lunes, 30 de septiembre de 2013

Ajedrez. Mates En 3, En 4 Y En 5. ¿Cómo Era Todo?

Algunos amigos me instan a que haga más entradas sobre temas ajedrecísticos, cosa que no creo que me anime a llevar a cabo, por varios motivos. En primer lugar hay webs específicas de carácter dedicado, con cientos de miles de partidas y problemas (un día haré una entrada de enlaces), páginas con las que mis pobres recursos documentales y mis exiguos conocimientos del juego, no pueden compararse sin grave desdoro para mis torpes esfuerzos. En segundo lugar, el anecdotario personal y las curiosas historietas que atesoro en este campo, tras varias décadas de ir haciendo bulto por torneos, cuyo criterio de selección ha sido y será la cercanía a mi domicilio, no tiene excesivo interés más allá del de los directamente implicados, que suelen ser conocidos míos y a quienes ya he martirizado con esos chascarrillos que, el deterioro neuronal producido por la edad, me impulsa a repetir una y otra vez, con lo que pierden una gracia que acaso nunca tuvieron. Los jugadores de ajedrez somos vistos, por el resto de la peña, como unos frikis, unos raritos, cuyo incomprensible pasatiempo encubre algún grave complejo, o alguna carencia psicológica que nos sitúa fuera del foco de lo que es interesante para el público en general, así que debería ahorrarme la escena sobrecogedora e hilarante del Gran Maestro Anthony Miles, sacando el televisor a la terraza descubierta del hotel, para ver el programa de su elección a todo volumen, mientras lo ambientaba la circundante noche de intenso aguacero con truenos y relámpagos infernales. En tercer y último lugar no querría dar ningún sesgo de ninguna clase a este blog, donde soy incapaz de comprometerme a escribir sobre otra cosa que no sea la ocurrencia del momento (hoy sí, ajedrez).

Y del libro “1000 chess problems for dummies”, que adquirí en Benasque y en cuyos tres primeros capítulos he obtenido un 23 % de acierto, o sea que son fáciles, traigo tres ejemplos. Los tres son del capítulo “problemas de mate” y, procurando un poco de variedad, he escogido un mate en 3, un mate en 4 y un mate en 5, para ir graduando la dificultad, o algo así. Siempre lo dan las blancas.

Mate en 3. Sencillez

Mate en 4. Espectacularidad

Mate en 5. Precisión
En un mes o menos, colgaré las soluciones, si no he perdido mi libro. Acaso haga una entrada con tiras de Mafalda referidas al ajedrez, porque esta niña y sus amigos lo juegan, lo cual incrementa mi ya rendida admiración por ellos y su circunstancia. Como aperitivo, vayan dos que me parecen de las mejores. Invito a reflexionar sobre los problemas y, aún más, sobre las tiras. I love Caissa, but she’s a whore.
 

 
 

sábado, 28 de septiembre de 2013

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 12

7.                          FRAY SERAFÍN TIENE VISIONES

Serafín llamó con nudillos indecisos y algo fláccidos en la robusta puerta de roble cuarteado. El padre Procopio, el adusto prior, un monje cincuentón de rostro severo y gesto atrabiliatrio, abrió con brusquedad, sin acabarle de franquear la entrada, su silueta imponente se recortaba en el dintel a contraluz.

 - Cuánto has tardao, pasmao, cuando te dieron el aviso de presentarte al abad, ¿no te diheron in-me-dia-ta-men-te? ¿Tiene’ horshata en vé de sangre en la’ vena’?

 
Serafín pasó encorvado, con el rostro a un palmo del suelo, como un toro humillado ante el diestro que le ha fallado el tercer descabello. Penetró cual un insecto aturdido en el austero despacho del abad, con sus dos altos ventanales apuntados al fondo, que le deslumbraban, no por su radiante luminosidad, sino porque venía de un pasillo gris, oscuro y lóbrego, como la galería de un pozo. Frente a él, tras un escritorio monumental, con patas labradas que, al llegar al suelo a través de recias volutas de madera oscura, se habían transmutado en pies humanos calzados con sandalias primorosamente  talladas, sentado en un sitial con un respaldo tan alto que arañaba el techo, se hallaba el viejo abad, el padre Mamilano, un hombrecillo del tamaño de un niño desnutrido de seis años. Su rostro era una calabaza seca recubierta de un increíblemente arrugado y manchado pellejo, con un color entre marfil sucio y vientre de batracio, en el que brillaban dos ojillos cuya negra y cruel incandescencia hubiera podido taladrar las puertas del infierno.

Serafín, camino de la mesa del abad, apabullado por los papirotazos del prior, se tambaleaba como si hubiera ingerido el vino de todas las misas del Pentecostés que estaba a punto de comenzar en el calendario litúrgico, o sea, unas cincuenta copas.

 - Ave María Purísima, monseñores. - Repitió el saludo varias veces, como un autómata, para ganar un poco de tiempo. No le sosegó nada en absoluto descubrir sentado en un rincón, entre sombras, al nuevo confesor de la congregación, sustituto del bendito mosen Deogracias, al que un cólico miserere se había llevado al cielo. El padre Inchausti, un envilecido sosias del Dómine Cabra, detestado por los novicios, que le apodaban chubasco, dado que era vasco y escupía al hablar tras la rejilla del confesonario, a menos de un palmo de la cara de cada penitente, era una presencia poco tranquilizadora en aquellas circunstancias.

 
El abad le habló con una vocecilla reseca y quebrada, como el crepitar de una hoguera de sarmientos, un frágil hilillo de sonidos articulados que, sin embargo, tenía la virtud de poner firmes a generales y almirantes:

 - Hijo, has sido llamado a capítulo en numerosas ocasiones. Mi vieja memoria ya no es capaz de recordarlas todas, Comenzaste, como todos los novicios de espíritu frágil, con los íncubos y los súcubos que venían todas las noches a tu celda a tentar tu carne, tu orgullo y nuestra paciencia, ¿lo recuerdas?

 - Sí, monseñor.

 - Llámame padre. Dictaminamos, por el bien de tu alma pecadora, penitencias cada vez más rigurosas, exigentes y dolorosas, pues te recuerdo que cedías a todas las tentaciones, pero las apariciones no remitían. Algo pondrías de tu parte para darles pie a los súcubos a tomar, una y otra vez, la apariencia de Rita Hayworth, ¡una mujer casada! ¡Y nada menos que con Orson Welles! En este despacho la describiste una y otra vez, enhiesta y lozana, con la frente ligeramente depilada y quitándose una y otra vez el guante con una lascivia que me estremece de asco recordar.

 - Sí, eminencia.

 - Te he dicho que me llames padre. Luego viniste con las apariciones del diablo: Belcebú en persona, viniendo a llenar de sandeces la cabeza de un sandio redomado como tú. Menuda historia esa de que iban a cerrar el Infierno por mal estado de las instalaciones y porque con la época de grandes tentaciones y pecados que se avecinaba, ya no habría plazas suficientes para tantos réprobos como iban a llegar al averno en los próximos años. Qué majadería es esa: incluso un lego ignorante como tú debería saber que el infierno no es un espacio físico y que está fuera del tiempo, en la eternidad del castigo infinito para pecadores de tu calaña, porque tu estupidez es culpable, tu necedad y tu obcecación son graves formas de pecado. Estás en pecado mortal, hijo.

 - Sí, santidad.

 - Para lo que te resta de estar aquí, puedes llamarme Juanita Reina… Si no fueras el sobrino y el recomendado del señor obispo de Jaca, que te sacó de la inclusa por pura generosidad, ya hace meses que hubieras dejado el monasterio. Pero la gota que ha colmado el vaso y por la que compareces ante nosotros, constituidos de urgencia como tribunal disciplinario de esta santa orden, es tu última perrería. Te lo advierto: te has adentrado en los terrenos de la blasfemia, una blasfemia ridícula, si tal categoría fuera posible. Ir anunciando el segundo advenimiento del Mesías, el cumplimiento cabal del libro del Apocalipsis…

 - Pero ilustrísima, yo sólo le confesé al padre Chuba…usti que había tenido…

 - Una visión, algo que solo pudo ser producto de tu orgullo y estulticia, ¿Quién demonios es ese san Ricardito, el mulato de crespa cabellera y elevado flequillo? ¿Qué jeremiada es esa de que Cristo Nuestro Señor ha vuelto a nacer, encarnándose nada menos que en la pérfida Albión, en la protestante y disoluta Gran Bretaña? ¡Dices nada menos que ya está entre nosotros! ¿Quién te crees que eres, acaso fray Mofeta, el Profeta?

 - ¡Padre Inchausti! Ha violado usted el secreto de confesión. Nadie más que usted sabía que yo…

El padre Inchausti carraspeó con incómodo y evidente desasosiego.

 - Hijo, dijiste, en contra de mis recomendaciones, que lo ibas a proclamar ante los demás novicios y, aunque creen que estás loco como una regadera, pensé que había que evitar un escándalo en la comunidad.

 - Pero padre Inchausti, el secreto de confesión es inviolable, usted ha pecado mortalmente, usted es indigno de… Ha violado…

El prior se impacientó con los lamentos casi gorgoteantes de Serafín:

 - ¡Para ya, desgrasiao! A ti sí que t’iban de violá en arguna cárse, como esto yegara a conosimientos der Generalísimo de lo ehérsito, ¡don Fransisco Franco Bahamontes, Caudiyo Despaña por la guasa de Dió!

El abad, con un gesto de la mano, refrenó a su vehemente segundo, siempre un poco excesivo en los temas disciplinarios, no en balde había sido el joven capellán castrense del general Queipo del Llano, allá en Sevilla. Cuando el viejísimo director espiritual y civil de la congregación retomó la voz, dio sus primeras muestras de cansancio:

 
 - En fin, dejémoslo aquí, te conozco demasiado bien y sé que no te vas a retractar y vas a propalar por las celdas, el refectorio, el claustro y la capilla, a todas horas, tus conversaciones con ese moreno epiléptico, ese san Ricardito que el diablo lleve; sé que irás también diciendo que en una cueva de Liverpool, el Mesías está de nuevo preparado para su segunda Vida Pública, en la que predicará su buena nueva a los hombres de buena fe. Y yo estoy harto de que tus payasadas sacudan el convento, desde el huerto hasta la cripta: estas chanzas y algaradas con temas tan serios, socavan la moral y la disciplina de tus hermanos y ya no pienso consentirlo más. Mañana mismo dejarás el noviciado y regresarás a Jaca. Espero que tu tío el obispo sepa qué hacer contigo. Cogerás el tren de las cuatro de la tarde.

Y así Serafín, abatidos sus místicos ardores, dejo el gélido e inhóspito páramo castellano, comprobando que era cierto lo que decían los habitantes de aquellas tierras. Que en el durísimo clima de allí sólo había dos estaciones: el invierno y la del tren. Gracias a ésta, Serafín partió rumbo a Zaragoza en un convoy que salió, con relativa puntualidad, a las 18:45.
 
 
  

jueves, 26 de septiembre de 2013

There Is A War - Leonard Cohen

Me ha tocado vivir en los días finales del mundo y la cuestión ética es saber cuál debe ser mi conducta durante esta catástrofe”.

Así de joviales eran en 1979 las declaraciones de este judío/monje budista canadiense. Nacido en Montreal en 1934, sigue dando guerra (grabó un magnífico disco en directo en 2009, con casi 75 años).

Mi pesimista predilecto, que es casi de la quinta de mi padre, comenzó a cantar muy tarde, en 1967, con la edad a la que Cristo fue crucificado, nos obsequia con su voz monótona y sus historias espeluznantes en su primer álbum “Songs Of Leonard Cohen”. Un hito. Imprescindible para cualquiera que quiera empezar a saber lo que ha sido la música popular en el último medio siglo. Tras este disco vendrían otros muchos, una extensa y generosa producción en la que me esfuerzo sin éxito por encontrar un tema flojo, alimenticio o irrelevante. Tuve el honor y el privilegio de verlo en directo ¡en la Algodonera de Binéfar! Beneficiándome de la indudable clase de que gozaba nuestro pueblo vecino a la hora de programar actuaciones musicales. Fue toda una experiencia, acababa de publicar su “I’m Your Man” y estaba en plena forma.

 
Pero he elegido para traducir esta vez (porque habrá más), una canción de su primera época, concretamente de su disco de 1974 “New Skin For The Old Ceremony”, del cual conservo el vinilo, es el tema "There is a war", una canción que es de mis preferidas porque expresa una idea que la agudeza de este señor ha inoculado en mi tosco cerebro: el conflicto es permanente, la naturaleza de la vida está presidida por conflictos que evolucionan, se enquistan, se perpetúan o dan paso a otros, de manera que la superación de uno de ellos sienta las bases del siguiente y de manera necesaria hemos de vivir con conflictos… Si alguien te promete la guerra que pondrá fin a las guerras, es alguien muy peligroso, un predicador intolerante, un comunista libertario, un revolucionario estalinista, o cualquier otro partidario de la aniquilación redentora. No digas que don Leonardo no te avisó con esta lúcida (y preciosa) canción: “There is a war”.
 
 
There is a war

There is a war between the rich and poor,
A war between the man and the woman.
There is a war between the ones who say there is a war
And the ones who say there isn't.

Why don't you come on back to the war, that's right, get in it,
Why don't you come on back to the war, it's just beginning.

Well I live here with a woman and a child,
The situation makes me kind of nervous.
Yes, I rise up from her arms, she says 'i guess you call this love';
I call it service.

Why don't you come on back to the war, don't be a tourist,
Why don't you come on back to the war, before it hurts us,
Why don't you come on back to the war, let's all get nervous.

You cannot stand what I've become,
You much prefer the gentleman I was before.
I was so easy to defeat, I was so easy to control,
I didn't even know there was a war.

Why don't you come on back to the war, don't be embarrassed,
Why don't you come on back to the war, you can still get married.

There is a war between the rich and poor,
A war between the man and the woman.
There is a war between the left and right,
A war between the black and white,
A war between the odd and the even.

Why don't you come on back to the war, pick up your tiny burden,
Why don't you come on back to the war, let's all get even,
Why don't you come on back to the war, can't you hear me speaking?

 
Hay Una Guerra

Hay una Guerra entre los ricos y los pobres,
una guerra entre el hombre y la mujer.
Hay una guerra entre los que dicen que hay una guerra
y los que dicen que no la hay.

Vamos, por qué no vuelves a la guerra, es lo correcto, participa,
vamos, por qué no vuelves a la guerra, esto acaba de empezar.

Bueno, yo vivo aquí con una mujer y con un niño,
la situación me pone un poco nervioso.
Si me escapo de sus brazos, ella me dice: “supongo que esto es lo que tú llamas amor.”
Yo lo llamo servicio.

Vamos, por qué no vuelves a la guerra, no seas un turista,
Vamos, por qué no vuelves a la guerra, antes de que nos haga daño,
Vamos, por qué no vuelves a la guerra, deja que todos perdamos los nervios.

No puedes soportar en lo que me he convertido,
Preferías, con mucho, al caballero que yo era antes,
era tan fácil de derrotar, tan fácil de controlar,
ni siquiera sabía que había una guerra.

Vamos, por qué no vuelves a la guerra, no te avergüences,
Vamos, por qué no vuelves a la guerra, todavía puedes casarte.

Hay una Guerra entre los ricos y los pobres,
una guerra entre el hombre y la mujer,
hay una guerra entre la izquierda y la derecha,
una guerra entre los negros y los blancos,
una guerra entre los pares y los impares.

Vamos, por qué no vuelves a la guerra, recoge tu hatillo,
Vamos, por qué no vuelves a la guerra, hemos de ir todos a vengarnos,
Vamos, por qué no vuelves a la guerra, ¿No puedes oírme hablar?

Si eres capaz de soportar la publicidad, aquí tienes otro tema, suxtitulado en español por gentileza de TVE




martes, 24 de septiembre de 2013

Sonetos Crudos - Antonio Fernández Molina

Antonio Fernández Molina (1929-2005), pintor y escritor manchego afincado en Zaragoza, es otro de esos talentos secretos que poblaron nuestra reseca geografía durante la segunda mitad del siglo pasado, dispuesto a poner su estatura de hombre imaginario en la aridez espiritual reinante.

Si puedes conseguir la novela surrealista “Solo de Trompeta” o echar un vistazo a los relatos de “En Cejunta y Gamud”, te podrás hacer una idea del prodigioso personaje, no demasiado conocido en el ámbito de nuestras letras, ni desde luego el más popular en la sección de libros de “El Corte Inglés”.

La portada
Al igual que la de su amigo, el también poeta Miguel Labordeta, su obra es conocida por la inmensa minoría formada por unos lectores dados todavía a alimentarse con la producción de estos raros especímenes, que escriben, con líneas partidas, obras tan poco comprensibles, como poderosas y sugerentes.

Antonio Fernández Molina, el autor
¿Y cómo es él? Pues no sabría deciros… Cuando leí “En Cejunta y Gamud”, me recordó al Rafael Sánchez Ferlosio de “Alfanhuí”, pero me llegaba más el texto de Molina, me parecía más vibrante y ocurrente… Y cuando llegó a mis manos, en 1985, éste libro de “Sonetos Crudos”, me sentó como una iluminación, dije: “Papá, ya sé lo que quiero ser de mayor, olvida lo de futbolista o cantante de rock, yo quiero ser poeta como este señor, o como César Vallejo, al que, por cierto, me recuerda. Quiero ser un poeta pobre y sablista, conocido de unos pocos nomás, y morirme en París con aguacero, un día del cual tenga ya el recuerdo”. He de decir que mi padre me lo consentía todo, incluso lo que no era capaz de entender, como este y otros disparates. Y si no fui poeta, no fue por dejarlo de intentar con empeño… Al menos durante aquellas vacaciones de Semana Santa.

El diseño de página
Casi treinta años después me vuelvo a tropezar con el librito de los sonetos de Antonio Fernández Molina ¡Y está dedicado! Una casi incomprensible sorpresa. Tampoco recordaba yo las ilustraciones de grabados de Holbein, y además ahora tengo un blog donde compartir estos estrafalarios y arrebatadores sonetos. La vida es bella. Transcribiré un par, ahí van:

La dedicatoria
 
 Llega un momento en que se duerme un pato
y patalea el chico de la tienda.
No hace falta que al mundo se le entienda
para pasar en él algún buen rato.

 Suelen poner por liebre en cada plato
y de ello no se haga una contienda,
un gato y luego sirven de merienda
todo lo que sobrare de ese gato.

 Y pase lo que pase da lo mismo.
Lo mismo da temprano que basalto
vesícula que huevo de avestruz.

 Hacemos este viaje de turismo
pisando por la hierba o el asfalto
y levantando muy alta la testuz.

 ...                       

 Los enanos caminan por la acera,
tienen la dentadura cual su hermano.
El pan de su cabeza es un piano
sin patas, sin troquel, sin tapadera.

 Era en tiempos la vida como era
y es cual barbecho. Canta cada enano
con un bizcocho entre la diestra mano
y el corazón de carne y no madera.

 Escupen hacia el árbol del paseo
y hacia el escaparate del modista
como a quien eso ni le importa un pito.

Los enanos se suben al trineo,
enfilan muy veloces por la pista
y me arrojan al rostro un huevo frito.

 Esta escritura poética me impactó por su nitidez y su desgarro. Fue por este motivo por lo que me puse a mi vez a componer sonetos como los que quizá has podido leer con la etiqueta “Poemas”. Hace veinticinco años que no escribo una línea, pero al releer este libro me ha venido de nuevo la tentación, aunque de algún modo, el autor me previene al volver una página:
 
“No es para decir esa canción
sino con la pared en los labios."

Los grabados de Holbein


lunes, 23 de septiembre de 2013

Castillo De Fuegos Artificiales Sobre El Castillo De Monzón

Este es el acontecimiento que pone punto final a las fiestas de mi pueblo año tras año. Inexorable y puntual (lo más puntual que puede darse por aquí, a las diez y media en punto, ni un minuto más, si te demoras, te los pierdes).
 


Los periodos vacacionales y festivos son rematados de este modo, con un puntito de melancolía y, a la vez, de suntuosa ostentación. La liturgia del fulgor y de los resplandores acapara, de forma inevitable, nuestro interés. Un fugaz destello de luciérnagas se refleja en los ojos embelesados de los niños…
 



Hay quien se queja de que quemar unos miles de euros en tiempos de crisis es un lujo inaceptable. No estoy de acuerdo: a cambio de unos momentos de belleza y fantasía, ¿qué se obtendría? Nada que fuera mejor que dibujar un ruidoso y colorido mensaje de ánimo en los cielos, hoy muy despejados, que nos alentará para arrancar en este largo trimestre laboral y académico que afrontamos a partir del último cohete. Los afanes detenidos por la fiesta se reanudan y, a la mañana siguiente, nos desperezamos y nos ponemos de nuevo en marcha.
 


Desde que la pirotecnia de fin de fiestas ha tomado como escenario el castillo, el espectáculo se ve mejor desde puntos muy diferentes y no hay tantas aglomeraciones. Si se consiguiera (pero ¿cómo?) atenuar un poco el alumbrado, ya sería de lujo. En esta ocasión, el castillo de fuegos artificiales ha sido bastante digno y, aunque se trata de un ceremonial siempre un poco igual a sí mismo, el niño que se esconde en nuestro interior, siempre lo agradece.
 


Al final, unos tibios aplausos melancólicos son el reconocimiento de que todo ha acabado. Hasta el año que viene.

 


 

jueves, 19 de septiembre de 2013

Fiestas De San Mateo En Monzón. Desfile De Carrozas

Ayer comenzaron las fiestas de mi pueblo. En Monzón se celebran en honor de San Mateo, que es el evangelista que tiene más tirón entre mis paisanos (si se enteraran de que yo, secretamente, prefiero la lectura de san Lucas, tendría que irme del pueblo, así son las cosas cuando lo que se impone son las pasiones de las masas enfervorecidas).
 

Uno de los primeros actos de los festejos, que acabarán el domingo con un sonado castillo de fuegos artificiales, es el tradicional desfile de carrozas, que convoca a todo el pueblo, entre participantes y espectadores. Nos hallamos en un estanque muy animado y de aquí al domingo las noches serán muy largas y correrán ríos de bebida, tanto si hace calor, como si no.
 

Qué puedo decir. Ningún otro desfile de carrozas es más bello que el desfile de carrozas de mi pueblo, porque ningún desfile de carrozas es el desfile de carrozas de mi pueblo (sí, estoy releyendo a Pessoa).
 

Este año me he animado a hacer unas fotos para compartirlas en este blog. Saqué una Pentax K-5 y disparé a 12800 ISO en unas condiciones de luz muy difíciles (noche cerrada frente a potentes focos), la calle estaba abarrotada y tampoco es que yo tuviera un pase de prensa o algún privilegio por el estilo: todo son excusas para encubrir los defectos de las tomas, pero lo que cuenta es que hay diversión sin fin.
 





Tengo que señalar que el espíritu de la festividad y la ilusión y la energía de la celebración corresponden, casi en exclusiva a los niños y a los jóvenes. Son los auténticos bendecidos de san Mateo y, como no lo saben, disfrutan de lo lindo y con la más sagrada despreocupación.


 
Un grupo de animación callejera transitaba el desfile con su parque móvil de ciclos fantásticos al más puro estilo vintage.

 
Las charangas, bandas de música y grupos de batucada, ponían el imprescindible punto ruidoso y dinámico.

 
En la presente edición, había numerosos participantes que lucían gran variedad de disfraces. Estos jóvenes ataviados de autos de choque, me pareció que habían dado con un truco simple pero ingenioso.


 
 
El comentario de actualidad política estaba plasmado en la compleja carroza de la peña “La Trifulca” y su “Congreso de los Imputados”, con las efigies de insignes sospechosos en el frontispicio y obvias alusiones a un embutido de gran predicamento, que ofrece una referencia tan fácil como oportuna.
 
 
Por último este joven, desde la réplica de un balcón del ayuntamiento, nos recuerda este sabio consejo:
“No es necesario divertirse para beber”.

  
 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Adéu, Espanya (La Cruzada De Los Niños)

Como ya viene siendo costumbre, el 11 de septiembre viene proporcionando en este triste y sórdido Estado Español, la fugaz alegría de ver al campeón de los pueblos oprimidos del mundo organizar algún tipo de pasacalle, desfile, happening, performance o cualquier otro acto similar de marcado carácter hilarante y festivo.

Este año se han descolgado con la muy vistosa y concurrida Vía Catalana Por La Independencia, cuyo éxito organizativo parece indiscutible: impecables en atrezzo y vestuario, cómodo transporte y esmerada intendencia, cuidadísimos escenarios y tramoyas. Al ver los reportajes me acordé de la frase de Josep Pla cuando contempló por primera vez Nueva York y su espléndida iluminación nocturna: “Y todo esto, ¿quién lo paga?” Porque claro, una vez admitido por saturación el mensaje de que España roba a Cataluña, algún dinerete debieron de ocultar bajo una rajola para financiar este animado pasacalles.

 
Lo que ya no me queda tan claro es el mensaje de este multitudinario picnic, por más que fuera coreado cientos de veces por los enardecidos figurantes. Pessoa escribió estos versos que vienen al pelo:

Se te queres matar, por que não te queres matar?
Ah, aproveita! que eu, que tanto amo a morte e a vida,
Se ousasse matar-me, também me mataria...
Ah, se ousares, ousa!

Es decir: “si te quieres independizar, ¿por qué no te quieres independizar? ¡Ah, aprovecha! que yo que tanto amo la independencia y la unidad, si osara independizarme, también me independizaría ¡Ah, si te atreves, atrévete!”

Esta estúpida paráfrasis mía no hacía ni puñetera falta, pero hay tentaciones que soy incapaz de evitar. Señores políticos representantes del ámbito territorial catalán: si de verdad quieren separarse de este triste y sórdido Estado, indíquenlo sin lugar a equívocos en sus programas electorales y si las urnas les dan la mayoría absoluta, proclamen unilateralmente la independencia y hagan frente a las consecuencias políticas y económicas de esta decisión (que militares, no creo que haya). Todo lo demás: el derecho a decidir, la consulta soberanista, el federalismo asimétrico, una gestión fiscal como la del País Vasco… son tácticas dilatorias y masturbaciones políticas que, aunque bien es verdad que nos hacen pasar muy buenos ratos y nos descojonamos de lo lindo, contradicen su aquilatada seriedad, nos desacreditan a todos y nos van desgastando y enquistando en posiciones cada vez más empobrecidas e insostenibles.

¿Cubalunya? ¿Catacuba?
Por otra parte, tengo que reconocer que este año se han superado, no sólo en la puesta en escena, sino en algunos de los contenidos, siendo los más impactantes, dos ocurrencias que acreditan cerebros creativos inusitadamente talentosos trabajando más al este del Noguera Ribagorzana.

Una es la utilización de los niños, como en la célebre Cruzada de los Niños, de 1212. Esta vez, en lugar de hacerlos marchar al sur de Italia, se les hace marchar al sur de Cataluña para convertir al independentismo a los infieles. Esperemos que estas tiernas criaturas no acaben como aquéllos de la cruzada del siglo XIII, aunque opino que, de momento ya han sufrido una cruel manipulación, hasta sus profesores les mienten… aunque, claro, ¿quién no ha sido manipulado alguna vez? El vídeo que adjunto habla por sí solo, así que me ahorraré decir que me parece espeluznante.
 

La otra es la comparación de la Vía Catalana con la Marcha por los Derechos Civiles de Martin Luther King (risas). Hombre, hay una pequeña diferencia social entre los negros víctimas de la segregación racial en Estados Unidos y los catalanes que, en el Estado Español, rara vez han pasado por situaciones parecidas: ¿Recuerdan el caso de Antonio Luque Carmona, que tenía tres chachas catalanas faenando en su mansión, un chófer de Mollerussa para llevarle al casino y treinta jornaleros de la misma etnia recogiendo en el olivar sus aceitunas de sol a sol? ¿No? No me extraña, tal situación creo que no se ha dado, en los últimos 50 años, jamás. Las ansias de emancipación de la futura nación vecina, son como las de los padanos de la Liga Norte Italiana: los ricos, con tanta automatización, ya no necesitan tantos jornaleros pobres, que luego, cuando se jubilan y vuelven a su pueblo, hay que pagarles el retiro (España nos roba para sus pensiones). Sí señores, si uno puede hay que deshacerse de los pobres locales y apadrinar a un niño de Mali. Es mucho más solidario. 
 
Catalunya y la teoría del Espacio Vital o Lebensraum
 
  

martes, 17 de septiembre de 2013

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 11

Un buen día don Gregorio me invitó al cine y creí que me volvía loco de felicidad. En el Teatro Unión Jaquesa, donde había teatro dos o tres veces al año y cine un día sí y otro no, anunciaban “Peter Pan” de Walt Disney y me pasé tres cuartos de hora soñando en voz alta ante las carteleras, de modo que cuando don Gregorio me propuso ir a verla juntos, me puse histérico de alegría.

Su comportamiento durante la película fue de lo más extraño. Puede decirse que no me di cuenta cabal de sus raros manejos, pues hallábame embobado con lo que en la luminosa y colorida pantalla transcurría y, a buen seguro, con tres o cuatro palmos de boca abierta; pero el hombre me tomó un rato la mano, la debió estar calentando y acariciando un tiempo y, acompañándola con las suyas, la puso sobre su bragueta. Me sobresaltó notar que detrás había algo muy duro, mas don Gregorio no paró allí, pues se abrió la bragueta, desabrochándose un rosario de botones e introdujo mi mano por aquella grieta y por sobre la goma del calzoncillo donde, para mi disgusto, di en palpar una descomunal minina, tan dura como viscosa. Una oleada de instintiva repugnancia consiguió dividir mi atención, hasta entonces enteramente consagrada a la pantalla. Yo pugnaba por retirar la mano, pero tenía el brazo inmovilizado como por un garfio, en tanto que el capitán Garfio luchaba a muerte con Peter Pan. Cuando el cocodrilo de la película cierra las fauces sobre el repugnante pirata, don Gregorio se estremeció y me manchó la mano como si se hubiera meado un poco. Entonces pensé que se debía a la intensa emoción de la escena, pero hoy me barrunto que se trató de algo muy distinto. Sea como fuere, el triunfo de Peter Pan trajo la libertad también para mi mano, que se retiró como un pájaro herido, saliendo de la oscura sima temblorosa y húmeda, embargada de una vergüenza completamente nueva y, hasta entonces, desconocida.

 
El inmundo incidente hizo descender a mi protector algunos enteros en mi estima y afecto, mas, de puro inocente, rozaba yo la esencia y médula de lo tontaina y no me alarmó en exceso, debo confesar, el cochino desliz del banquero y, pese a que no me explicaba su conducta, no interrumpí mi trato con él, ni le comenté a nadie su excentricidad, actitud la mía que debe interpretarse a través del torpe desmedro de los pobres, interesado y servicial.

Días después las carteleras anunciaban la exhibición de “Tarzán de los monos” y, al pasar una tarde por delante del cine, me quedé enganchado por los fotogramas de reclamo. Conocía y admiraba al héroe de la película y debía de estar mirando las instantáneas de las mejores escenas con ojos como platos.

Arrastrado por un épico embeleso, encorvado y desafiante, empecé a canturrear:

- ¡Tarzán! ¡Chan-ta-ta-chan! ¡Chan-ta-ta-chan! ¡Tarzán! ¡Chan-ta-taaa-chan!...

Supongo que, al irme animando, la tonada me iba saliendo más alta de lo que hubiera querido mi discreción, cuando una voz harto conocida se elevó a mi espalda:

 - ¡Muchacho! ¡Modera tu entusiasmo, que te vas a meter dentro de los carteles y te va a devorar un león!

 - ¡Ah! ¡Oh! ¡Hola, don Gregorio!

Confuso y aturdido de que el hombre me hubiera descubierto haciendo el gilipollas, no me sentí capaz de rehusar cuando me invitó a entrar a ver la película. Confuso y aturdido entré, sabiendo el número que se avecinaba.

Confieso que salí menos avergonzado que la primera vez.

 
Encima, el astuto santurrón que a veces encarnaba don Gregorio, me contó, como si quisiera tranquilizarme, que su recurrente inflamación era una enfermedad que le aquejaba. Y que sólo las manos inocentes y libres de pecado de un niño pobre, como yo, podían obrar el milagro de aliviarle un poco de su secreta dolencia, “ya lo dijo Jesús”, remató, “dejad que los niños se acerquen a mí”.

Aquella terapia no duró demasiado, de hecho no tuvo más episodios que consignar. Y cuando pude comprender la infame enormidad de la dolencia de don Gregorio, no tenía ya sentido poner su curación en otras manos más competentes y severas, por motivos que se verán en su momento.
 
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Terminó La Vuelta Ciclista A España

He sacrificado las siestas de septiembre a la salud de este vibrante acontecimiento deportivo y no me arrepiento. Hoy además quiero celebrarlo con el modesto homenaje a mi alcance para las figuras de este esforzadísimo, peligroso y maltratado deporte, particularmente para el vencedor de la magnífica edición de este año, el muy veterano y superclase corredor norteamericano Chris Horner.

Que un ciclista próximo a cumplir los 42 años gane una gran vuelta es algo que nunca jamás había ocurrido: por un lado es una buena noticia que acredita el retraso en el envejecimiento, para los deportistas y para los simples mortales; por otro lado, en un deporte tan castigado por la sospecha como el ciclismo, parece dar pie a las malévolas murmuraciones de siempre.


Hoy el diario “El Mundo” encabeza su, como de costumbre, desnutrida crónica del otrora grandísimo evento deportivo: “El héroe malquerido”, y apostilla: “Unipublic prefería el triunfo de Nibali o el de los españoles antes que el del americano por su menor caché y las sospechas que levantan sus 41 años”. Para el que no lo sepa, Unipublic es la empresa que organiza y gestiona la Vuelta y, al leer el disparate entrecomillado yo me pregunto ¿Tienen El Mundo o Unipublic algún indicio que acredite las “sospechas”? Si es así, ¿por qué no lo dicen? Y si no es así, ¿por qué seguir emponzoñando el ciclismo?

Está claro que es un deporte que se quiere sustraer a la atención del público. El cicatero tratamiento de la prensa deportiva de difusión nacional es lamentable, menos mal que la tele, de momento, sigue dándole cancha (y con una muy buena transmisión, en HD era una gozada y los comentaristas, Carlos de Andrés y Perico Delgado, no decaen). Los poderes que manejan la formación de la opinión pública tienen entre sus objetivos acabar con el ciclismo de ruta. Los patrocinadores escasean y rara vez se trata de grandes marcas comerciales. El ciclismo “ya no vende”, ya no es popular… En las calles y carreteras, poco público, aquí mucho menos que en el Tour, eso sí, en las zonas más complicadas de los puertos, los mismos descerebrados echándoles una carrerita de cincuenta metros a los ciclistas, molestándolos y poniéndolos en peligro, para tener sus veinte segundos de gloria en Mongolia. En resumen, ya no es un deporte de masas (a las masas ya sólo les interesan el Real Madrid, el Barcelona y, si no está del todo acabado, puede que Fernando Alonso).

Yo todavía reúno el valor de salir en bicicleta por la carretera y tengo observado que la Fórmula 1 es, sin duda, el deporte más practicado por una sustancial mayoría de los conductores (nadie va a 90 por las carreteras secundarias, eso sólo lo ignora la DGT). Pero esta tolerancia con los ases del volante no es un fenómeno aislado. Hay actividades y deportes donde los controles antidopaje, o no existen (Congreso de los Diputados, Consejo de Ministros, consejos de administración de grandes corporaciones… ) O son tan leves e irrelevantes que rara vez hay algún sospechoso (fútbol, básquet, tenis… ¿Alguien ha oído hablar de extracciones de sangre a los tenistas?)

Volviendo al asunto, dejaré constancia de mi más rendida enhorabuena a los 144 valientes que terminaron la Vuelta (hazaña al alcance de muy pocos elegidos). Tanto el brillante vencedor, Horner, (al que no pienso retirar mi felicitación, por más que el análisis de una muestra de su orina de 1978 volviera a levantar sospechas), como al brillante derrotado, Nibali (que intentó en el Angliru hacer ciclismo del bueno, del de antes de los pinganillos, las tácticas y la planificación milimétrica), también a los españoles, Valverde y Purito que estuvieron allí muy cerca, y por último, rindo una especial pleitesía al farolillo rojo, Massimo Graziato, que se pegó pedaleando casi 5 horas más que Horner, lo cual también es un mérito.


Traigo a mi memoria, para acabar, una Vuelta de los primeros años 60, que llegó a Jaca cuando yo era chaval, con su caravana comercial, que entonces me pareció gigantesca. Era una fiesta de lujo: te daban folletos, bolígrafos, muestras de todo tipo, insignias, abanicos, caramelos, mecheros (?)… muchas clases de pijaditas que, en aquellos años, eran absolutas novedades. Y sobre todo, veías a las figuras que, en nuestra apreciación de entonces, eran como dioses y héroes, los teníamos metidos en las chapas con las que jugábamos (y costaba lo suyo hacerse unas buenas chapas), eran tan famosos como toreros, boxeadores o futbolistas. No sabíamos que la gran mayoría eran pobres, sufridos y esforzados destajistas de la bicicleta, sin embargo, para nosotros, era magia. De la auténtica.