miércoles, 8 de mayo de 2013

Da el Paso, Anda. Caminar Trae Suerte

Un aderezo natural
Como peatón a tiempo completo (no conduzco), me conmueve la campaña institucional de la Dirección General De Tráfico, con su espléndido eslogan: “Da el paso, anda”, que debe haberse cobrado las neuronas de más de un lúcido asesor publicitario. No es que piense que las campañas publicitarias sirvan para nada, lo mismo podían haber dicho: “Coma mierda, tiene mucha fibra”, pero es algo.

El campo se llena de lujuria
Aunque caminar por mi pueblo, requiere un heroísmo que difícilmente se adquirirá con las buenas intenciones de los chicos de Tráfico. La frase “Yo, sin el coche, es que no sé dar un paso”, es una muletilla mayoritaria aquí y, hay cruces, donde los vehículos te pueden venir hasta caídos desde arriba, desde las autovías del espacio interestelar. Para hacer más fluida la circulación, han desactivado los semáforos de peatones y han construido una nutrida colección de rotondas que, a los que vamos a golpe de calcetín, nos inducen a inciertos rodeos y a peligrosas travesías, aunque sólo vayamos a la farmacia de al lado. Yo diría que el ochenta por ciento de los conductores respetan los pasos de peatones y hasta se detienen de mala gana si es necesario, pero ese uno de cada cinco que pasa creyendo que está dando vueltas en el circuito de Alcañiz, te puede amargar el garbeo. Tráfico no parece haber dado el paso para hacer que el Farruquito de turno respete la preferencia de los peatones, si es que tienen alguna en alguna parte, y opta por la más darwiniana supervivencia del más fuerte, además estamos en una democracia y los conductores son mayoría y al que no le guste, que se joda.
Flores diminutas y modestas
Así que dejo de quejarme y sustituyo el paseo urbano por una vueltecita diaria por el campo. Allí los sustos son menores. Un labriego pasa con su furgoneta Renault a toda pastilla, levantando remolinos y nubes de polvo y rociándote las pantorrillas de piedrecitas; me pregunto si su alfalfa no puede esperarle. Un indeseable ha soltado un perro que no controla y te ladra agresivamente (el perro), “no hace nada”, te dice (el indeseable), mientras te huele el culo (el perro). El que petardea con la moto de cross a todo trapo, hoy no ha salido porque, gracias a la crisis, no tiene dinero para carburante.

La avispa y la hormiguita mojarán su cama esta noche
Hoy es mi día de suerte, porque las márgenes del camino están llenas de dientes de león con las semillas listas para soltarse y volar al viento. El diente de león es una modestísima flor de un amarillo muy vivaz. En mi pueblo las llaman pichacamas porque, si arrancas una, del tallo hueco sale una savia lechosa y, si la tocas, indefectiblemente esa noche te orinas mientras duermes. Por la misma razón, en Francia lo llaman "pissenlit" que, con el mismo infamante significado, queda más fino, aunque para mí, el nombre más bonito lo tiene en inglés: “dandelion” (léase dandilaion, poniendo la boca como si albergara una castaña). Pese a du descrédito popular, con las hojas se puede hacer una ensalada depurativa y saludable para casi todos los órganos del organismo. Lo que yo ignoraba, durante mi paseo fotográfico, es que de las flores se puede obtener ¡vino! La deliciosa novela de Ray Bradbury, “Dandelion wine”, que aquí se tradujo como “El vino del estío”, se refiere a tal bebida que, por cierto, no he probado.

Un mar de malas hierbas
Al secarse la flor, da paso a unas semillas agrupadas en unas esferas tenues de un color blanco apagado. Arrancas un tallo, cierras los ojos, piensas un deseo y soplas. Si todas las semillas han volado, ese deseo se cumplirá. Pido, primero, el pleno empleo y, cuando abro los ojos, la mitad de la pelusa blanca no ha volado. A la segunda, me conformo con pedir que te gusten estas fotos de flores que he colgado en el blog, pero no te diré si han volado todas las semillas o no. 
 
Pide un deseo y sopla
 
 
 

1 comentario:

  1. buuUFfffff...traeme suerte y no desgracias (suerte, como los tres últimos discos de Elbow)

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