domingo, 4 de octubre de 2015

Las Montañas Blancas - John Christopher

En ocasiones, la obligación profesional me ha otorgado al arduo encargo de promover la lectura en niños o preadolescentes, generalmente muy reacios a dejarse absorber por un entretenimiento tan obsoleto, carente de multimedia y poco interactivo. Ello me ha llevado a leer centenares de títulos orientados, con mayor o menor fortuna, a público tan díscolo.

Este que comento hoy, “Las Montañas Blancas”, de John Christopher, señaliza uno de mis más íntimos fracasos, para mí lo tiene todo: aventura, intriga, fantasía, contenido social, unos marcianos muy malos… Y, sin embargo, apenas conseguí convencer a nadie que tuviera entre diez y catorce años, de que su lectura iba a proporcionarle cuatro o cinco horas de arrebatadora y fértil evasión, algo que yo creía inevitable y garantizado: por eso lo traigo aquí hoy. Me doy cuenta, no obstante, de que tiene un “hándicap” decisivo y es que no ha sido recogido en una película, o una serie de éxito masivo. Tal vez cuando acaben la saga de “Los Juegos del Hambre”, se fijen en ésta, vaya usted a saber, aunque yo no esperaría tanto para disfrutarlo, por eso pongo un enlace al libro al final de la entrada, para los que les haya picado la curiosidad.
Himphame lector

John Christopher es el seudónimo de Samuel Youd (1922-2012) que escribió muchos relatos cortos de ciencia ficción y de fantasía, orientados al público en general, o al público juvenil, como en este caso particular. Y he hablado de saga, porque “Las Montañas Blancas” es la primera parte de una trilogía, conocida en este país como “La Trilogía de los Trípodes”, le siguen “La Ciudad de Oro y de Plomo” y “El Estanque de Fuego” que cierra el ciclo narrativo. Los tres fueron publicados aquí en la colección Biblioteca Juvenil de Alfaguara y, siendo interesantes todos, ya te avanzo que el primero es el que tiene, a mi entender, más chicha, más vidilla, más enjundia, aunque claro, te deja la historia sin acabar, resuelta sólo en una primera etapa.
El autor, John Christopher

La cosa da comienzo como un relato de Mark Twain, trasladado a una Inglaterra tradicional, pero enseguida se convierte en una historia de ciencia ficción retrofuturista. La fantástica ambientación en una sociedad del mañana, de corte arcaico y casi feudal, se va explicando gradualmente como fruto de la intervención de unos invasores extraterrestres, que cercenaron el progreso de la humanidad, a la que controlan por unos medios que no dudaría yo en calificar de psicológicos.

A los catorce años, los muchachos y muchachas de esa sociedad son protagonistas de la “ceremonia de la placa”: acude un gigantesco Trípode que, con un tentáculo metálico iza, uno a uno, a los futuros adultos a su cabina, donde se les inserta en el cráneo una placa. El resultado de este implante consiste en inducir en sus portadores una docilidad manifiesta en beneficio del dominio de estos conquistadores espaciales. La gente con placa pierde curiosidad, no se hace preguntas, acepta la vida que le ha tocado conocer sin más y, curiosamente, los Trípodes apenas parecen interferir en esta vida aldeana detenida, sin historia y ¿por qué no? apacible.
La portada

El protagonista del relato, Will, es un muchacho al que, durante la próxima temporada, le van a insertar la placa, esa que induce respeto y reverencia a los Trípodes. No obstante, Will se hace muchas preguntas acerca de su existencia y acerca de los gigantescos Amos… Un día conoce a Ozymandias, un vagabundo. Los vagabundos son aquellos en los que la inserción de la placa no ha ido bien y tienen la mente un tanto trastornada, pero este Ozymandias es un vagabundo peculiar y, a través de él, Will capta que hay algún otro tipo de vida fuera del alcance de los Trípodes. Aquí la historia se va a transformar en una breve “novela de viaje”, una búsqueda de Ítaca en la que el carácter impaciente, impulsivo, inquieto, voluble y algo temerario de Will le traerá disgustos, aventuras, amigos y acción más o menos trepidante… Sinceramente, no comprendo por qué no han visto el momento de convertirla en una película de éxito: Spielberg, ¡despierta!

Si lo tuyo es pasar un buen rato con una lectura amena y no has perdido la pista del muchacho que una vez fuiste, deberías echar un vistazo a este libro… Claro que, no puedo dejar de recordar el hecho de que, a mis alumnos, no les entusiasmaba. (?) Lee y juzga:
  

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