martes, 23 de diciembre de 2014

Bienvenidos Al Solsticio De Invierno

En estas fechas celebran los creyentes el advenimiento de su salvador y el resto de la peña, el solsticio de invierno, combatiendo los rigores del frío con unas comilonas como aquellas que hacíamos durante las glaciaciones, cuando hibernábamos como los osos (McGuffin).

 
Anteayer estaba el evento hasta en la cabecera de Google. Fuera por esto, fuera porque había puesto demasiado garbanzo en los callos de la cena, ayer tuve una curiosa pesadilla: estaba de nuevo en el aula y unos muchachos de doce o trece años me preguntaban, como antaño, “¿por qué hace tanto frío en invierno?” ”Eso, ¿y por qué dura tan poco el día?” A lo que otro respondía desde el fondo de la sala: “¿Tú estás tonto o qué? El día dura siempre igual, veinticuatro horas.” “¡Cara de conejo, me refiero a las horas de luz!” Yo, como buen profesor plasta que fui, me disponía a explicar de nuevo el asunto del solsticio invernal, traté de dominar el guirigay, y pregunté socráticamente: “vosotros, ¿por qué creéis que hace más frío en invierno?” “¡¡Porque la Tierra está más lejos del Sol!” Respondieron a coro. Objeté: ”Eso no tiene nada que ver. Además, mientras en el hemisferio norte es invierno, en los países del hemisferio sur es verano. Si la tierra estuviera tan alejada del Sol, haría frío en ambos hemisferios. Es una cuestión de la inclinación del eje de la Tierra, si el eje estuviera derecho, no habría variaciones estacionales”. Ahora ya había mucho follón, todo era muy real:

Uno me contestaba: “¡Lo del invierno va a ser así, porque lo digas tú!”

Otro decía: “¿Y qué pasaría si la Luna se cayera sobre la Tierra!” “Bah, mientras no cayera sobre España, a mí me daría igual”. “Ya, pero se extinguirían los dinosaurios”. “Los dinosaurios ya se extinguieron cuando el profe era joven, pedazo de animal”. Golpeé con la regla en la mesa y dije: “Chicos, volvamos al tema”.

 
Así que volvieron al tema: “¡Pero cómo va a ser verano en otro sitio! Nos iríamos todos allí. ¡Así siempre habría vacaciones!” “Es verdad. Mi prima estuvo en Argentina las Navidades pasadas y allí era verano, me lo dijo al volver”. El testimonio de esta chica obró el milagro. Intenté aprovechar el crédito, para contarles aquello de que la inclinación de la tierra hace que la radiación solar recibida en el norte sea menor, pues los rayos llegan más oblicuos y, por el mismo motivo la zona iluminada (día) es menor que la zona en sombras (noche). Y ya me iba a adornar señalando que el casquete Antártico quedaba perpetuamente iluminado en un día muy duradero, mientras al “nuestro”, al Ártico, no le llegaba a dar el Sol por más que la Tierra girara… Cuando fui alcanzado por la evidencia de que yo, en la realidad, tenía una ficha para explicar esto y, por tanto, estaba en un sueño. Así que me desperté. Y para gran contento mío, encontré la ficha, la rellené, la pinté y aquí la cuelgo hoy, para seguir dando la brasa aun cuando no tenga ya alumnos.

 
De paso os enseño (otra vez) la chopera de mi pueblo, pues creo que no había colgado fotos de su sereno invierno. Feliz solsticio.   


2 comentarios:

  1. Apreciado señor, le escribo para desmentirle en su croquis sobre el solsticio de invierno, en el cual, usted, con su desparpajo natural, me quiere situar en una equis. Se equivoca, yo no estoy allí, sino en mi casa calentito e importándome todo un pito. Madure, pero solo lo justo que sino al igual se cae de la rama.

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  2. Hace tiempo que me caí de la rama y yazgo, más que maduro, putrefactado en el humus que, quizás con generosidad, nos regenere, aunque sea con el género cambiado. Un abrazo y felina vida.

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