En el momento en que escribo esto, no
estoy sorprendido por el divorcio largamente anunciado que se propone en este
Estado (de descomposición), sino por el morro inaudito con que la parte que lo
impulsa y promueve, digamos la parte demandante, lo está llevando a cabo. Me
explico: van a romper una comunidad a la que pertenecemos, sin siquiera pedir nuestra
opinión. Como si fuera un cierre patronal. Ahí os quedáis, en la puta calle,
que yo ya he puesto a buen recaudo los bienes objeto de litigio. ¿Qué broma es
ésta?… ¿Puede un pueblo ser reo de ruindad, de torpeza, de villanía, de imbecilidad
o de aturdimiento? Me temo que no, por tanto no voy a seguir por este camino.
Aunque no puedo, hoy, evitar señalar que el popularísimo eslogan “Espanya ens
roba” nos suena aquí algo insultante, no sé, como si alguien, a orillas del
Manzanares lanzara al escenario político un “Cataluña apesta”("Catalunya fa pudor"). ¿A que no mola?
Me centraré, pues, en un detalle: los
socios anticapitalistas del “Pujolato”. Los chicos asamblearios de la CUP, la
solidaria izquierda antisistema, dijeron primero que se había de ganar el
plebiscito (ahora, en algunos sitios, a las elecciones autonómicas las llaman
plebiscitos), para ejecutar el “mandato popular” de la “desconexión”. No lo
ganaron, pero su reputada honestidad les llevó, a los pocos días, a desdecirse,
a empatar a 1515 y a poner en bandeja de plata, a la burguesía más filistea, el
vasallaje y la pleitesía de sus vástagos (un poquito) descarriados.
Internacionalistas y solidarios, vaya, a la izquierda del mismísimo Trotsky y
su inseparable piolet catalán, de Bakunin y hasta del explosivo POUM. Yo,
cuando era joven, sí, fui de izquierdas similares (militante, hasta pagaba cuotas)… Hoy
me siento al respecto, tan abochornado como se debía de sentir Herbert Von
Karajan cuando le recordaban su pasado juvenil… Aunque afortunadamente mi caso
es muchísimo menos notorio.
Notorio, muy notorio también, es el caso
de un traidor profético, de un judas clarividente, uno al que le quisieron dar
la Creu de Sant Jordi para ver si dejaba de tocarles los huevos a la casta
abductora. No tragó y por aquí he descubierto una de sus colaboraciones en
prensa, de hace unos diez años, cuya lucidez quería compartir en un día tan assenyalat (señalado):
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