En ocasiones, la obligación profesional me
ha otorgado al arduo encargo de promover la lectura en niños o preadolescentes,
generalmente muy reacios a dejarse absorber por un entretenimiento tan obsoleto,
carente de multimedia y poco interactivo. Ello me ha llevado a leer centenares
de títulos orientados, con mayor o menor fortuna, a público tan díscolo.
Este que comento hoy, “Las Montañas
Blancas”, de John Christopher, señaliza uno de mis más íntimos fracasos, para
mí lo tiene todo: aventura, intriga, fantasía, contenido social, unos marcianos
muy malos… Y, sin embargo, apenas conseguí convencer a nadie que tuviera entre
diez y catorce años, de que su lectura iba a proporcionarle cuatro o cinco
horas de arrebatadora y fértil evasión, algo que yo creía inevitable y
garantizado: por eso lo traigo aquí hoy. Me doy cuenta, no obstante, de que
tiene un “hándicap” decisivo y es que no ha sido recogido en una película, o
una serie de éxito masivo. Tal vez cuando acaben la saga de “Los Juegos del
Hambre”, se fijen en ésta, vaya usted a saber, aunque yo no esperaría tanto
para disfrutarlo, por eso pongo un enlace al libro al final de la entrada, para
los que les haya picado la curiosidad.
Himphame lector |
John Christopher es el seudónimo de Samuel
Youd (1922-2012) que escribió muchos relatos cortos de ciencia ficción y de
fantasía, orientados al público en general, o al público juvenil, como en este
caso particular. Y he hablado de saga, porque “Las Montañas Blancas” es la
primera parte de una trilogía, conocida en este país como “La Trilogía de los
Trípodes”, le siguen “La Ciudad de Oro y de Plomo” y “El Estanque de Fuego” que
cierra el ciclo narrativo. Los tres fueron publicados aquí en la colección
Biblioteca Juvenil de Alfaguara y, siendo interesantes todos, ya te avanzo que
el primero es el que tiene, a mi entender, más chicha, más vidilla, más
enjundia, aunque claro, te deja la historia sin acabar, resuelta sólo en una
primera etapa.
El autor, John Christopher |
La cosa da comienzo como un relato de
Mark Twain, trasladado a una Inglaterra tradicional, pero enseguida se
convierte en una historia de ciencia ficción retrofuturista. La fantástica
ambientación en una sociedad del mañana, de corte arcaico y casi feudal, se va
explicando gradualmente como fruto de la intervención de unos invasores
extraterrestres, que cercenaron el progreso de la humanidad, a la que controlan
por unos medios que no dudaría yo en calificar de psicológicos.
A los catorce años, los muchachos y
muchachas de esa sociedad son protagonistas de la “ceremonia de la placa”:
acude un gigantesco Trípode que, con un tentáculo metálico iza, uno a uno, a
los futuros adultos a su cabina, donde se les inserta en el cráneo una placa. El resultado de
este implante consiste en inducir en sus portadores una docilidad manifiesta en
beneficio del dominio de estos conquistadores espaciales. La gente con placa
pierde curiosidad, no se hace preguntas, acepta la vida que le ha tocado
conocer sin más y, curiosamente, los Trípodes apenas parecen interferir en esta
vida aldeana detenida, sin historia y ¿por qué no? apacible.
La portada |
El protagonista del relato, Will, es un
muchacho al que, durante la próxima temporada, le van a insertar la placa, esa
que induce respeto y reverencia a los Trípodes. No obstante, Will se hace
muchas preguntas acerca de su existencia y acerca de los gigantescos Amos… Un día conoce a
Ozymandias, un vagabundo. Los vagabundos son aquellos en los que la inserción
de la placa no ha ido bien y tienen la mente un tanto trastornada, pero este
Ozymandias es un vagabundo peculiar y, a través de él, Will capta que hay algún
otro tipo de vida fuera del alcance de los Trípodes. Aquí la historia se va a
transformar en una breve “novela de viaje”, una búsqueda de Ítaca en la que el carácter
impaciente, impulsivo, inquieto, voluble y algo temerario de Will le traerá
disgustos, aventuras, amigos y acción más o menos trepidante… Sinceramente, no
comprendo por qué no han visto el momento de convertirla en una película de
éxito: Spielberg, ¡despierta!
Si lo tuyo es pasar un buen rato con una
lectura amena y no has perdido la pista del muchacho que una vez fuiste,
deberías echar un vistazo a este libro… Claro que, no puedo dejar de recordar
el hecho de que, a mis alumnos, no les entusiasmaba. (?) Lee y juzga:
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