No recuerdo dónde leí que un factor
agravante en las tendencias centrífugas, siempre latentes en el Reino de
España, es ocasionado por el hecho de hallarse en el territorio de este viejo
Estado dos núcleos de talla demográfica similar: Madrid y Barcelona. Esta
situación, que no parece darse en la misma medida en Francia o en Inglaterra,
donde Paris o Londres carecen de un contrapeso equivalente, volvemos a
encontrarla, por ejemplo en Italia, donde Roma y Milán parecen enzarzadas en un
pleito político con algunas notables similitudes al que, entre nosotros, parece
ahora mismo abocado a la putrefacción.
Removal's Pond |
El alineamiento de posturas en los
frentes políticos que castigan nuestro enfermo solar patrio es notorio: las
izquierdas son periféricas y, en cuanto a la organización estatal, se declaran,
como mínimo, federales. Las derechas son centralistas y, en cuanto les ha sido
posible, han montado mecanismos estatales de carácter unitario. Tras unos años
de relativo apaciguamiento, en los últimos tiempos se ha vuelto al encono
históricamente imperante. Al parecer, durante la transición política, entre
muchas otras oportunidades, se perdió la de hacer un reparto equilibrado de las
instituciones del poder estatal entre Madrid y Barcelona: al quedarse todas en
Madrid, se invitaba al otro gran centro demográfico a sentirse desvinculado de
la empresa colectiva y, por consiguiente, se le daba la oportunidad o la
alternativa de montar su propio cortijo, como así ha sido: en vez de la
co-dirección común, la dirección particular y propia.
Saint Geronimo's Career |
Una de las más divertidas obsesiones
recientes, en las fuerzas que aquí se autodenominan progresistas, es proclamar a
los cuatro vientos la decadencia galopante de la ciudad de Madrid. Si uno
atiende exclusivamente a los medios de comunicación afines a estas tendencias,
imaginará sin duda que Madrid es una metrópoli dejada, sucia, desasistida y
culturalmente muerta. Una especie de fracaso colectivo que, en las últimas
ocasiones, se ha visto desestimado como sede de los Juegos Olímpicos, debido a
su desastrosa gestión, a su paupérrima oferta en todos los frentes y al
evidente marasmo en el que está sumida la villa y corte. Tiene menos turismo
que Barcelona, carece de su iniciativa empresarial y su presencia no pasa de
ser la de ese tumor mesetario que siempre sospechamos que se desarrollaba en el
destartalado centro geográfico de ninguna parte.
Country House |
Nada de eso advirtieron mis (débiles)
ojos de visitante hace dos semanas cuando tuve la ocasión de hacer unos días de
turismo por una ciudad abarrotada, llena de una Babel de forasteros y pletórica
de una oferta cultural en la que el foco de nuestra atención se encaminó a la
fundación Thyssen, para ver los cuadros del maestro Cézanne. Muy bonitos, oiga.
From Madrid To Heaven |
En el paseo del Prado tuve ocasión de
meterme en el Jardín Botánico. Había tenido noticia de que, sobre todo en
primavera, valía la pena echar un vistazo y, desde luego, allí estábamos
centenares de forofos sacando fotografías de flores (¡no soy el único
chiflado!). A mí me gustó cómo me quedaron éstas de tulipanes que hoy me decido
a colgar aquí (por ejemplo para homenajear a la ciudad de la que ya se sabe que,
este año, va a ganar la Champions League, incluso antes de que se juegue la
final, toma ya, ¿será una compensación por lo de las Olimpiadas?).
Tulibreads |
Estuve poco tiempo, así que no alcancé a
ver el aspecto decadente, fatigoso y descuidado de la ciudad. Otra vez será.
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