Hoy
me acuerdo de que tengo muy abandonadas a mis queridas Matemáticas en este
códice que día a día voy escribiendo para dejar testimonio de yo qué sé qué. Me
decido pues a desempolvar un par de trucos de cuando aún era enseñante de esta
maltratada disciplina, en algún aula felizmente olvidada por los que en ella
fueron martirizados con estos esotéricos saberes.
Si lo encuentras gracioso, quizá no tengas muchos amigos |
Comenzaré
por dar las soluciones a los dos enigmas de la entrada anterior (de fecha 3 de
abril de 2013).
En
primer lugar, el valor de las letras para que la suma sea correcta, es G = 1, O
= 0, T = 3, A = 5 y U = 7, como puede fácilmente comprobarse. No hay otra
posibilidad, si deseamos atribuir a cada letra una cifra distinta.
En
segundo lugar, el cubo (macizo) más pequeño posible, con ladrillos de 15 x 5 x
2, mide 30 x 30 x 30 y requiere el uso de 2 x 6 x15 = 180 ladrillos, puesto que
m.c.m. (15, 5, 2) = 30. Creo que no exagero si estimo que, como máximo, uno de
cada tres estudiantes de nuestra secundaria resolverían este problema. No
obstante no se hacen este tipo de pruebas (por si acaso).
Hoy
va de números y operaciones elementales. Le dices a un niño piénsate un número
de tres cifras que no sea capicúa y escríbelo en un papel.
Supongamos
que comprende y piensa en el 317.
Invierte
el orden de sus cifras, le pedimos. Así obtiene el 713.
Vale,
resta del mayor el más pequeño. Esto le dará 713 – 317 = 396.
Bien,
ahora le pedimos que este resultado lo sume al número formado por sus cifras
invertidas. Si no se le acaba la paciencia hará 396 + 639…, pero nosotros ya
sabremos el resultado: 1089, ¿cómo?
Elija
el número que elija, siempre da 1089.
¿Y si escoge un número terminado en cero? La cosa no cambia, si procede
correctamente. Veamos: 590, al revés 095, o sea 95. Restamos 590 – 95 = 495. Y
ahora 495 + 594 = 1089.
Visto
lo cual, ahí va un encargo de veras difícil: saber por qué sucede esto. Es decir, para cualquier número de tres
cifras “abc”, en el que “a” y “c” son dígitos diferentes, demostrar, mediante
operaciones de álgebra elemental, que siempre se cumple que, tras la resta y la
suma antes detalladas, el resultado es 1089, sin importar los valores de a, b y
c. Si un muchacho (o una muchacha) de tercero o cuarto de secundaria sabe hacer
esto, prometo no cantar nunca más la canción “Cada curso baja un poco más el
nivel” (como en las danzas hawaianas).
Para
terminar, voy a presentar un número curioso y “mágico”: el 111.111, que es
igual a 1001 X 111, pero también a 3 x 37.037. Por esta razón 6 x 37.037 =
222.222 y siguiendo, 9 x 37.037 = 333.333. Ahora le pedía a los chicos de 1º de ESO que, sin
hacer la multiplicación (y sin calculadora), me diera el resultado de 12 x
37.037, de 15 x 37.037, o de 27 x 37.037 y me miraban como si el abuso de
estimulantes con alcohol me hubiera llevado al borde del delirio. Menos mal que
la Hermione de turno siempre levantaba la mano.
Para
niños más pequeños, se puede comenzar por 3 x 37 = 111.
Otro
encargo difícil, (más que algunos sudokus): sin tener en cuenta el orden, hay 16
multiplicaciones de dos números que dan 111.111.
Te
pongo la más fácil: 111.111 x 1 = 1 x 111.111 = 111.111. Más arriba hay dos
más. Así que ya sólo faltan 13. Mal número.
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