Una de las deformaciones que nos
introdujo el espíritu del Romanticismo, fue la de confinar el sentimiento
amoroso al periodo nocturno, como si el amor no tuviera sus serenas matinées.
Me he encontrado hoy dos poemas mañaneros con sus buenas dosis de amoroso sesgo
y los pongo aquí, por si compartes esta efímera y poderosa dolencia, para que
la puedas mecer con palabras apropiadas.
Uno, el primero, el más flojo, es de
producción propia, de cuando la juventud me impulsaba a expresar mis imprecisas
elucubraciones en líneas partidas. El otro es de un profesional, uno de los más
grandes que expresaron estas cosas en la lengua de la pérfida Albión. Con la
traducción pierde, la rima y parte de su inextinguible gracia se esfuman, pero
aun así es asombroso. He cortado y pegado dos traducciones para dejarlo más a
mi gusto, porque hacer una versión del original está fuera de mi alcance. Una
pista: es de un tal W. S. y no, no es Will Smith.
OTRA MAÑANA
recito la lección de mis rutinas
y ella dice encontrarme bien dispuesto.
que juegue a columpiarse en las cortinas
mientras van al mercado con su cesto.
en tanto me acomodo en tu avenida.
y el color de la sombra se me olvida.
besar con su oro las praderas verdes
y dorar con su alquimia arroyos pálidos;
y luego permitir el paso oscuro
de fieros nubarrones por su rostro,
y ocultarlo a la tierra abandonada
huyendo hacia occidente sin ventura.
Así brilló mi sol, un día, al alba,
sobre mi frente, con triunfal belleza;
una hora no más lo he poseído
pues nubes turbulentas lo velaron.
Mas mi amor lo perdona: sol del mundo,
mejor puede empañarse que el del cielo.
Te puedes bajar una integral decente de
los sonetos del anglosajón universal en este enlace, para disfrutar de la
Poesía con mayúsculas.
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