sábado, 31 de agosto de 2013

Fiesta Mora En Mora De Rubielos

Hace algo más de once años estuvimos veraneando, durante un par de semanas, en este hermoso y casi apacible rincón de las sierras meridionales de Teruel. A mí me sorprendió encontrar una nutrida afluencia turística, aunque el hecho tiene una explicación sencilla, al tratarse de una agradable zona de montaña, con cierta proximidad a los núcleos más populosos de la Comunidad Valenciana.
 
Intuyo que, por cercanía y afinidad al vecino País Valencià, había arraigado una Fiesta de Moros y Cristianos de la que dan testimonio estas fotografías. Entonces tenía yo mi primera cámara digital, una HP Photosmart 618, de 2 megapixels, que había comprado poco más de un año antes. Hoy es una poco venerable antigualla aunque, en aquellos tiempos no tan remotos, no muchos daban todavía un duro por el porvenir de la fotografía digital (¡y, como quien dice, era ayer mismo!) No parecía que aquella tecnología, cara y de resultados más bien modestos, fuera a conquistar al público profesional y amateur en tan breve lapso de tiempo; pero así fue y los rollos de película se apilaron, con los discos de vinilo y las cintas de vídeo, en los trasteros y desvanes de la nostalgia.

 
Las fiestas de Moros y Cristianos son muy fotogénicas (y muy musicales). Había tenido nulas ocasiones de verlas y éstas las presencié con mucho agrado. Numerosos participantes desfilaban ataviados, formando bloques de un inimaginable brillo y colorido, con unas galas espléndidas, y la pompa y alegría de aquél gentío era un regalo para los sentidos. Me acordé de una película muy festiva de Carles Mira, titulada “Que nos quiten lo bailao” que, algunos años atrás, había pasado injustamente desapercibida por nuestros cines y hoy es una rareza casi extraviada.

Unos, todavía escasos, inmigrantes magrebíes contemplaban el desfile con aspecto impasible, pero imaginé que debían estar algo atónitos, o quizá perplejos.
 
 
 

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