Entre 1986 y 1992, un provocador llamado
Pablo Carbonell, hizo las delicias de todos los gamberros y sinsustancias que
poblábamos este malhumorado país, pergeñando un ramillete de canciones tan
pachangueras como hilarantes. Unas eran más ocurrentes que otras, pero la
mayoría denotaba un irresistible talento de cómico agitador, que tuvo incluso
su momento de éxito masivo con “Mi agüita amarilla” o “Yo no me llamo Javier”.
En rebuscando en el baúl de los
recuerdos, donde siempre me pasmo de lo bizarro que llega a ser este país, este
paisaje y este paisanaje, he dado con ésta “joya” que me pasó desapercibida en
su momento (1989) y que hoy me ha hecho tanta gracia que casi se me saltan los
puntos de tanto reírme. Se titula “Falangista”, aunque no alude a la ahora
escasamente apreciada organización política, sino más bien a su rama juvenil,
la otrora ubicua y hoy desaparecida OJE (Organización Juvenil Española) en la
que estuvimos inscritos (prácticamente por decreto) todos los chavales de mi
generación, a los que tiene, por fuerza, que ser muy familiar la pintoresca
burla expresada en la canción.
Bien es verdad que, incluso en los
tiempos del tan alegremente olvidado totalitarismo, las chanzas sobre estos
scouts a la española menudeaban. Había quien les cambiaba el nombre por OGE
(Organización de Gilipollas Extraviados) y en lo más rancio de mi memoria se
apolillan cánticos vejatorios de dominio público: Unos van en coche,/ otros
van en moto/ y los de la OJE,/ uno detrás de otro./ Que tururururú, (3)/ que la
culpa la tienes tú. /Unos fuman “Celtas”,/ otros “Ideales”/ y los de la OJE/
colillas de los bares./ Que tururururú, (3)/ que la culpa la tienes tú.
Aunque, como se ve, la desmemoria es un
privilegio, hoy me he propuesto incordiar y traigo al candelero esta bonita
canción para hostigar tu olvido.
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