Ciudad Jardín: Abre bien los ojos.
“¡Pasajeros a Nairobi,/ el embarque en
puerta uno! / Lucas fue al restaurante, / al oír ese aviso, / una joven europea
se levanta / y va al vestíbulo, / no es turista, él lo sabe, / la vigila, es
muy listo.
En la calle aprendes muchas cosas, / a
mí, nadie me enseñó, / “abre bien los ojos”, ese es mi lema, y mi religión.
Lucas se acerca al bar, / quiere estar
seguro. / Se hace el interesado, / en lo que cuenta la cajera, / para enterarse
de otras cosas / de importancia, / pero pega hebra / y le larga su experiencia.
En la calle aprendes muchas cosas, / a
mí, nadie me enseñó, / “abre bien los ojos”, ese es mi lema, y mi religión.
Entretanto, la europea / ya no está a la
vista, / Lucas va hacia la puerta uno, / el alma en la garganta, / se tropieza
con un gato, / tira a un niño y lo pisa, / ¡No, Señora, no me chille, /sea
buena ciudadana!
En la calle aprendes muchas cosas, / a
mí, nadie me enseñó, / “abre bien los ojos”, ese es mi lema, y mi religión.”
Estamos a finales del otoño de 1992. Se
están apagando los ecos de los insufribles gorgoritos de Freddie Mercury y Montserrat
Caballé: ¡BaAarseloOonaAa! Las olimpiadas habían sido un éxito y nuestros atletas habían cubierto su pecho de
azul español, con los más variados metales. En un orden de cosas mucho más
modestísimo, el grupo madrileño de música moderna Ciudad Jardín, se había
cambiado de compañía discográfica: habían migrado muy descontentos con Fonomusic
que, según ellos, ni les había prestado suficiente apoyo, ni les había
promocionado lo más mínimo y se habían mudado a Hispavox, donde según creían,
iban a triunfar.
Quizás se precipitaron un poco, porque
sacaron un disco, este "Ojos más que ojos", nada más aterrizar en la nueva compañía y no, no triunfaron,
ni mucho menos. Pasó más desapercibido aún que los dos anteriores: “Primero así,
y luego más” y “Atún y algas”, de los que, pese a todo es una dignísima
continuación. ¿Qué es pues lo que falló para que el grupo más interesante, por
aquel entonces, de la escena musical española se volviera a quedar en ayunas?
Ocurre, tal vez, que el disco está concebido un poco apresuradamente y no acaba
de estar enfocado: ¿a qué público se dirige?¿Quién puede apreciar las sutiles
estampas de “Abre bien los ojos", “Él sopla y le sopla” o, más difícil todavía
“La secta de la hormiga”, el poco accesible tema que abre el disco? El problema
es que es un álbum demasiado ecléctico, toca muchos palos y le falta conjunción
y homogeneidad, una cierta unidad de estilo.
Un disco promocional. |
No obstante se trata, como se dice ahora,
de un discazo. He hecho la siguiente prueba: lo hago sonar en tres o cuatro
ocasiones distintas ante los oídos distraídos de alguien, aficionado a la
música, que no ha escuchado a Ciudad Jardín. A la de tres o cuatro, capta algo:
¡Qué disco tan bonito! ¿Quiénes son? No suele fallar, e infiero que en su
contra, jugó una falta de inmediatez letal. Poca gente da tres o cuatro
oportunidades si un estribillo no le entra a la primera. Demasiado
sofisticados. Unos Steely Dan hispanos. La bomba que, esta vez, tampoco
explotó. No nos los merecíamos. Ese mismo año, Joaquín Sabina vendió 400.000 ejemplares de su funesto "Física Y Química". Los críticos tampoco anduvieron más despiertos. Hojeo la prensa musical de entonces (Rockdelux) y están abducidos por la pachanga reivindilavativa de los insufribles Kortatu.
Ciudad Jardín: Él sopla y le sopla.
“El milagro sucede cada noche, / sólo
queda este bar / de tremendo calor, / hay tanto humo / que parece que arde el
local. / Todo el público / contiene la respiración, / en una mesa, / los que
miran, a punto de oír, / pueden tocar los instrumentos / con las manos.
Él sopla en el saxo / sus lánguidas
frases, / le sopla en la oreja / las largas estrofas, / se acuerda, pues ya son
muchos años juntos, / garitos, teatros, y bodas, diciéndole: / ¡Haz las
estrofas más cortas!
La hora de la verdad ha llegado / en
cuanto se toma unos rones, / ya sean con hielo, solos, /o con marrasquino, / olvida
las largas letras / de sus canciones, / pero el saxofonista, / (que toca a su
lado) / le clava el codo / para que reaccione.
Él sopla en el saxo / sus lánguidas
frases, / le sopla en la oreja / las largas estrofas, / se acuerda, pues ya son
muchos años juntos, / garitos, teatros, y calles y bodas, diciéndole: / ¡Haz
las estrofas más cortas!
¡Son muchos años ya! / ¡Son, Son! / Le
sopla el saxo / en las orejas, / le sopla letras / en las orejas. / Son muchos
años / y muchas salas…
Él sopla en el saxo / sus lánguidas
frases, / le sopla en la oreja / las largas estrofas, / se acuerda, pues ya son
muchos años juntos, / garitos, teatros y bodas, diciéndole: / ¡HAZ LAS ESTROFAS
MAS CORTAS, TÍÍÍOOOOO!”
Aquí tienes el enlace para que lo bajes y lo oigas:
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