Es una verdad más sobada que sabida, que
la historia la escriben los vencedores. “Vae victis”, ay de los vencidos
escribieron los romanos. En nuestra época, el vencido suele alcanzar como
mínimo la categoría de asesino genocida. Sin un asomo de recato, el vencedor
dice, por ejemplo, que las bombas atómicas que convirtieron en vapor a vaya
usted a saber cuántas decenas de miles de asesinos genocidas, en Hiroshima y
Nagasaki, tuvieron el beneficioso efecto de salvar un número incalculable de
vidas.
Yo, con la ignorancia más arrogante de la
que soy capaz, acostumbro a sustentar la opinión de que la Historia no nos
enseña absolutamente nada. Nada que pueda servirnos en los inciertos presentes
de nuestras perras vidas y, con la frivolidad y desenvoltura que caracterizan a
este blog, voy a rememorar una fecha histórica, antaño festiva y que, a día de
hoy, ya no significa nada en este desmemoriado vecindario que, si algo celebra
en estos momentos, es la “operación salida” de la mano de Tráfico, felices
vacaciones, paisanos.
Hace 76 años, allí donde sonara una
radio, se pudo escuchar, entre el crepitar, los crujidos y el pedorreo de las
interferencias, el siguiente y lapidario mensaje
"En el día de hoy, cautivo y
desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos
objetivos militares. La guerra ha terminado ". El Generalísimo, Franco.
Burgos, 1 de abril de 1939.
Durante los 36 años siguientes, el día
pasó de festividad a simple conmemoración, los desfiles y otras celebraciones
militares, religiosas y políticas, viraron del entusiasmo a la rutina y, a
partir de 1975, con la muerte del otrora Generalísimo y ahora simple dictador,
un piadoso manto de silencio cayó sobre la fecha: vencedores y vencidos
hermanados por una vergüenza tan unánime como pudorosa.
En estos momentos creo que ni un solo
estudiante de la ESO debe de saber o siquiera sospechar este significado del 1º
de abril: está tan lejos para ellos como las bárbaras festividades de los
asirios. No obstante, como lo mío es dar la brasa, recordaré que, cuando yo iba
a las escuelas nacionales, si no
coincidía con las vacaciones de Semana Santa, como este año, éramos objeto de
una oferta que no podíamos rechazar: un rotulito, una viñeta coloreada y la
copia de un breve texto de la Enciclopedia Álvarez, constituían una tarea
ligera y relajada que caía año tras año.
Bueno pues ni aun así me enteré de que el
1º de abril era el Día de la Canción. El Día
de la Canción, ¿te lo puedes creer? Y esto era bastante antes de lo de
Massiel derrotando al favorito representante de la pérfida Albión, mientras los
trilobites llevaban el compás. Tampoco Eurovisión es lo que fue, ¿habrá
tarareado en el Paraíso el Caudillo la tonadilla de la mujer barbuda?
Nadie recuerda, pues, el Día de la
Canción y eso que, a comienzos de los setenta creíamos que Franco y su régimen
eran eternos… Corría un bonito chiste sobre el futuro y los discursos de
Franco:
1988. “Españoles, os hablo desde el
pulmón de acero…”
1999. “Españoles, os hablo desde la
derecha del Padre…”
2015. “Españoles, muerto el Padre, asumo
el mando…”
Qué tiempos, y yo que ni me enteré de que tras la muerte de Franco aún siguió el franquismo unos aňos. yo creía que había certificado su defunción el equipo médico habitual
ResponderEliminarQué tiempos, y yo que ni me enteré de que tras la muerte de Franco aún siguió el franquismo unos aňos. yo creía que había certificado su defunción el equipo médico habitual
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