jueves, 8 de mayo de 2014

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 25

15.                        JACA LA NUIT

El parroquiano se inclina sobre la barra de “El Arcángel”, exige de Serafín otro chato de blanco a crédito y, fogueándolo con su aliento vinoso mientras le coge con dos dedos la punta izquierda del cuello de la camisa, le espeta sin pausas:

 - Aprovechando que dios descuida tan palmariamente su huerto, el diablo llena los corazones humanos de codicia, de estupidez y de orgullo hasta los límites que aquí se delatan. Este es un consuelo que los ateos nunca tendrán: el de poder culpar a la providencia del nefasto desgarro que produce la observación de lo fáciles de abrazar que son los vicios y lo áspero y difícil que es el camino de la virtud. Hay una confesión nueva, eclosionando en este poblacho en el que tuve la mala ocurrencia de instalarme: se autodenominan Testigos de Jehová y consagran sus estériles esfuerzos a un infatigable apostolado. La mayoría de mis convecinos les dan con la puerta en las narices. Yo los escucho con cortesía y, cuando han acabado de largar su pintoresco rollo sobre las intenciones del jefazo de su religión, les digo: “no creo ya en la mía, que es la verdadera, conque para andar prestando atención a estas paparruchas absurdas.

Serafín tapa pausadamente la botella del blanco peleón del que se surte, a granel y a buen precio, en bodegas Langa y encara con displicencia al beodo charlatán. Está acostumbrado a las peroratas que los borrachines le endosan como estrategia para retrasar el cierre del bar.

 - Amigo, qué digo amigo, hermano en la fe de Cristo: Luzbel y no otro es el ser malévolo que obnubila tu espíritu. Pero hasta el propio Ángel Caído es una criatura de Dios y una pieza clave en sus Designios. Además el Señor nos ha dado un arma infalible para derrotar al Maligno: el amor. Hasta el propio Diablo retrocede acobardado ante el amor y un día no muy lejano, pedirá la Paz y el Perdón, para él y para su desgraciado rebaño de réprobos. En este local escucharás muchas canciones que hablan del Amor como arma definitiva de Dios para reconquistar las almas descarriadas, los corazones entumecidos y los entendimientos ofuscados por la Prisa y el Provecho, los dos esbirros más eficaces de Satán. Todo lo que necesitas es amor. Y dieciséis cincuenta para pagarme los chatos de vino.

 - Cárgalos a mi cuenta, joder, no seas desconfiado: Emeterio Gómez Suela siempre acaba pagando lo que debe a todos los mercaderes judíos que regentáis los tascucios de este apestoso villorrio.

 
Se rascó el cogote con sus uñazas de bordes renegridos y prosiguió:

 - Además me he enterado de que mi chaval, el pequeño, y otros menores de edad amigos suyos, vienen aquí todas las tardes y tú les dispensas bebidas alcohólicas. Esto de andar intoxicando a los niños no es para tomárselo a cachondeo. Si yo tuviera la desagradecida ocurrencia de denunciarte, se te iba a caer el pelo. El sobrinito beato del señor obispo corrompiendo a la juventud de Jaca y quién sabe si endrogándolos, que ahora corre mucha grifa, que la traen de Ceuta y de sitios así algunos chusqueros que llegan destinados a este lugarejo putrefacto. De modo que ya sabes, o convidas un poco, que todos somos hermanos, pero no primos, o te cierran el bar apenas me ponga yo a cantar en el portal del cuartelillo de la Guardia Civil, que el sargento es muy afecto de un menda y podría hacer que te cagaras por la pata abajo. ¡Y quita de una puta vez esa música de locos, que aquí hay que hablar a gritos!

Precisamente fueron los gritos de Emeterio los que llamaron la atención de la pareja que estaba de ronda por la calle Gil Berges. Asomaron la cabeza y dijeron al unísono: “Venga, Emeterio, sircule, que es ya la hora de que el señor Serafín eche el candau”.

 - De acuerdo, si es por orden gubernativa, me voy pero, lo dicho, Serafín, mucho ojito.

 - De modo, hermano Emeterio que, no sólo no me pagas, sino que incluso te permites  amenazarme en presencia de los dignísimos miembros de la Benemérita aquí presentes: eres un caso sin remedio, una auténtica oveja descarriada…

de jacaenlamemoria.blogspot.com
Emeterio, que ya había trastabillado hasta el umbral de “El Arcángel”, se encaró a los números, a quienes ya conocía y les increpó, sin dirigirse a ninguno en particular:

 - Es mi deber poner en conocimiento de las excelentísimas fuerzas del orden aquí presentes, que en este tugurio se les sirven bebidas espirituosas a menores de edad, extremo que solicito que las autoridades gubernativas investiguen y confirmen, procediendo, en cuanto estos hechos se certifiquen, a cerrar este antro de vicio y de relajación de las costumbres que, encima lo vuelve tarumba a uno con esta música, con la que las tribus caníbales animan sus festines más abyectos.

El más cetrino de la pareja de números lo atajó:

 - Venga Emeterio, que esta noche no necesitamos soplones, váyase a dormir con su familia que, a estas horas, estarán preocupados por su paradero.

Emeterio siguió trastabillando y rezongando, calle Gil Berges adelante:

 - Confío en que cuando el Caudillo tenga conocimiento de estos hechos, mediante el telegrama que ahora mismo le voy a enviar por correo certificado, no estará muy contento con ustedes. No dudo de que serán objeto de un consejo de guerra por colaborar con su lenidad en el horroroso delito de debilitar y corromper a la juventud…

Pero ya nadie le escuchaba. Los Guardias Civiles se habían introducido en el bar de Serafín.

 - Qué pena de hombre – dijo éste, - con la mujer tan trabajadora y los hijos tan majos que tiene, y su suegro: su suegro es un hombre muy respetado aquí en Jaca, pero Emeterio no ha sentado cabeza. No ha sentado cabeza y acabará mal. ¿Saben si sigue ocupado en lo de repartir paquetes con el carrito de mano ese que arrastraba?

 - No señor, anoche encontramos el vehículo abandonado en el río Gas.

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 - Qué pena – repitió Serafín, - déjenme que les sirva dos copitas de aguardiente y no me vengan con que están de servicio, ni zarandajas de esas, tómenselas tranquilamente mientras recojo para echar el cierre, paga la casa, es una Obra de Misericordia: dar de beber al sediento.

 - Con mucho gusto y le estamos muy agradecidos. Esto de las obras de misericordia es muy juicioso, diga usté que sí: “enterrar al que no sabe”, “dar de comer al desnudo” y “sufrir con paciencia a los vivos y difuntos”… Yo sólo le rogaría que baje esa música, para evitar que, a estas horas, se queje el vecindario de que están capando a un gato con mucha crueldaz.

Serafín bajo el volumen y el otro número apuntó:

 - Además no sé cómo puede usted soportar los chillidos de esos asquerosos maricones melenudos… Dicen que al Caudillo le ponen enfermo y no me extraña. ¿No tiene alguna canción que se entienda, cantada con un estilo y una sensibilidaz más nuestros?

 - Lo siento jefe, es todo moderno – repuso Serafín. – Veré si hay algo que les pueda complacer sus gustos más clásicos de ustedes.

A las cinco y cuarto de la mañana salieron los uniformados a la calle, después de una alegre sesión en la que habían coreado varias veces, a coro con Luis Aguilé, “Cuando Salí de Cuba”, “Juanita Banana” y otros éxitos internacionales, hasta quedarse medio roncos. Aún se fueron calle abajo balanceando sus pasos acompasados y tarareando :

“Estaba el orangután
meciéndose en una rama,
y pasó la orangutana,
comiéndose una banana.
El orangután y la orangutana.”

Uno de ellos se había dejado olvidado el tricornio en la barra de “El Arcángel” y pasó varios días arrestado. El propio bar fue objeto del cierre gubernativo por espacio de un mes. Todo esto nos lo contó Jezú, mudo testigo desde el váter, donde se había encerrado porque estaba indispuesto.
 

1 comentario:

  1. Me he divertido mucho con esta entrega... Desde luego, hay que reconocer que la historia va creciendo en todas las direcciones. Te animo a seguir, y a que publiques más a menudo... Pero, claro..., ya sabemos lo que cuesta escribir... Sin embargo... ¡Adelante!

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