lunes, 23 de diciembre de 2013

Feliz Navidad (Pero ¿Qué Celebramos?)

Aristóteles decía: “A medida que me hago más viejo, me gustan más los mitos.”

 
En Navidad el sol alcanza su punto más bajo, la noche es más larga y el día más corto. En la lucha entre la oscuridad y la luz, ésta vence y el sol “invictus” comienza de nuevo su marcha triunfal. El cristianismo conmemora, en ese día, el nacimiento de Jesús, el nacimiento de la luz.

No se trata de celebrar un hecho histórico. En el siglo XII un místico dominico alemán, Maestro Eckhart, escribió “¿De qué me serviría si Jesucristo hubiera nacido de Dios y yo no?” Jesús es el modelo en el cual puedo reconocer quién soy: hijo, hija de Dios. Podemos celebrar nuestra propia fiesta de nacimiento, caer en la cuenta de nuestro origen divino. Jesús es la cara visible de Dios, igual que cada uno de nosotros. Un ser espiritual que ha nacido dentro de un cuerpo para desplegarse en él. Todos nosotros somos Dios.

Esta página entusiásquica, que se complace día tras día en su humor retorcido y chabacano, hoy se pone seria, para desear, cordialmente, Felices Navidades al usuario, a la lectora, al simpatizante y al seguidor, ¡a los cuatro! Y también a cualquiera que se tope con ella navegando por el proceloso mar de la red: éste era el mensaje que encontraste en la botella.

 
Para acompañar el texto, no sabía si poner la coral 64 del Oratorio de Navidad de Bach porque, como dice Salvador Paniker en una entrevista reciente, “No soy ateo porque existe Bach”,
 

o enlazar con una bellísima y poco conocida “The Cold Song” de Purcell, que también tiene un uso navideño. Van las dos, escúchalas y que la paz te inunde.
 
 
 

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