El tío, con una sonrisa que le achicaba los
ojos, soltó al sobrino, indicándole que tomara asiento frente a él:
- Aunque
seas un cabeza hueca, que lo eres, no puedo refrenar un corazón que… ¿cómo
diría? Salta de alegría al volver a verte. El padre Mamilano ya me puso al
corriente de que no estabas hecho para la vida monástica. Yo ya me lo
imaginaba: tienes un espíritu demasiado impresionable, así que es lógica tu
vuelta a la vida seglar. El Señor da a cada uno su camino y también la vida
seglar puede ser santificada por la Gracia ¿Un vasito de vino?
- No,
gracias, don Ángel. No es cierto que la vida en la Orden me resultara
insoportable, fue el padre Mamilano el que…
- Lo sé,
lo sé. Tú hubieras querido continuar, pero eso no hubiera sido lo más
conveniente ni para el monasterio ni para ti. Además, con el paso del tiempo,
la circunstancia que hizo aconsejable tu salida de Jaca ha… ¿cómo diría? Ha
cicatrizado. No ha prescrito, eso no, pues las consecuencias son visibles y,
según decía don Gregorio, Dios lo tenga en su Santa Gloria, hasta palpables. No
obstante, si no estás hecho para el orden sacerdotal, tendrás que madurar algún
proyecto… ¿cómo diría? De índole civil. Este vino de consagrar, me lo traen de
Daroca y está delicioso, ¿de verdad que no quieres un traguito?
- No,
tío, gracias, vuélvase usted a servir… Yo no sé si valdré para la vida civil:
por un lado sigo manteniendo mi vocación y siento que tengo una misión
sobrenatural, ultraterrena y evangélica que llevar a cabo y, por otro lado, con
más de treinta años no tengo oficio ni beneficio. Carezco de cualquier
habilidad de menestral, así que nadie me va a dar trabajo y, para establecerme
por mi cuenta, me faltan talento y dinero: el voto de pobreza no me ha costado
ningún esfuerzo y creo que no estaría capacitado para llevar un negocio
mundano.
- En un negocio mundano estaba yo pensando,
porque ¿no te irás a quedar entre estas paredes? Tú mismo te das cuenta de que
eso no es posible. Y por el dinero, no te preocupes: el episcopado tiene… ¿cómo
diría? Una sólida línea de crédito en el banco Hispano Ansotano. Hace poco ha
quedado libre un local que es propiedad de la diócesis; sí, ese donde se
reunían las señoras de la Adoración Nocturna, más bien a hacer ganchillo que a
rezar el rosario. Lo mandé desalojar y las envié al salón de la sacristía, allí
en la parroquia de Santiago. Lo de la Adoración Nocturna es… ¿cómo diría? Una
causa perdida, sólo quedan cuatro pobres viejas desdentadas, sordas y lelas. No
me digas que no quieres probar este vino, sería un pecado, ¿un señalín? ¿Una
lagrimita para remojarte los labios?
- No
señor, gracias. Pero si el local pertenece a la diócesis, debe dedicarse a una
tarea de culto o de apostolado, no a un negocio de carácter profano.
- No te
preocupes por las formalidades, sobrino. De cara a las autoridades civiles y
eclesiásticas, la situación estaría completamente… ¿cómo diría? Regularizada:
tú pagarías un alquiler, devolverías los plazos de un crédito y te dedicarías a
un desempeño honorable. Había pensado en una tienda de suministros litúrgicos,
o quizá una imprenta que se encargara de los recordatorios de comunión, de defunción,
de bautismo, las invitaciones de boda, es… ¿cómo diría? Un sector muy
floreciente y con mucha proyección. Aunque si pones una tienda de gorras, o de
corbatas, o una zapatería, a mí me va a dar igual, mientras te ocupes de
artículos decorosos y decentes, entiéndeme, habrás oído hablar del biquini y
sabrás que todo tiene un límite. Déjame que me sirva la última copita de este
maravilloso vinillo, ¿de verdad que no quieres brindar conmigo por tu futuro
negocio?
La conversación siguió a un ritmo muy sosegado,
que se ralentizaba aún más con el declinar de la tarde. El señor obispo habló y
escanció. Escanció y habló, todavía más y con mayor lentitud, del oscuro pasado
de Serafín y de su luminoso futuro, que a éste no parecía causarle mayor
entusiasmo. Hasta que un oblicuo rayo de sol horadó un postigo y cegó al cesado
monje con otra repentina iluminación. Sí. Un bar. Un bar tiene fieles
parroquianos como una iglesia. En él se sirve la sangre de Cristo y las
modernas máquinas tocadiscos serían su púlpito y la buena nueva surgiría de
ellas cantada por el Cordero de Liverpool… “I want to hold your hand”, fraternalmente, “I feel fine”, con la
revelación divina, “I call your name”, tu Sagrado Nombre, Señor. ¿Y cómo
llamar al establecimiento? ¿“El Ángel”, en pleitesía rendida a su tío?
El Ángel del Señor anunció a Serafín y él
concibió, por obra y gracia del Espíritu Santo, llamarlo “El Arcángel”, así su
tío sería honrado hasta lo máximo y, de paso, no andaría en lenguas que, o
mucho había cambiado Jaca en su ausencia, o habrían de seguir siendo muy
chismosas y alcahuetas.
- ¡Ya lo
tengo, señor tío, con su ayuda generosa abriré un bar! Deje que le explique el
motivo por el que será el local más piadoso de esta devota diócesis…
- ¡Un
bar! ¿Cómo se te ocurre, muchacho? Sabes que repruebo, el que más entre los
humanos vicios, la ingesta de vinos y licores, que es la mismísima puerta de la
perdición para las almas de los humildes. ¡Ni hablar!
Pero la divina inspiración había calado del modo
más manifiesto en Serafín, que estuvo muy persuasivo. Una verdadera lengua de
fuego se vio flamear por encima de su cabeza y le concedió hablar en varios
idiomas. Al final, el señor obispo, sintiéndose un infiel convertido y
pretextando una fuerte cefalea, se excusó de cenar y se retiró a sus aposentos.
De mala gana, Crescencia sirvió al solitario
sobrino un tomate abierto y una tortilla de jamón, que éste devoró con aire
reflexivo, sin dejar de murmurar acerca de su proyecto:
- “If I needed someone”, Harrison es también un gran
apóstol, “There’s a place”, “All I’ve got to do”…
Cuatro meses más tarde, en la calle dedicada a
don Joaquín Gil Berges, abría sus puertas el bar que durante una década iba a
albergar al bullicioso estudiantado de la pequeña ciudad episcopal. Fue
bendecido por el señor obispo, que asistió a la inauguración del
establecimiento ataviado con una dalmática púrpura a juego con la reminiscencia
del santo sacrificio de la sangre del señor, allí escenificada en su vertiente
más festiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario