domingo, 10 de enero de 2016

La Creu De Sant Jordi I La Cara De Tots Els Altres

En el momento en que escribo esto, no estoy sorprendido por el divorcio largamente anunciado que se propone en este Estado (de descomposición), sino por el morro inaudito con que la parte que lo impulsa y promueve, digamos la parte demandante, lo está llevando a cabo. Me explico: van a romper una comunidad a la que pertenecemos, sin siquiera pedir nuestra opinión. Como si fuera un cierre patronal. Ahí os quedáis, en la puta calle, que yo ya he puesto a buen recaudo los bienes objeto de litigio. ¿Qué broma es ésta?… ¿Puede un pueblo ser reo de ruindad, de torpeza, de villanía, de imbecilidad o de aturdimiento? Me temo que no, por tanto no voy a seguir por este camino. Aunque no puedo, hoy, evitar señalar que el popularísimo eslogan “Espanya ens roba” nos suena aquí algo insultante, no sé, como si alguien, a orillas del Manzanares lanzara al escenario político un “Cataluña apesta”("Catalunya fa pudor"). ¿A que no mola?


Me centraré, pues, en un detalle: los socios anticapitalistas del “Pujolato”. Los chicos asamblearios de la CUP, la solidaria izquierda antisistema, dijeron primero que se había de ganar el plebiscito (ahora, en algunos sitios, a las elecciones autonómicas las llaman plebiscitos), para ejecutar el “mandato popular” de la “desconexión”. No lo ganaron, pero su reputada honestidad les llevó, a los pocos días, a desdecirse, a empatar a 1515 y a poner en bandeja de plata, a la burguesía más filistea, el vasallaje y la pleitesía de sus vástagos (un poquito) descarriados. Internacionalistas y solidarios, vaya, a la izquierda del mismísimo Trotsky y su inseparable piolet catalán, de Bakunin y hasta del explosivo POUM. Yo, cuando era joven, sí, fui de izquierdas similares (militante, hasta pagaba cuotas)… Hoy me siento al respecto, tan abochornado como se debía de sentir Herbert Von Karajan cuando le recordaban su pasado juvenil… Aunque afortunadamente mi caso es muchísimo menos notorio.

Notorio, muy notorio también, es el caso de un traidor profético, de un judas clarividente, uno al que le quisieron dar la Creu de Sant Jordi para ver si dejaba de tocarles los huevos a la casta abductora. No tragó y por aquí he descubierto una de sus colaboraciones en prensa, de hace unos diez años, cuya lucidez quería compartir en un día tan assenyalat (señalado):


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