Hace algunas decenas de años, el Tour de
Francia acompasaba las tres primeras semanas de Julio, era el acontecimiento
inaugural del verano: presidía nuestras siestas, animaba nuestras discusiones y
tenía una omnipresencia en los medios, tranquilizadora y relajante, pero a la
vez emocionante e intensa. Era como un paréntesis: los demás acontecimientos
quedaban en suspenso. Este peso tan destacado, lo recoge magistralmente Eduardo
Mendoza en una de sus novelas: “Al manicomio sólo llegaban números sueltos e
indefectiblemente atrasados de algunos diarios, y aun éstos eran objeto de
pillaje, trifulca y altercado, porque nada despertaba tanto interés, entusiasmo
y agresividad entre los internos como las noticias y comentarios sobre el Tour
de Francia, que todos se empeñaban en suponer perpetuo y no, como en rigor es,
limitado a unas pocas semanas de julio, de resultas de lo cual el contenido
íntegro del periódico era interpretado como alusivo al Tour de Francia y de ello
se seguían, como es obligado cuando prevalece la obcecación sobre la cordura,
vivas discusiones hermenéuticas, agresiones de palabra y obra y a la postre la
decidida intervención de nuestros cuidadores y sus cimbreantes estacas. Y allí
era entonces el salir todos en pelotón, pedaleando sin bicicleta, quién a la
manera de Alex Zulle, quién a la de Indurain, quién, más modestamente, a la de
Blijevens o a la de Bertoletti, y quién, por razón de su edad, a la de Martín
Bahamontes o a la de Louison Bobet. Y ésta no es forma de leer el periódico con
aprovechamiento.” Antológico, ¿verdad?
Tour de Francia 1920, ¿un cigarrito? |
El ciclismo ya no es lo que era. Pocas
semanas después de acabar el Tour y pocas semanas antes de comenzar la Vuelta a
España, reflexiono amargamente acerca del interés popular por estas pruebas: se
ha evaporado. Ha pasado del infinito al cero. Del entusiasmo a la más absoluta
indiferencia. En el ámbito de lo deportivo, me tendría que esforzar para
recordar una desgracia que, personalmente, me cause más tristeza. La temporada
pasada, los medios catalanes ni siquiera cubrieron la Vuelta a España ¡Y eso
que pasaba por Barcelona! Han criminalizado y marginado a los más grandes ciclistas,
los que mandan sabrán por qué motivo. Las sustancias dopantes… me reiría si no
se me fueran a soltar los puntos: en las canchas de la NBA se recauchuta a los
gigantes del básquet, convirtiéndolos en superhombres y nadie pone un pero: son
profesionales, son gladiadores… Un conocido futbolista da positivo… y juega
toda la temporada. La sospecha, el mero indicio, bastan para desposeer a un
ciclista de la victoria en el Tour. Habrá que esperar ¿veinte años? para saber
quién ha ganado este último Tour. Amstrong ha confesado, luego todos son
culpables. No puedes ni creer a tus propios ojos: yo vi cómo ganaba siete Tours
de Francia. Siete veces fue el más grande con trampas y sin trampas y si no que
prueben aquellos que, al final, consiguieron despellejarlo, a ponerse todo lo
que quieran y veremos cuántos Tours ganan. Incluyo en este homenaje a Pantani,
a Virenque, al Chava Jiménez, a Heras y… a todos los que aún no han pillado,
pero les guardan la orina para cuidar de su salud, porque lo primero es la
salud de los deportistas… Aunque esto es otra falacia, porque nadie habla de
prohibir la Fórmula 1, quizá sea que la salud de Ayrton Senna ya no peligra.
Tampoco es que yo sea partidario de que
todos corran hasta las cejas, solo quería rendir un molesto (perdón, modesto)
tributo a este vilipendiado deporte en trance de extinción y confesar, de paso,
que me hubiera gustado soñar en componer el tema musical de alguna de las tres
grandes pruebas: en lugar de una melodía animada y rítmica al uso (recuerdo a
mis admirados Kraftwerk de “Tour de France”), ensayaría una de corte más épico
y solemne, para expresar un esfuerzo continuado y sostenido al límite. He hecho
una prueba rápida y la he llamado “Al Primer Toque”. Si colara, aunque fuera en
un critérium de pueblo, estoy dispuesto a renunciar a cualquier derecho de
autor.
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