sábado, 4 de mayo de 2013

Nicholas Kaldor Y El Borrador De La Renta

No he mencionado anteriormente que cursé una licenciatura en Ciencias Económicas, por un lado porque no me ha servido para nada práctico, desde que terminé los estudios y, por otro lado, porque todo lo que recuerdo de la treintena de asignaturas que aprobé (con esfuerzo), podría escribirlo hoy en un papel de fumar (con una cara, me sobraría). Tengo que agregar que no deploro haber entregado mi tiempo a tales pasatiempos intelectuales que, amén de entretenidos, ilustran, por ejemplo, lo ladinos que son los políticos y lo crédulos que somos los ciudadanos, hasta extremos cómicos.

Las ofertas políticas detallan, en bonitos programas multicolores, qué van a hacer cuando el voto de los incautos electores les aúpe al poder. Estas declaraciones de intenciones no significan absolutamente nada. Si les quedara un atisbo de honradez, podrían ahorrárselas en bloque. En cambio, hurtan sistemáticamente la cuestión del cómo lo llevarían a cabo, que es la crucial.
Se llama financiación, es decir, en qué gastarían qué cantidad de ingresos obtenidos de quiénes. En el mejor de los casos un político es un señor que gasta las partes que se han detraído de los ingresos de los ciudadanos (impuestos) en determinadas prestaciones de interés general (servicios), o sea, un gestor. En el peor de los casos, no digo lo que es, porque se dan demasiados casos ejemplares y esta entrada ocuparía dos gigas. Lo más frecuente es chorizo con veleidades autoritarias y de falso mago, pero hay de todo.
Esto que he dicho es de primero, pero sorprende la cantidad de gente que, o no lo sabe, o no lo tiene en cuenta. Me dan ganas de fundar un partido político en cuyo programa de gobierno cada español tenga derecho a un Audi A4, un yate en un puerto deportivo y un dúplex en La Moraleja, amén de una segunda vivienda en Castro-Urdiales, para estar fresquito; que el paro, a partir de mañana, se llamará ocio y que sólo tendrán que trabajar los ricos, que están todos más descansados.
El color del dinero
Esta voluble perorata, me ha venido a cuento de tener, como todo hijo de vecino, que presentar la Declaración de la Renta, cuyo funesto procedimiento de obtención del borrador, parece obra de gente empeñada en que no se declaren ingresos, para cuñados del señor Bárcenas o potentados que no tienen que someterse a vejaciones informáticas, porque sus fincas y empresas las gestiona un evasor altamente cualificado.
Me explico: entras en la página de la Agencia Tributaria, pones tus datos, buscas la declaración del ejercicio anterior, rogando que no se haya traspapelado, te dejas los ojos buscando la casilla 620, intentas no equivocarte transcribiendo la cantidad, accedes… más datos, se te pide que escribas dos veces, sin mirar, un número de teléfono móvil, al que cualquier día que sea múltiplo de “pi”, te mandarán una referencia que te servirá como contraseña para poder consultar o modificar el borrador. Y ya has llegado a la casilla de salida. Franz Kafka debe estar partiéndose de risa en el infierno… Sinceramente no me creo que muchos compatriotas sean capaces de lidiar con esto sin ayuda. Si el objetivo era dotarnos de un sistema fiscal lo menos transparente posible, se ha cumplido con creces.
Toma el dinero y corre
Me viene a la mente un profesor de Cambridge, experto en Crecimiento Económico y Políticas Fiscales, un tal Nicholas Kaldor, que fue solicitado por algunas potencias emergentes, entre ellas la India, para elaborar unas directrices en materia de tributación. El estudio sobre el terreno de nuestro hombre, dio como resultado el consejo de que se gravara solamente el gasto. Un impuesto sobre el pan, el arroz, los vestidos y los enseres… Parece poco progresista, pues pensamos que ha de tributar más el que más tiene y un impuesto del estilo de nuestro IVA no es progresivo. La respuesta del socialdemócrata Kaldor fue tajante: es el único tributo que pagará todo el mundo. La bienintencionada y redistributiva tributación directa, en un país falto de transparencia y adornado por los más variopintos e intrincados privilegios (los brahmanes tenían algo parecido al Concierto Vasco), lo que ocurriría sería que solo se recaudaría de los pobres, porque los ricos ya se buscarían las más alambicadas triquiñuelas para no poner ni una rupia, que para eso tienen asesores cualificados. ¿Y qué decir de España? ClaaAaro, pensamos que no es como la India, pero aún se parece menos a algunos países del norte de Europa, donde yo hubiera podido saber lo que ha tributado cualquier hijo de vecino, consultándolo en una lista. ¡Ah, eso tampoco es! Pues entonces, ¿qué queremos?
Dinero sucio
Recupero algunos datos parciales pero esclarecedores: en la primera mitad de los ochenta (fuente El País) los asalariados declaraban en promedio 1’6 millones de pesetas de renta anual, los empresarios y autónomos 1’1 y los propietarios agrícolas 0’9. Si eso se le coló a la Administración sin que a nadie se le escapara la risa tonta, pues vale, está claro que sólo tributan las rentas más bajas. Mi casero y dentista se jactaba en Barcelona de que el elevado alquiler que me cobraba era para él un ingreso neto y cuando, de regreso, algunos años después, me fui a comprar un piso, me pidieron abiertamente una parte en negro. Por aquella época la prensa anunciaba, en esas páginas amarillas de economía que no lee nadie, que el conjunto de las rentas del capital había superado al global de las rentas del trabajo “por primera vez en nuestra historia” (?). Sin comentarios. Si logran resucitar a Kaldor y lo traen aquí para que nos asesore, igual propone un IVA del 40 % y suprimir los demás impuestos, particularmente el IRPF. Así nos veríamos libres de la tortura de pedir el borrador en una página web que, si estuviera en coreano, no sería menos clara. 
Imágenes Originales 1920x1080 (Fondo de pantalla HDMI)



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