Vuelvo brevemente a ésta, nuestra última
guerra (en 1958), que traté en la entrada 52, correspondiente al 18 de enero de
2013, porque he hallado un par de imágenes curiosas de tan ruinosa aventura.
Una es la fotografía de una placa que
lucía en una calle de Jaén o de Úbeda (no recuerdo bien). Como no veo tres en un
burro, cuando hago turismo, fotografío todo lo que se pone ante mí, para
contemplarlo a un palmo de la espaciosa pantalla del ordenador (y sí, para dar
luego la brasa a los internautas).
Transcribo su contenido espeluznante: “En
esta casa nació y vivió el alférez don Francisco Rojas Navarrete, primer caído
de la milicia universitaria, muerto heroicamente en acción de guerra en Ifni
(A.O.E.) el día 7 de diciembre de 1957 defendiendo el honor de España.”
Haría algún comentario, pero prefiero
copiar unas líneas de un libro que ha ganado mi cabecera (más pronto que tarde,
le haré una reseña): “…vio el odio y la sospecha convertirse en un tipo de
locura que barrió la tierra como una plaga veloz, vio a los jóvenes ir otra vez
a la guerra, marchando orgullosos hacia una condena sin sentido, como en el eco
de una pesadilla. Y la pena y la tristeza que sentía eran tan viejas debido en
gran parte a la edad que tenía…”
Por cierto, para los que fueron
dispensados de la educación franquista, A.O.E. son las siglas de África
Occidental Española, que comprendía los territorios de Ifni y el llamado
“Sahara Español”, territorio éste que continuó bajo soberanía española hasta
1975, no sé si recordarás la “Marcha Verde”, emprendida por cortesía de Hassan
II, para adueñarse de aquellos territorios vastos y yermos. No estaban los
tiempos ya para otra desastrosa guerra colonial y España abandonó a su suerte a
aquellos súbditos saharauis, hoy diríamos a “aquellos ciudadanos españoles”. Y
allí siguen: simplemente han cambiado de dueño, colonizador o como le quieras
llamar.
Y aquí ha aparecido la segunda imagen: es de una
viñeta con un mapa, que seguramente me harían copiar cuando era crío en la
escuela. Representa el sobrecogedor engaño, sobre la materialidad territorial
del Estado, un camelo atroz del que éramos víctimas en la época. ¿Qué cuál es ese
engaño? Hombre, pues que los escolares que atendíamos al maestro, creíamos que
los territorios de África marcados en negro estaban habitados por unos paisanos
nuestros, como los manchegos, digamos, aunque ¿qué importarán ahora semejantes
errores? ¿No vivimos en un mundo global? ¿O éste es el engaño para la actual
generación de escolares?
No hay comentarios:
Publicar un comentario