Hace días que no obsequio al desierto
auditorio con una de mis composiciones y hoy es el día señalado para enmendar semejante
acierto. El tema que desprivatizo, lo compuse (o perpetré) con ayuda de un Korg
Tritón, hará unos ocho años. No se me da bien tocar y el costoso teclado está
hoy cogiendo polvo. Si supiera cómo, intentaría subastarlo en eBay, pero el
riesgo de que me den ocho por lo que a mí me costó dos mil, me retiene. Bueno,
pues un día, hace ocho años, le puse las manos encima y, utilizando un preset
de guitarras acústicas, improvisé una tupida maraña de melodías. Después hice
un volcado a secuenciador y, abusando del cortar y pegar, monté la cancioncilla
que me ocupa. Más tarde, la grabé en un disco que regalé a cuantos amigos no
salieron corriendo al verme llegar con él (la amistad está sobrevaluada). Sólo
uno tuvo a bien hacerme algún elogio del tema y, claro, a él le dedico hoy esta
entrada, con la canción remasterizada y retocada en Reason.
Es una guitarra acústica (virtual, por
supuesto), fuertemente desdoblada en estéreo y con un fondo de vientos suaves
(trompas) y percusión. La escucha mi mujer y dice que parece que tocan unos
principiantes, demasiado “pegados” al compás, supongo que sin querer ha dado en
el quid de la cuestión, a saber, es muy difícil que la ejecución virtual de
sonidos acústicos, recreada por un secuenciador, “engañe” al oído y parezca que
músicos de carne y hueso estén rasgueando cuerdas y soplando tubos. A cambio, me
divierto y no tengo que convencer a nadie para la ejecución, (sigue tocando,
dicen, lo importante es que a ti te guste).
Esto me trae a la mente un chiste: un
niño toca el clarinete y su padre, embobado, le pregunta a otro oyente: “¿qué
le parece la ejecución?” A lo que el otro contesta: “hombre, yo creo que sería
exagerar… Bastaría con un buen par de bofetadas”.
Lo dicho. A disfrutar del tema. Y si no,
los huevos y los tomates podridos, me los mandáis por correo electrónico.
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