Entre los libros encaminados a despertar
la incipiente (e improbable) afición a la lectura en niños de 6 a 8 años,
siempre me ha hecho una especial gracia este ingenuo cruce entre costumbrismo y
terror light, de la escritora e ilustradora inglesa Babette Cole (Jersey, 1949).
Su encanto emana del delicado sentido del humor con que conjuga texto e
ilustración, en un sencillo cuento, donde la convencional historia de
marginación y rechazo social, se ambienta en el gótico marco de la hechicería, en
una fuerte contradicción con la realidad cotidiana de los compañeros del
protagonista, niños “normales” que, como todos los niños, son atraídos por la
anomalía del mundo de las brujas. Hace ya mucho tiempo que las brujas perdieron
su halo maléfico en la literatura infantil y la mamá del narrador se despide
con una espectacular buena acción , hecha practicable por sus singulares poderes.
Ideal para regalar en las fechas que se
avecinan (si lo encuentras, porque lo publicaron en Altea Benjamín hace 25 años
y, si queda por ahí algún ejemplar, debe tener unas telarañas a juego con el
argumento). Es ideal asimismo para leer con un hijo pequeño y largarle luego el
sermón de la tolerancia y de que debemos aceptar a todos aquellos (que tienen
la desgracia de ser) diferentes a nosotros. No excederse con el epílogo
pedagógico más allá de un par de minutos, o el efecto de la magia se desvanecerá.
También es apto para niños obligados por imposición escolar a leer y comentar
un libro y que recuerden esta tarea la víspera de la fecha de entrega: en un santiamén
habrán terminado, justo a tiempo de librarse de una mala calificación.
Este relato, tan grato y breve, me trae a
la memoria a un ex vicepresidente del gobierno, don Alfonso Guerra, que se
jactaba de ser un hombre muy culto: en una entrevista, afirmaba haber leído 11.000
libros. En su día me pareció una exageración, pero luego he pensado que, si en
lugar de ser como Ana Karenina, eran como “Lo malo de mamá”, no es del todo
imposible. En cualquier caso, buen libro para iniciar una andadura por el mundo
de la ficción.
Aunque luego la afición lectora del niño
sólo llegue al 666.
Muy bonito cuento.
ResponderEliminarmuy dibertido
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