Desde que publiqué la muy desnortada
entrada “Podemos (Pero No Sé Si Queremos)”, la cual tuvo un éxito comparable al
de un burka en la fiesta del Orgullo Gay, han pasado más de seis meses, en los
cuales el personaje que hoy me trae aquí, esta mezcla de telepredicador del
Medio Oeste y vendedor de crecepelo de las ferias de la Gran Depresión, ha
pasado del golpismo tertuliano a postularse como muy serio candidato a Primer Ministro
del País de las Mierdavillas.
Es obvio que el destino de una nación lo
decide el vigor de los jóvenes, antaño en sangrientas batallas y hogaño en
abundantes, tupidas y locuaces redes sociales, con el movilizador y mágico pásalo.
“Rajoy corrupto, Europa apesta, pásalo”. De hecho, nuestro simpático personaje
se jacta de haber sido, vía SMS, el manipulador que hizo frente a la torpe e
infructuosa falsificación del PP, durante aquél atroz 11-M, cuyos réditos
políticos, hábilmente explotados, nos condujeron a la fecunda etapa de
Zapatero.
Hoy, aprovechando amplísimas masas
sociales política e intelectualmente inanes, lo vemos en la cresta de la ola,
mucho más allá de donde llegó el también muy mediático padre Apeles. Los
sondeos lo convierten en la ¿segunda? ¿primera? fuerza electoral del país, con
la magra ayuda de un recetario político, económico y social, extraído del
catecismo masticable que alimentó a los más canelos de entre los progres
pequeñoburgueses de hace cincuenta años. En síntesis, lo podemos ubicar a mitad de camino entre Bob Marley y
el Che Guevara, ambos en versión de Andy Warhol, e incluso lo oiremos reivindicar a
Cristo que, como nadie ignorará, se hubiera inscrito en un círculo de Podemos,
apenas su trotecillo sobre las aguas le hubiera llevado a la orilla adecuada.
Hay otra cosa que me descoloca con el
jambo este: daba yo en pensar que, teniendo en cuenta sus eslóganes más
recurrentes, sus olés al chavismo, sus “que paguen los ricos”, sus “hay que acabar
con la casta”, iba a tratarse del candidato de los sans-culottes, la chusma más
pordiosera, las masas hambrientas que abarrotan este país, aquellos que no
tienen nada que perder. Pues te jodes, Himphame, para tu sorpresa, el supporter
típico de Podemos es un joven universitario de la generación más preparada de
nuestra historia, según algunos medios, aunque dada la fauna que pulula por
allí, el que alguno tenga una sobrinita que sepa sumar con los dedos, debe
parecerles cosa inaudita, digna de maravillado asombro.
Un líder un tanto mesiánico |
Uno imaginaba, erróneamente, que nuestro
joven revolucionario trincaría en el caladero de los antisistema y se
consolaba, como persona de orden, pensando que allí hay poco que hacer: unos
cuantos miles de indignados toman las calles, vuelcan containers, apedrean escaparates,
queman basuras, se lían a adoquinazos con la policía y luego se van a su casa
tan campantes, olvidándose de ir a votar, porque votar es de pringaos. Pues no:
resulta que el mensaje mediático del joven líder ha estado tan bien medido, tan
bien orquestado, que ha cuajado en el horizonte una mayoría que “piensa abrir
el candado del 78” (es decir, ya no asumen el modelo de la transición), “ha
decidido acabar con los privilegios de la casta” (es decir, subdividir al país,
para crear una nueva y pujante caterva o camarilla que encuentre sus propias baronías
por esquilmar) y “piensa devolver la soberanía al pueblo” (para que el pueblo
agradecido aclame a sus nuevos bienhechores). Como ya dijo Salomón, no hay nada
nuevo bajo el sol
Pastoreado en una entrevista televisiva
por una tal Ana, el chaval muestra, armado tan sólo con sus arrolladores eslóganes, su completa
carencia de un proyecto de índole práctica, de un programa concreto de
actuación más allá de los buenos deseos, de esas buenas intenciones de las que
está el infierno lleno. Da la impresión de que una asamblea formada por todos
los ciudadanos de este impreciso país, estudiará todos los temas para llegar a todos
los acuerdos, lo contrario no sería democrático. Este ultraconsenso, por
supuesto, puede llevar años (y años) alcanzarlo. Y lo que interesa es qué
hacer, qué medidas tomar mientras, durante las deliberaciones: ahí nos deja en
el terreno de las sospechas. Las mías son funestas e históricamente muy
documentadas, pero son las de una minoría invisible que no cuenta.
Ah, eso sí, en su haber anotaré el
nerviosismo causado en algunos de los elementos más despreciables de camarillas
que, hasta ahora, han disfrutado de la más absoluta falta de contestación. El
señor Mas, a quien usted negará su abrazo, ha hecho decir que es usted el
“caballo de Troya” de los nuevos tercios castellanos y los cowboys de Bildu, a
quienes usted, pese a todo, admira por la excepcional puntería política que
demostraron, le han recordado a Francisco Llera, responsable de un
euskobarómetro que le pone a usted muy bien implementado en la patria vasca, le
han mencionado al señor Llera, digo, que los resultados se han de determinar en primer lugar, las
encuestas, si son necesarias, los confirmarán después.
No le he dicho al joven líder de los
demócratas incorruptibles, ni creo que le interese, cual es mi hipótesis acerca
de sus elevadas expectativas de poder, pero lo haré ahora, de todos modos.
Aprecio que vivimos en un país que, con todo lo que ha pasado, se desprecia y
se da a sí mismo el suficiente asco como para romper la inmundicia que ha
cuajado en la situación anterior. Me baso en el voto esperado, procedente de
grupos sociales de la pequeña burguesía y de la clase media: no es que estos
sectores estén desesperados, pero han visto quebrarse la línea ascendente de
sus expectativas de progreso material y de bienestar y se van a lanzar en
brazos de usted, señor Iglesias, creyendo que les va a devolver el mundo de
comodidades sociales y derechos materiales que se ha esfumado para siempre.
Usted, obviamente, no les va a poner el tercer coche en el garaje, ni la
segunda vivienda en la Manga del Mar Menor, pero mientras esto se aclara, podrá
hacerse rico como sus predecesores (o mucho más, como alguno de sus admirados
dictadores tercermundistas).
Y hablando de dictadores, me parece
pertinente concluir, para exhibir mi memoria histórica, con un chiste de
Franco, un chascarrillo que viene al pelo: Franco está discurseando en
Nochebuena y dice “españoles, hace un año nos encontrábamos al borde del abismo…
Hoy hemos dado un paso al frente”.
Jeje, me parece que compartimos la misma carencia de fascinación por este señor... Algo nos pasa, obviamente.
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