad de que el trato que lleguen a recibir los nacionalistas aragoneses en las tertulias y medios de comunicación de tan exquisito y amable como el de los homólogos catalanes llegue a ser empalagoso?

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