Antonio Fernández Molina (1929-2005),
pintor y escritor manchego afincado en Zaragoza, es otro de esos talentos
secretos que poblaron nuestra reseca geografía durante la segunda mitad del
siglo pasado, dispuesto a poner su estatura de hombre imaginario en la aridez
espiritual reinante.
Si puedes conseguir la novela surrealista
“Solo de Trompeta” o echar un vistazo a los relatos de “En Cejunta y Gamud”, te
podrás hacer una idea del prodigioso personaje, no demasiado conocido en el
ámbito de nuestras letras, ni desde luego el más popular en la sección de
libros de “El Corte Inglés”.
La portada |
Al igual que la de su amigo, el también
poeta Miguel Labordeta, su obra es conocida por la inmensa minoría formada por
unos lectores dados todavía a alimentarse con la producción de estos raros
especímenes, que escriben, con líneas partidas, obras tan poco comprensibles,
como poderosas y sugerentes.
Antonio Fernández Molina, el autor |
¿Y cómo es él? Pues no sabría deciros… Cuando
leí “En Cejunta y Gamud”, me recordó al Rafael Sánchez Ferlosio de “Alfanhuí”,
pero me llegaba más el texto de Molina, me parecía más vibrante y ocurrente… Y
cuando llegó a mis manos, en 1985, éste libro de “Sonetos Crudos”, me sentó
como una iluminación, dije: “Papá, ya sé lo que quiero ser de mayor, olvida lo
de futbolista o cantante de rock, yo quiero ser poeta como este señor, o como
César Vallejo, al que, por cierto, me recuerda. Quiero ser un poeta pobre y
sablista, conocido de unos pocos nomás, y morirme en París con aguacero, un día
del cual tenga ya el recuerdo”. He de decir que mi padre me lo consentía todo,
incluso lo que no era capaz de entender, como este y otros disparates. Y si no
fui poeta, no fue por dejarlo de intentar con empeño… Al menos durante aquellas
vacaciones de Semana Santa.
El diseño de página |
Casi treinta años después me vuelvo a
tropezar con el librito de los sonetos de Antonio Fernández Molina ¡Y está
dedicado! Una casi incomprensible sorpresa. Tampoco recordaba yo las
ilustraciones de grabados de Holbein, y además ahora tengo un blog donde
compartir estos estrafalarios y arrebatadores sonetos. La vida es bella.
Transcribiré un par, ahí van:
La dedicatoria |
No hace falta que al mundo se le entienda
para pasar en él algún buen rato.
un gato y luego sirven de merienda
todo lo que sobrare de ese gato.
vesícula que huevo de avestruz.
y levantando muy alta la testuz.
El pan de su cabeza es un piano
sin patas, sin troquel, sin tapadera.
con un bizcocho entre la diestra mano
y el corazón de carne y no madera.
como a quien eso ni le importa un pito.
Los enanos se suben al trineo,
enfilan muy veloces por la pista
y me arrojan al rostro un huevo frito.
sino con la pared en los labios."
Los grabados de Holbein |
No hay comentarios:
Publicar un comentario